Escribir la historia propia debe ser de las cosas más egocéntricas que existen, pero admitámoslo, todos queremos ser conocidos. Creo que eso es algo intrínseco en el ser humano, nadie quiere pasar desapercibido menos nosotros los creativos, los artistas. ¡Oh , sí! me identifico como artista, pero eso lo desarrollo más adelante, quisiera presentarme cronológicamente.
Mi nombre es Ibrahim, es el mismo nombre de mi papá, mis abuelos se lo pusieron porque sus bisabuelos eran de Turquía y querían preservar alguna relación con la cultura del Medio Oriente, pero no creo que no lo lograron. Fui criado en la religión católica, bastante occidentalmente pues mi papá no busco entender sus raíces turcas y menos que sus hijos lo hicieran. Mi mamá en cambio, nació en Portugal y a esa cultura sí he sido muy cercano y me encanta. La comida, la música y las festividades han sido parte de mi vida.
Mi mamá se vino de Portugal de niña, a Caracas, Venezuela. Pronto se mudaría a Anzoátegui, el estado dónde vivía ni papá, que había nacido en Caracas. Se conocieron cuando ambos tenían 25 años. tuvieron un apasionado y descontrolado amor de jóvenes, y ellos tienen aún ahora que tienen 46 años, un espíritu muy joven. Me los imagino con un soundtrack como este:
Yo creo que el amor que tenían era real y muy apasionado. Cuando estaban aún de novios mi mamá salió embarazada de mí y ahí fue que decidieron casarse y siento que desde ese momento las cosas perdieron control. Siempre pensé que no debieron hacerlo. Seguro no sabían si querían casarse pero el embarazo los presionó a hacerlo. Si se hubiesen dado tiempo a conocerse mejor y dejarse de tradicionalismos hubiesen tomado la decisión, o no, con una razón real. Ese amor tan apasionado se volvió tóxico: infidelidades, gritos, insultos, violencia verbal y psicológica de ambas partes, eso fue lo que vino desde que tengo uso de razón.
No hubo un año en el que ellos no tuvieran una crisis al menos. Los amo y fueron los mejores padres a pesar de todo porque lo cierto es que a nadie le dan un manual sobre como criar a otro ser humano, pero lo que tuve que sobrellevar con esa situación al principio me dio miedo, luego me atormentaba, me asfixiaba, luego me hizo indiferente, me enseñó a perdonar y al final, al día de hoy, es parte de quién soy, para bien o para mal.
Ya llevan alrededor de dos años separados por completo, ambos son parte de mi vida, ambos tienen sus propias parejas y están mucho más felices ¡y yo también lo estoy! Pero de pequeño, me hacía no querer volver a mi casa, pensaba solamente en qué drama o tensión me iba a encontrar ese día, pero no quería estar en el colegio tampoco. Odié primaria y bachillerato. En mi primer colegio, era definitivamente la persona más odiada del salón, mi teoría es que unos cuantos niños que eran populares, me detestaban y eran familiares de los dueños del colegio, convencieron a los demás de seguirlos en una especie de cruzada contra mí.
Nunca me escogían para los deportes, ni para los juegos, no tenía un grupo al que pertenecer. Recuerdo que en segundo grado, un niña llamada Andrea invitó a todo el salón a su lujosa fiesta de cumpleaños, a todos menos a mí. Obviamente durante los años en ese colegio me insultaron y se burlaron de mí pero ser excluido era lo que más dolía y lo que hasta el día de hoy recuerdo con más facilidad. Me cambié de colegio y las cosas fueron diferentes, pero no mejores. Por alguna razón, en este colegio había un problema real con la violencia, antes de que yo llegara, pero obviamente quedé inmerso en ella.
Esta vez no fui el único que era víctima y entre los afectados, conseguí a quienes son al día de hoy, dos de mis mejores amigos, y por ellos valió la pena cada insulto, empujón, metida de pie y vandalismo que soporté en el segundo colegio. Ahí vi de primera mano lo que eran pandillas, gangs, grupos de gente que encontraban un objetivo y lo atacaban entre todos, vi violencia física y temía de lo que podía hacer o decir porque no quería llamar la atención de los matones. Terminaba llamando su atención y obteniendo lo que ellos consideraban era "mi merecido".
A los dos años me mude a mi tercer y último colegio. Ya era más grande, obviamente, y me encontré con gente más grande. Este fue el menos violento de los ambientes, pero aún así enfrenté situaciones difíciles. Por ejemplo, en mis primeros días, me senté en una mesa con un grupo de gente que no conocía pero estaba haciendo el esfuerzo de conocer. Uno de ellos me llamó "la mosca" y hacía gestos como espantándome de su mesa. Me pidieron que me parara, y yo estaba tan congelado por la situación, que no hice nada y se pararon ellos, todos. Vacié una mesa con mi presencia.
Al día de hoy, recuerdo a los colegios en los que estuve no como casa de estudio sino como campos de batalla y yo salí victorioso. Al día de hoy, ninguna de esas cosas feas que me pasaron me hicieron una persona fea. Es un trauma, per un trauma que superé porque no repito esa conducta de la que fui víctima. Soy comprensivo, amable, inclusivo y un excelente amigo. Además de los los últimos dos colegios, obtuve a algunos de mis mejores amigos en la actualidad ¿y sobre las personas que me lastimaron? bueno, me han llegado rumores de que no les está yendo muy bien.
Hay otra cosa que ha representado una lucha para mí. Soy gay, amigos. Soy gay en Venezuela, un país suramericano con un machismo muy arraigado en comparación a Europa o Norteamérica. Esa era de las principales razones por las cuales se burlaban de mí y me hacían sentir mal. No hay nada malo en ser gay, no lo escogí, y sí, ha hecho las cosas más difíciles para mí pero no es por serlo sino por la gente no entendiéndolo, mi familia, específicamente. Ellos no saben, son totalmente homofóbicos.
Imagínate tener que escuchar comentarios como "qué asco esos maricos" o "qué anormales son" y cosas así, de parte de tu familia y sentir, en secreto que se refieren a ti. Creciendo, ese hecho me aisló, en cierta manera, de ellos porque nunca pude decirles si empezaba a sentir cosas por alguien o nunca pude contarles lo que me pasaba en el colegio, sin ir muy lejos, no podía preguntarle a nadie porque pensaba y sentía muchas cosas que a los 13 o 12 años no entendía.
La soledad es un sentimiento que he conocido desde hace mucho. Rodeado de personas en mi casa y en el colegio, me sentía ajeno, extraño, feo, menos valioso y anormal. Con eso vinieron problemas serios de autoestima con los que aún lucho, en menor medida, pero siguen esos pensamientos rodeándome. Se me hace muy fácil sentirme como si no pertenezco, como si veo al resto del mundo desde una jaula de la que no puedo salir porque no soy como ellos y nunca lo seré.
Con la universidad comenzaron los mejores años de mi vida. Había pasado un año completo en Nueva York y cuando volví me mudé a Caracas, para estudiar en la Universidad Católica Andrés Bello, la mejor de todas y la que se ha convertido en mi segundo hogar. En la universidad la gente es madura y todos son nuevos así que todos quieren conocer amigos nuevos y hacerse conocer ellos. De la universidad he sacado personas hermosísimas que me han impulsado a crecer y a creer en mí mismo como nunca lo había hecho.
El enfrentarme a la ciudad más violenta del mundo definitivamente me obligó a romper mi cascarón, mi zona de seguridad y lo que ha salido es muchísimo poder, muchísima valentía. Conforme pasan los días sigo peleando con muchos demonios como la soledad o la poco valoración pero al menos ya están fuera, solo debo mantenerlos así. Ahora que sé que quién soy y lo mucho que valgo, puedo poner en marcha lo que me apasiona.
La música lo es todo para mí. Canto desde que tengo uso de razón y mi meta en la vida es salvar vidas con mi música, así como la música de otros salvó la mía tantas veces. Creo que esta es la mejor manera de terminar este abreboca. Pueden esperar de este perfil de Steem It, música nueva, música vieja y mucho corazón. Aquí les dejo una muestra de cuando me siento más libre. Este soy yo hace varios años:
¡Gracias! Siempre gracias.