Prologo
En el centro del bosque, de las tierras a nombre de la reina Siara, vive una criatura escupe fuego, de veinte metro de longitud de largo, con cuerpo de reptil, garras de león gigantes y afiladas y a las de águila, muy feroz.
Nunca nadie ha podido derrotar a la criatura, la reina Siara ha perdido a muchos soldados tratando de que la asesinen pero tanto la naturaleza como el instinto de la criatura por protegerse, ha causado solo muerte y desgracia para su reino, ella pidió ayuda a otros reinos a través de fénix mensajeros, que al entregar su mensaje, su cuerpo se envolvía en llamas hasta convertirse en cenizas y renacer.
El reino Aquan muy cercano, fue el escogido por la reina Siara para que la ayudaran con la criatura, el rey David junto con sus esposa la reina Ella, decidieron ayudar a su reino vecino, mandando a un grupo de guerreros a un viaje de tres días, un ejército de elite formado por diez guerreros, entre ellos había uno en particular llamado Maximus Arantes, que había visto a su padre morir en manos de otra criatura similar, así que le guardaba un fuerte rencor.
El carruaje se tambaleo y la bebida de Maximus salpico su armadura, sus compañeros estaba hablando sobre como seria mirar por primera vez a la criatura —Principiantes — soltó Maximus entre dientes.
— Oye Maximus ¿Cómo te preparas para luchar con esa bestia? —pregunto León Petterson, veintidós años, pelirrojo un poco infantil.
— ¿Prepararme? ¿Para morir? — Se levantó, mostrando una mirada furiosa, de odio, que se desprendía de su corazón hasta sus ojos — Ustedes no saben lo que nos espera ¿quieren ver a la criatura cuando saque sus afiladas garras e intente desgarrarte y luego con su grandes dientes te devore o que te calcine? — Todos quedaron perplejos, algunos en sus ojos se podía ver el cambio de perspectiva y de duda — Eso pensé. — se relajó en su asiento, pensando en lo ocurrido aquella vez.
Sus padre era un soldado que trabajaba para el rey Ángelo, antiguo rey de Aquan, y su madre una simple aldeana que trabajaba vendiendo verduras en el pueblo, Maximus de tan solo ocho años escucho ruidos en su habitación sus ojos se abrieron dejando atrás el sueño, él fue sin prisa hacia la puerta y puso su oreja para escuchar lo que ocurría al otro lado, fuertes gritos, materiales y objetos rompiéndose se escuchaban sin detenerse, Maximus retrocedió, fue a la habitación de sus padres, donde no se encontraba nadie, el techo de su casa cayó al suelo destruido, algunas piedras que caían a gran velocidad golpeaban a Maximus — ¡¡Mama, Papa!! — gritaba pero nadie podía escucharlo, en ese desastre, Maximus estaba en posición fetal y escucho un fuerte rugido, miro hacia donde había estado el techo, pudo ver miles de estrella brillando en el cielo nocturno y no solo eso, una inmensa criatura que solo había escuchado en cuentos, que por bocas de muchos se habían extinto hace años, pero no ese era real y estaba frente a Maximus ¿una criatura?, ¿una bestia?, ¡¡un dragón!!
— Maximus, oye amigo despierta — León lo despertó de entre sus recuerdos más oscuros — no detendremos un rato, los caballos necesitan reponerse.
— Vale, ayudare en el agua — Tomo los barriles de agua y dio de tomar a los caballos.