Señales

De nuevo me despierta la lluvia que resbala por mi ventana a las 12 de la noche, abrí mis ojos como perdida, me despoje de mis sábanas blancas y suaves, me senté en la cama y comencé a pensar un poco sobre todo lo que había hecho en la vida, lo malo y lo bueno, con quienes he compartido y con quién no.
Al cabo de unos segundos me levanté y con algo de miedo camine sola por los pasillos de mi casa en medio de la oscuridad. De repente escuche un fuerte ruido en el baño y corrí hacia allá, aunque estaba asustada pero la curiosidad me impulso, cuando llegue me di cuenta que la ventana estaba rota, habían lanzado una botella con una nota adentro, al revisarla decía: “Sigue las señales”.
Por dentro estaba llena de incertidumbre, pero aun así salí de mi casa con el pijama puesto y sin rumbo comencé a caminar descalza por la madrugada fría y mojada, sin saber a dónde iba a parar todo este misterio. Sin embargo no entendía que señales debía seguir porque no veía ninguna, entonces le hice caso a mi intuición.
Llegue a la parada de un tren pero estaba solitario, me imagine que no funcionaba, sin embargo al cabo de unos segundos se encendieron las luces y de inmediato este comenzó a andar. Entre tantas estaciones veía a varias personas, pero era como un reflejo, todas ellas fueron en algún momento importantes en mi vida, es solo que no me daba cuenta sino hasta ese instante.
Fue cuando entendí que en esta vida hay que aprender a valorar a esas personas que siempre están a nuestro lado, aquellos que se preocupan por nosotros, los que siempre tienen una palabra de consuelo, un abrazo, los que siempre están dispuestos a ayudarnos y nos aceptan tal y como somos a pesar de cómo puede ser nuestro carácter.
Esa mano amiga que nos acompaña en el camino, en los buenos y malos momentos, los que nos preguntan: ¿Cómo has estado hoy? ¿Necesitas algo? ¿Cuéntame, como te fue hoy? Y cuando menos nos imaginamos nos dicen un “te quiero” o un “te extraño”, esas personas que saben escuchar y han sido nuestro paño de lágrimas, a esos es hay que valorar.
El tren paró y rápidamente me baje, pero cuando lo hice me di cuenta que ya había amanecido, había más soledad en el transcurso del camino, me sentía vacía y sin nadie, necesitaba urgente hablar con alguien y que me dieron ánimo, que me ayudaran a continuar, pero nunca aparecía esa persona. Ya no tenía fuerzas y todo mi cuerpo estaba débil, sentí que se me iba el mundo, cerré mis ojos, caí y luego no recuerdo más nada.
Cuando abrí mis ojos estaba en los brazos de alguien pero mi vista estaba borrosa, distinguía bien a la persona, pero en segundos mi visión se aclaró y esa persona era mi madre, la cual había perdido hace un año, ella me miraba con esos hermosos ojos llenos de amor y con una gran sonrisa que iluminaba todo el lugar. Me dijo que nunca me dejaría y que siempre me ha amado, pero que en esta vida yo tenía que aprender a valorar a las personas que siempre están conmigo, porque no se sabe que puede pasar luego, hoy estamos, mañana no se sabe…. me dio un gran abrazo y un beso en la frente.

Desperté entonces en mi cama de nuevo con la lluvia sobre mi ventana, a las 12 de la noche y me volví a sentar en la cama, pero esta vez pensando en todo lo ocurrido, no sabía si había pasado o en realidad fue solo un sueño. Me levante, camine descalza hacia el baño y cuando entre con mis manos temblando rodé la cortina y dentro de la bañera estaba la botella con la nota, pero esta vez decía: “Espero hayas aprendido la lección”

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