Hay quienes siempre idealizan en las relaciones amorosas; esperan a alguien comprensivo, amable, atento, que este enamorado de ellos y que la atención se centre hacia su persona.
Eso era lo que idealizaba José, aunque nunca escogía pareja con estas características. Tenía 40 años y un historial de menos cero en experiencias amorosas. Vivía con sus padres, y siempre contaba que tenía una racha negativa en cuanto a sus relaciones. Siempre lograba enamorar a sus conquistas pero éstas al final lo dejaban. Él estaba seguro que eso le sucedía porque le gustaban mujeres difíciles, aunque paradójicamente él quería convertirlas en chicas que lo amaran a él realmente.
Cada vez que una de esas mujeres “difíciles” estaba vulnerable él aprovechaba, cómo especie de un animal que espera la temporada de apareamiento, para lograr enamorarlas. Luego algo pasaba y ellas, se recuperaban y huían de su presencia. En realidad él ya lo estaba comprendiendo, ellas no lo amarían.
Las circunstancias se dieron en un momento en específico y se topó con alguien que si lo quiso de verdad. Ella lo encontraba especial, buscaba conocerlo, amarlo, estaba alerta de sus necesidades, era de esas mujeres con ganas de siempre dar amor. Y de esas que busca estabilidad.
José al principio estaba convencido de que era su ideal, de que era la mujer que necesitaba a sus 40 años para no envejecer sólo, aunque no tenía ese clic con ella por no ser mujer imposible.
Esto empezó a afectarle sobremanera. La falta de un reto, lo asustaba, o quizás psicológicamente estaba encadenado a lo arduo, al desamor y a ese ciclo en el cual siempre termina perdiendo.
Desesperado por no estar con alguien que no le encendiera sus sentimientos, comenzó a alejar a esa chica ideal. No contestaba los mensajes con la misma frecuencia, dejo de tratarla con ternura y comenzó a ser más frío.
Fue inevitable. Ella terminó por hacer lo mismo, ya estaba decepcionada y poco a poco ella se fue alejando y conociendo a alguien que si la trataba con amor.
Ella estaba apuntó de dejarlo, pues ya sus ojos no brillaba con el mismo entusiasmo que lo hacían cuando miraba a José. Él lo empezó a notar y enseguida como algo que revive, esa falta de amor lo volvió a consumir y comenzó a tratar de amar a su chica ideal.
Le escribió cartas, canciones, la celó de mil personas. José se dio cuenta que no había roto su ciclo de baja autoestima. Seguía buscando a quien no lo amara. Así que la dejó, se tomó ese tiempo que es necesario para pensar sobre uno mismo. Le contó a su chica ideal que solo podía amarla cuando ella lo rechazaba.
Hoy día ella está feliz con alguien que si valora su amor. José hoy día esta desesperado buscando a las mismas mujeres difíciles en sus momentos más vulnerables para hacerlas de él. Al final del día no les duran mucho y lo terminan dejando.
Es increíble cómo hay personas que odia ser amados
Si eres como él conócete, ámate y busca la mejor opción para ti, no vaya a ser que pierdas a tu persona ideal.
Créditos de la imagen (https://danielhenares.com/2017/11/02/el-dilema-del-erizo-de-schopenhauer/)