Cuando inicio el viaje hacia el teatro la primera sensación fue la sorpresa al verme amorosamente entregada a un proceso lleno de muchas profundidades en donde el principal estudio tenía que ver conmigo misma haciendo relación con todo lo que me rodeaba poco a poco fui entregando algo de mí que parecía ser completamente desconocido. La fuerza que nos imprime el teatro tiene que ver con la confianza, la seguridad, la fe y la idea constante de que siempre las posibilidades de existencia son infinitas. Así mismo el teatro tiene la capacidad de poder transformarse internamente no por alguna característica terapéutica intrínseca sino por su gran manera de llegar a desconocerse a ti misma y poder habitar espacio desconocidos que pertenecen al universo psíquico de la mente humana, el teatro entonces se asume dentro del ritual para expresar valores olvidados y memorias que han de ser rescatadas para el crecimiento de la humanidad siendo el teatro ese espacio donde el encuentro hace posible la reflexión práctica. He habitado espacios sagrados que me han contenido en fuerza, alma, espíritu podría nombrar varios: Universidad Nacional Experimental de las Artes (UNEARTE), Laboratorio de Entrenamiento para actores y bailarines de la Cátedra Permanente Jerzy Grotowski de la UNEARTE, Taller Experimental de Teatro de Caracas (T.E.T), Pisorrojo Taller de Danza Contemporánea de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Club de Yoga de la UCV, Acción Itinerante, Ámaka Colectivo, Antimantuanos, La Casa Grande Grupo Estable de Danza Contemporánea, Materia Prima Cuerpo de la palabra, ImaginEros Sala, Teatro Oficina Central de los Sueños en Medellín, Casa Naran, Centro de Estudios de Prácticas Corporales Tres Cero Tres, estos dos últimos en México, espacio contenidos por la filosofía que el teatro en este caso ya he de nombrar a la danza.

“El teatro y la danza son lo mismo” nos dice Guillermo Díaz, pedagogo teatral venezolano con más de cuarenta años enseñando el oficio del actor en conjunto con ellos Diana Peñalver también asume que “el movimiento es parte de la acción pero no es la acción en sí misma” y que en ello hay ciertas características que el actor ha de identificar para estar en presencia del hecho teatral académicamente hablando pero si bien es cierto que la relación con el teatro conlleva a las distintas disciplinas artística que son tomadas para la unión del acontecimiento teatral como un hecho vivo y tangible.

La relación con la danza ha de estar inmersa en mi imaginario poético en donde encuentro experiencias con mi subconsciente y establecer vínculos ancestrales con relación a mi cuerpo, a sus sensaciones y sentires en ese espacio entonces lo que une al teatro y la danza es el mismo instrumento por el cual estamos llenos de vida: el cuerpo. En esta relación me despierto en medio de preguntas habitando espacios de transformación constante, reflexión y sobre todo de acción profunda con nuestras propias voluntades.

Se habla de arte como un vehículo en donde el sentir humano se ha desarrollado para ser comunicado pero no solo desde lo que comúnmente vemos y comprendemos en torno a nuestra relación íntima y social sino desde el sentido pleno de poder proponer nuevas experiencias de vida, nuevas formas, nuevas maneras de comprender el mundo y nuestra relación con su insistencia hacia el mismo mundo que nos aborda y nos hace tomar decisiones y establecer espacio de renovación de la personalidad, de los hábitos, de los patrones de conducta, de las creencias, del pensamiento, de la mente, del espíritu en relación con ese espacio que también nos pertenece y que generalmente no se tiene en cuenta en gran sentido dentro de la educación.

La educación tradicionalista nos aleja cada vez más del cuerpo, nos repele, nos teme, y que enjuiciar siempre hacia paradigmas estereotipados llenos no solo de complejos sino llenos de mentira donde se aleja el sentir emocional de la inteligencia humana, del cuerpo y su consciente tanto como su subconsciente y se pone al descubierto espacios para generar automáticos solo para la consolidación de la producción de sentido comercial, jerárquica, anacrónica, ineficiente, y poco creíble a los sentidos propiamente naturales de la vida misma como: sentir, pensar, hacer, reflexionar, cuestionar, consolidar nuevas prácticas en donde el cuerpo tenga una unión con el sentido productivo, sanador y saludable con la vida donde decir: ¡te amo! es un grito de universalidad dentro del sentido no posesivo, no invasivo, no violento hacia el amor y es allí donde el otro aparece como posibilidad misma de mi ser en torno a una presencia que es infinita en esos espacios en donde habitamos en conjunto dentro del sentir-pensar.

La potencia con el arte genera espacio de transmutación tiene que ver con el nivel de presencia en donde se esté habitando el ser, la existencia de esos espacios sólo puede percibirse bajo un estado de escucha fundamental en donde todo tiene que ver con todo y nada esta sobre estimado ni generando expectativas sino que sostenemos presencias de nuestros espacios en donde la comunicación quizá a fallado o ha sido interrumpida desde diversos espacios tanto transgresiones como espacios de olvido, abandono o ignorancia e incluso de indiferencia tratando de entablar espacios superfluos en el arte es muy difícil que la verdad no brote, que el sentimiento permanezca en total crecimiento y se entablen diálogos de procesos que requieren paciencia y calma por ello cada creador o creadora contribuye con su propio desarrollo personal al habitar espacios de encuentro con otros creadores y creadoras generando espacios de sacralidad del estudio propio del cuerpo en su plena existencia: el cuerpo en acción donde se encuentra la mente en unión con el pensamiento corporal y la intuición e incluso el instinto como sentido primario que nos devela claves o signos en donde también logramos identificarnos como posibilidades infinitas de transformación.

Todo aquel que quiere estar inmerso en procesos de autoconocimiento y auto observación entiendo el arte como un canal receptivo posiblemente holístico en donde se resumen nuestros procesos de crecimiento intrapersonales e intersubjetivos que se entrelazan con el proceso externo social y dinámico de nuestra contemporaneidad, aquí entonces todo empieza a tejer como análisis que tiene que revisar espacios del pensamiento que ahora dejan de funcionar en función de la vida y que se afianzan espacios temibles para el bienestar del ser humano también allí se encuentra el teatro como presencia infinita de espacios históricos de la humanidad justo como en este momento se afianza con total resistencia ante lo que para algunos podría significar inclusive su muerte o desaparición sin embargo han pasado inmensos contextos postguerra anteriores donde el arte escénico se ha afianzado inclusive en tendencias dramáticas que hasta ahora representan iconos de la memoria existencial de toda la humana y en ese sentido un propósito de construcción de la misma humanidad en relación a su propio comportamiento y desarrollo.

Habríamos de terminar agradeciendo entonces al artes escénico, al teatro, a la danza, a la poesía como contenedores de nuestra existencia donde se refleja la verdad de nuestras almas y donde se propone un nuevo espacio de relación con nuestros propios sentidos, sensaciones, sentimientos, acciones, espacios de libertad con conciencia que conlleva silencio, paciencia, escucha, infinito diálogo interno y acompañamiento recíproco de nuestros vínculos relacionales con nuestro propio entorno y dinámica. Anunciamos las esperanzas expresivas del cuerpo que quiere ser escuchado por cada uno y cada una de los que anuncian un despertar, una inquietud, una pregunta curiosa hacia la posibilidad de ver el mundo y nuestro propio mundo: nuestro cuerpo como espacio de nuevas maneras de vivir con nosotros y nosotras mismas hacia el encuentro cercano con el otro.