Buenas tardes, comunidad de STEEMIT. Como muchos saben, ayer se celebró el Día de las Madres y tomaré este pequeño momento para felicitar a todas esas mujeres luchadoras que sin importar el dolor que pueda ocasionarles el parto o la cesárea, traen al mundo a sus crías y se esfuerzan al máximo por criar y sacarlos adelante. Son un ejemplo muy grande para el mundo y se les respeta muchísimo.
Bueno, y de eso es que vengo a hablarles. Cada año, es tradición que mi familia se reúna el Día de las Madres. Desde que tengo memoria siempre era de esperarse pasar ese domingo en casa de alguna de mis tías o en mi misma casa toda la familia reunida, disfrutando juntos y rindiéndole honores a las madres de la familia. Resulta ser que hace una o dos semanas atrás, mi abuela estaba llamando a mis tías para empezar con la planificación del dichoso Día de las Madres y como mi bisabuela Carmen no estaba del todo bien de salud, decidieron ir a la casa de mi tía Glendy (que es donde mi bisabuela se hospeda) a pasar la tarde allí.
Uno creería que la situación económica acá en Venezuela no se prestaría para pasar una linda tarde con las madres intercambiando regalos y repartiendo mucha comida como solía hacerse años atrás, pero, esta familia, una vez más, me ha demostrado que no importa qué tan difícil esté la economía en Venezuela, nuestras tradiciones nunca se abandonan. El sábado, mientras mi abuela estaba en su habitación, mi mamá, mi tía y una de mis primas, estaban haciendo ramos de flores para sorprender a las madres e incluso compraron cosas para hacerles a las madres un desayuno muy sabroso y tradicional en Venezuela, arepas rellenas.
Llega el domingo y yo amanezco durmiendo en el sofá de la sala. En la madrugada, a eso de las 5:00 am, varios murmureos provienen de la cocina acompañados de repetitivos “Shh” y sonidos de platos y de la cocina eléctrica, sonidos a los cuales hice caso omiso porque sabía de qué se trataba.. Al despertar a las 7:46 am, me dirijo al baño, me cepillo, lavo mi cara, etc. Y al salir me topo con mi abuela sorprendida por todo y la felicito por tan excelente trabajo criando a mi madre y tíos. Al llegar a la cocina noto muchas cosas en el tope; un plato lleno de arepas, un bol lleno de ensalada, y un plato lleno de carne molida que me levantaba bastante el apetito y a un lado veo a mi mamá y a mi tía, a las cuales felicité y les dediqué un texto que hizo que las lágrimas brotaran, (se los dejaré más abajo). Me quedo observando cómo se esmeran en amasar, darle sazón a la carne, y rellenar las arepas para ir a llevárselas a la Abuela Carmen y darle también un desayuno sorpresa. Decidimos en que yo iría junto a mi mamá a llevarle el desayuno a mi bisabuela y acepté con gusto ya que tenía casi dos meses sin ir a visitarle y quería aprovechar la oportunidad para ir a darme el gusto de verla.
Durante el camino voy conversando con mi mamá y bromeando como es común. En un momento me pongo a pensar en la reacción que tendrá mi bisabuela al verme, lo cual me emocionó mucho ya que desde que se mudó, ella y yo nos distanciamos un poco, aunque eso no afecta el cariño que siento por ella; vivimos juntos por casi 9 años y convivíamos excelente, y la verdad le echo de menos por acá.
Llegamos a casa de mi tía, en donde se encuentra viviendo actualmente; saludé a mi tía y le di las felicitaciones. En la cocina mi mamá ordenaba la bandeja donde iba a llevar la arepa para mi bisabuela y el jugo. Yo tomé en mis brazos el ramo de flores y con una sonrisa entré al cuarto donde mi abuela se encontraba hablando con mi tío y me acerco a pedirle la bendición, felicitarla, y darle un fuerte abrazo. Al colocar el ramo de flores en su mesa de noche observo lágrimas correr por sus adorables y arrugadas mejillas. Mi bisabuela siempre ha sido muy sentimental y la emoción de verme luego de tanto fue tan abrumadora que la llevó a las lágrimas. Luego de que mi madre entrara con el desayuno y pasara el llanto, mi bisabuela estaba muy alegre comiendo la arepa y tomaba sus pausas para comentar una de las tantas anécdotas que tiene para contarnos siempre que la visitamos. Al finalizar su comida, decidimos volver a la casa, ya que quedamos en hacerle también un almuerzo del Día de las Madres y reunirnos toda la familia a pasar la tarde. Al llegar a la casa mi tío Bolita había arribado a ayudar con el almuerzo y a llevarle chocolates a mi abuela, lo cual es su fascinación. Mientras me arreglaba y me vestía, mi abuela, tíos, mamá y mi prima preparaban todo para el almuerzo en casa de mi bisabuela; ensaladas, un apetitoso pastel de yuca con carne molida, y cómo no, un postre saludable y a la vez dañino, ensalada de frutas con sirope de chocolate.
Las cosas parecían ir bien, íbamos camino a casa de mi bisabuela y al llegar mis tías estaban allí, todos estaban bien arreglados, y con una sonrisa en la cara. Una de mis tías, Ligia, había preparado también un pastel de yuca y carne molida con plátano, bastante parecido al que se hizo en mi casa pero con un toque exquisito de plátano. Como decía al principio de la narración, uno no pensaría que con la situación las cosas iban a ser como tradicionalmente se hacía todos los años, pero, repito, mi familia me ha demostrado que la situación no es un obstáculo para celebrar y seguir las tradiciones pasadas. La mesa tenía dos pasteles, ensaladas y pan. También estaban de postres la ensalada de frutas antes mencionada, y no podía faltar la torta que hace mi tía Judith. En cuanto a la comida, la tradición se mantuvo intacta. Pero, ¿y el intercambio? Pues déjenme decirles que no fue un intercambio de por sí, pero, una de mis tías sacó una gran bolsa, la cual estaba llena de ropa usada pero en buen estado que había recogido al ordenar su casa. La emoción y el alboroto de todas las madres de la tercera edad al abrir esa bolsa fue increíble; blusas, pantalones, de todo había. El ambiente se sentía alegre, todas agarraban y lo que les gustaba lo apartaban para ver quién se lo quedaba, fue divertido todo. También entre las madres de edad media se rifaron unos paños de cocina adivinando colores y todas las madres disfrutaron bastante su día. Almorzamos, merendamos, todos estaban felices, incluso los niños, que corrían por todo el pequeño espacio de la casa. Mi familia de Maracaibo también llamó por teléfono y dedicaron una llamada para felicitar a las madres de por aquí. Mi tío, el cual emigró a Perú hace casi 3 meses, también llamó y felicitó a todas. Luego, durante un momento estaba recostado en el cuarto de mi bisabuela y me puse a pensar en lo increíble que es poder seguir con las tradiciones familiares a pesar de que la situación que estamos viviendo es devastadora, al punto de hacer que muchos de nosotros perdamos la fe, o aún peor, la calma.
Al final del día me di cuenta que no hubo un “mejor Día de las Madres” en el pasado, ni este fue el peor; todos los Días de la Madres son perfectos cuando toda la familia está junta rindiéndole honores a todas las madres de la familia y todos compartiendo, olvidando lo que sucede a nuestro alrededor. Antes de todos irnos, mi bisabuela dijo unas palabras que ciertamente nunca olvidaré: “Si el próximo Día de las Madres ya no estoy, no quiero lágrimas. Quiero que todos sigan celebrando sabiendo que yo era feliz en estos momentos”. Créanme que tiene mucha razón. Entendí que aunque perdamos a una de las valiosas Madres de la familia, la tradición debe seguir; sería lo que le hubiera encantado a la madre, ¿no? Y espero que esta reflexión les llegue a muchos de ustedes que me están leyendo ahora.
Sólo puedo resaltar que ayer tuve un gran día compartiendo con las madres de mi familia y aprendí que no hay economía que nos impida seguir manteniendo la tradición y la unión de la familia. Espero que hayan disfrutado leer sobre mi día, lo comparto con mucha pasión y les agradecería que me apoyen con un voto, jeje.
Acá abajo les dejo el escrito del cual les hablé antes que les hice a las tres madres más allegadas que tengo. ¡Saludos, bendiciones y buenas vibras para todos!:
“De verdad les agradezco a las tres por regalarme ese amor de madre muy caluroso y especial. Cada una lo hizo a su manera y todas han marcado mi vida de una manera muy especial. No hay palabras ni regalos que puedan pagar todo lo que han hecho por mí. Eternamente estaré agradecido con todo lo que han hecho por mí, por todas las cosas que me han dado, todas las enseñanzas, todos los momentos, sean malos o buenos. Quizás a veces suelo ser una persona difícil y lo admito, no ha de ser fácil sobrellevarme y a veces deben de tener ganas de ahorcarme, pero aun así siempre han sido muy pacientes conmigo y mi forma de ser y eso es algo lo cual nunca dejaré de agradecer.
Si en otra vida me dieran la oportunidad de elegir a mi familia, sin duda elegiría está con la que ya he convivido.
Oliana, gracias por salir adelante con este imprevisto que se convirtió en una bendición para ti, gracias por no rendirte y seguir adelante conmigo, a pesar de que sabías que iban a haber muchos obstáculos seguiste adelante y eso es algo que nunca dejaré de agradecer. Afloja la mano un poquito por favor, es lo único que pido.
Olga, a ti gracias siempre por ser la madre que me crió, la que me consintió, la madre que me ha aconsejado siempre y me ha enseñado el lado crudo de la vida. Hemos vivido juntos toda la vida, y es increíble cómo nos sabemos sobrellevar y como vivíamos tan tranquilos solo tú y yo. Aunque ahora hay más gente, no salen de mi mente esos momentos pacíficos y sin ruido aquí, cuando estábamos solos tú, yo, y papá, de vez en cuando.
Olisé, cómo no nombrarte, madre disfrazada de amiga. Eres una persona muy especial, contigo siempre me divierto, nunca dejas de ser la persona más transparente en momentos de tensión. Siempre tengo presente que puedo confiar en ti y hablar libremente contigo ciertas cosas sin que me regañes y que me des tu más sincero consejo. Gracias por cuidarme mientras Oliana se iba con bebé, te agradezco los consejos que me has dado, los regaños y las bromitas que nos hemos hecho. ¡FELIZ DÍA DE LA MADRE!❤”
wao!! excelente trabajo amigo!! me encantó la manera como narras la historia, sentí que estaba contigo :p
¿Será que sí estabas conmigo? Jajaja