Saludos comunidad STEEMITNIANA, espero se encuentren bien. El día de hoy quiero compartir con ustedes una historia que me conmovió mucho, creo que el bien mas preciado que tiene un pueblo es su cultura, y ya que es un tema muy presente en esta primera serie, donde quiero mostrar los valores de los pueblos originarios y su legado. Comparto con ustedes este artículo que escribí sobre la Piedra Kueca, a propósito de un viaje que realice de investigación y recuperación de parques nacionales en la Gran Sabana.
En la cosmogonía de los pemones habitantes de la Gran Sabana, todo fue creado por Makunaima Dios de la gente de piedra, Según este mito, Kueca es un ser humano, era un joven Pemón Taure Pam que fue a buscar a la joven más hermosa de la comunidad Macuchíes, y se casó con ella a escondida de su padre, irrespetando las normas establecidas por Makunaima, que prohibía que se unieran indígenas de distintas etnias y al encontrarse con estos dos enamorados en plena sabana. Makunaima sopló al viento y les lanzó un hechizo convirtiéndolos en piedra. Permanecerás abrazada a tu esposo para siempre, dijo el Dios y de esta manera su amor se eternizó en una gran piedra de jaspe.
Dicen los pemones que esta piedra preparaba bebida a los capitanes bachacos y peces, contribuyendo como una guardiana al equilibrio de la naturaleza y que por esta razón es nuestra abuela, no es una piedra más.
Estaba prohibido tocarla o señalarla con el dedo porque se creía que la persona enfermaba y ocurrían desastres naturales. Esta historia forma parte de la tradición oral Pemón.
“Hoy la piedra la abuela se encuentra secuestrada desde 1998”
Existen diversas denuncias, desde documentales hasta notas diplomáticas, donde se evidencia el ilícito ocurrido cuando en conspiración con altos funcionarios del gobierno y las autoridades de Imparques, este ser fue extraído del Parque Nacional Canaima por un “Artista plástico” que se enamoró de ella y se la llevó, sin que las comunidades indígenas lo autorizaran.
Lo que quiere decir, que lo que hoy reclama el pueblo pemón es un justo reclamo, que no ha perdido vigencia. No se trataba de un objeto, se trataba de un ser parte que forma parte de su cosmogonía, con lágrimas en los ojos las abuelas y comunidades pemones dicen que la piedra fue horada y humillada, reclaman su retorno en las condiciones que sea, pues ha sido tallada, pulida y expuesta, la comparan a una mujer que ha perdido la piel de su rostro y ha sido arrancado el maquillaje de su cara, extrapolan lo sucedido a la relación de poder que siempre ha imperado entre el hombre blanco dominador y las naciones indígenas menos favorecidas, hoy como un trofeo se exhibe, como parte del proyecto Global Stone, un conjunto de piedras arqueológicas (piedras de los cincos continentes, lo que deja ver el atropello y robo que deben haber sufrido otros pueblos, que no son visibilizados, ni escuchada su voz) hoy se exhiben en el parque Tiergarten de Berlín, Alemania propiedad del artista plástico que se la llevó: Wolfang von Schwarzenfeld.
Los Indígenas pemones adjudican todos los desastres naturales que han ocurrido incluyendo la desgracia de Vargas a este hecho, el artista que debiera mostrar mayor sensibilidad como creador, prácticamente se burla del duelo de los pemones ante su pérdida al ni siquiera pedir disculpas por atropellar a un pueblo. En este sentido no solo se atenta contra la diversidad cultural e identidad sino también contra un patrimonio cultural tangible, se trata de un legado cultural vilipendiado por la manos inescrupulosas y la corrupción de instituciones cómplices del estado cuyas cuotas de responsabilidades los deberían poner tras las rejas.
En palabras del Filosofo Briceño Guerrero épocas críticas problematizan un fenómeno que en condiciones de normalidad pasaría inadvertido por obvio o que solamente por su incesante repetición adquirió carácter de normalidad, pero que bien puede “conducir a una reflexión crítica que enfrenta a los problemas descubiertos y trata de darles solución… Entendiendo claro la finitud de la reflexión racional” a donde la razón nos lleva, sino al cuestionamiento que hace Briceño Guerrero en su pregunta ¿pertenecen los pueblos suramericanos, en este caso Venezuela a la cultura Occidental? Sinceramente como nos vemos a nosotros mismos, ¿No sentimos acaso que la pérdida del pueblo pemón es la perdida nuestra también?, es obvio que el triunfo pacato e hipócrita del occidentalismo, de todo lo moralmente correcto en nuestras instituciones, siempre está sobre la mesa, sin embargo somos un constructo, de bagaje mestizo de la multiculturalidad india, negra y occidental desde nuestras peculiaridades. El triunfo del occidentalismo solapa miles de sincretismos y lo que somos muchas veces solo puede expresarse puertas adentro.
Esa misma negociación de lo moralmente correcto, ocurre permanente con los valores culturales de los pueblos, por un lado la estandarización comodamente impuesta versus la naturalización, salvaje, resistiendo y siempre queriendo brotar como una pequeña plantita que se niega a desaparecer.
Todos estamos a la espera de la devolución de la Piedra Kueca, es patrimonio del pueblo venezolano.
Saludos @valquerales, claro que si. Es justo y necesario.