Alice ha cambiado mucho desde aquellas historias del País de las Maravillas. Se encierra en el cuarto de baño, se desnuda y se mira en el espejo. Le gustaría volver a viajar al otro lado del espejo. Le gustaría volver a viajar al otro lado del espejo, pero una vez cumplidos los doce años nadie sabe como hacerlo. Ahora, lo único que ve Alice es el reflejo de una adolescente de lisas caderas y pechos incipientes. Inspira a fondo e hincha el torso para que el pecho sobresalga. Los pequeños pezones oscuros ni siquiera se agrandan. Alice suspira. Piensa con envidia en las fotografías de mujeres desnudas que aparecen en las revistas y en sus enormes senos, que deben sujetar con ambas manos...
(Cuentos para enrojecer a las caperucitas )