Me llaman Yeli, nací en Caracas en 1977. Prácticamente hija de los 80’s…Una época de grandes avances y descubrimientos, una década dónde grandes artistas brillaron y cuyas tendencias dejaron una huella profunda en nuestra memoria musical. Mis 80’s los viví en Italia, Roma, debido a que mi papá se formó como cantante lírico en el Conservatorio Santa Cecilia. Indudablemente tuve una infancia culturalmente hablando muy prolífica. Me encantaba acompañarlo de vez en cuando al Conservatorio, indirectamente estudiaba con él sus clases de piano, vocalización, historia de la música. Iba a todos sus conciertos de fin de curso. Además, la casa siempre estaba llena de amigos, compañeros de estudio, pianistas, pintores, poetas, trovadores, más tarde, mucho de ellos serían reconocidos artistas. Luego la ópera, los conciertos, las tertulias musicales y la pizza en Trastevere por supuesto. Mi escuela tampoco se quedaba atrás, allí la música era una materia obligatoria y normalmente a parte de estudiar un instrumento, o estar en el coro, te llevaban a ver las obras de teatro, visitar sitios arqueológicos y museos con regularidad. Ir al ballet, a la ópera, y estudiar los argumentos, analizar y especular era nuestro pan de todos los días. Mi abanico musical siempre fue amplio, en casa se escuchaba de todo. Tras diplomarse y ganar distintos Concursos Internacionales, él empezó a trabajar profesionalmente y cómo Maestro de Canto. Y allí pues también aprendí muchísimo, mi papá decía que enseña bien quien canta bien…Y si es cierto porque no hay mayor ejemplo. Ahora que lo pienso, siempre fui su conejillo de indias. En Italia nació mi hermano Geràrd, otro personaje más de ésta historia. El italiano es mi segunda lengua: Italia significas tanto para mí.

A Venezuela regresamos en los 90’s luego del famoso mundial… Se supone que él solo vendría a grabar un LP de música venezolana, pero el amor por Venezuela fue más grande, quizás fueron muchos años de añoranza, de extrañar a su gente, su tierra, volver ya no era tentador. Luego de un período de encuentros, desencuentros y adaptación, desde todo punto de vista, porque no es fácil regresar cómo un extranjero a tu país, y menos en plena adolescencia, gracias a Dios pude disfrutar de Caracas, que me abrazó en su pleno apogeo cultural. El Teatro Teresa Carreño gozaba de mucho prestigio y pude ver a muchos artistas internacionales cómo Marcel Marceau, June Anderson, Dimitri Hvorostovsky, Luciano Pavarotti, Juan Diego Flores, temporadas de ópera y ballet, conciertos de todo tipo. Al final siempre terminábamos en una arepera de las Mercedes.