Esas cosas simples, tan obvias, que se funden silenciosas en el desgaste perceptivo de la colectividad, pero que renacen llenas de encanto ante el ojo atento...
Dice un viejo dicho que "las paredes oyen", cuando lo cierto más bien es que hablan. ¿Quieres conocer la historia de una ciudad o de un pueblo? Detente en sus paredes. Sus muros susurrantes (como bien mencionas) son custodios inexpugnables de las cargas sociales y políticas, atesoran los colores de una pintoresca paz, o bien revelan esos extraños intersticios en los que el tiempo se sienta a descansar y hasta parece quedarse dormido.
Saludos
gracias, muy hermoso tu comentario.