Estoy sentado con la muerte en mis manos

Suspirando, transpirando. No entiendo qué pasa, ni que sucede. Reciclo el aroma de un cuerpo que aún no tengo. Me da nervio esta nueva historia, trastocada por mi absurda impaciencia. Solo es mi cuerpo, ninguno más, no hay otro, solo mi inmensidad.

Esta noche la pasión me atormenta

Me invade con su espléndido temblor. Quizás sea el miedo a lo que todos llaman amor, que no deja de rozarme. Tal vez solo sea la necesidad. Todo me aturde a corromper lo poco que queda de mi niñez...

He llegado a esta excitación luego de buscar y no hallar a nadie, de pensar tantas cosas y desear estar con alguien. Mi falta de experiencia se ha aferrado a mis trémulas noches... Será hoy que duerma sin ti, pero con la figura abstracta y exquisita que realiza mi mente de tu hermoso cuerpo.

Estoy tocando tu piel, que ahora no la tengo

Y la simulo mojando mis labios, mordiéndome la boca, encegueciendo mis ojos con un pañuelo rojo que me obliga a recorrer mis hombros, mi abdomen, mi cuello, usando mis temblorosas manos.

Es que no entiendes cuánto te deseo, ni sabes las noches que te he soñado, a ti que solo te he inventado. ¿Sabes cuántos días lluviosos te he esperado? Pero la pena, no saber del tema, el exceso de ganas y el añorarte, con muchos tabúes, en mi cama, me ha causado esta desesperación de manosearme.

Es imposible no morir en el calor que augura sentir un beso en estos momentos. Imaginarlo lo hace perfecto. Suspiro con ese beso que, sin ser beso, de tus labios escapó. Me estremezco, gimo sin mucho aire, pero tal sonido me excita más y me excita mucho más como empiezan a sonar la mezcla de mi piel y mis manos.

Le murmuro al amor esta dicha de no tenerte

Pero por un instante poseerte. Creo que esta es mi lujuria, mi iniciación a la perversión. Me gusta, la disfruto clandestinamente en mi cama por primera vez, con tanta debilidad, siendo tan frágil que cualquier vibración de mi pelvis, hace temblar mis músculos y descoloca mi torcida mente.

Exploro mi inocencia

Para perturbar las cenizas de una lumbre que nadie ha hecho enardecer. Rastreo los sonidos de mis labios que solo yo he podido descifrar, ecos que dibujados en el vidrio de la ventana de mi cuarto empañan momentáneamente la realidad y detiene el tiempo con un gemido.

¡AAAHHHHHHHH! ¡UHMMMMMM!

Simulo con mis manos su cuerpo

Transformo mis dedos en sus dedos, mi sexo en su boca, su lengua en un juguete que uso como la brocha de una pintura. Me agito, me acelero y acelero el toqueteo de mi húmedo ser, rápido, cada vez más rápido, algo violento, pues se siente divino como se mueven los líquidos dentro de mí y están a punto de salir.

Los siento en mi pelvis

Así que me muevo con más fuerza y rapidez, mis manos estremecen a mi parte baja, de arriba hacia abajo, muchas veces. ¡Qué desespero! ¡Qué divinidad! Me estoy desbordando junto al deseo, con un olor fuerte pero exquisito. Estoy estresado, pero quiero seguir con masoquismo para ver cuánto duro junto a este incómodo placer.

Me inflo, me sonrojo, sigue el desespero, no soy dueño de mi cuerpo y he olvidado el tuyo por un momento. Ahora solo veo cómo luce el mío previo al descontrol de mis nervios y el nuevo autoestima de mi timidez que hace que me quite el pañuelo y abra los ojos hace por primera vez para ver lo que me sucede.

Algo sale de mi interior y me hace gemir,

Vibrar, sudar, tensar la piel, temblar los músculos y virar los ojos, mientras sigue saliendo de mis entrañas, un líquido semi transparente que va quemando mi sexo. Sale, sale y sigue saliendo mientras sigo dejando de ser quien controla mi cuerpo…

¡Ufff! ¡Ahhhhhhhhhhhhh! ¡Juuuuuhhhh!

Estoy muy lleno de mí

¡Cuánta vergüenza tengo! Nunca había hecho esto… Disimulé tener a un ser amado para no sentirme culpable, pero no ha funcionado. Es como un pecado que se disfruta. El placer me curtió la piel y me satisfizo. Quizás, una vez sea suficiente. Quizás, esto no me vuelva a ocurrir.