El milagro oscuro.

Cuando la vida comienza desata el infierno.

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“Los meses transcurren rápido, sobre todo cuando la mujer está en la dulce espera, allí en el vientre tal cual nido se encuentra el ángel aquel que vendrá a completar a la dama quien fue escogida como su madre”.

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La pareja al casarse busca tener hijos, meses en que no habían frutos, guardaron tranquilos hasta que la impaciencia se apoderó de ellos y buscaron ayuda médica.
La mujer ya ocultada con sus ojos brillantes esperando ansiosa una buena noticia, el médico frente a ella con la Vjst baja observaba los análisis, ojeaba de arena abajo y tajante respondió.

–Señora Andrade usted es infértil– pronunció el matasanos sin siquiera observarla a los ojos.

Antes de que tuviese derecho a réplica y preguntara si había alguna opción, el médico volvió a hablar.

–Señor Andrade, usted también es infértil– continuó diciendo el médico sin un ápice de empatía ante la congoja de la pareja.

La noticia fue lapidaria en aquella sala de consultas médicas, el médico, un hombre ya mayor, casi en sus últimos años de carrera, entregó la noticia sin siquiera suavizar un poco el diagnóstico.

Devastados salieron tomados de la mano, en sus almas arrasaba un huracán sin piedad alguna, destrozó cada sentimiento y emoción existente, los ojos de la pareja estaban perdidos en su dolor, su alma lloraba y solo los ojos azules de la mujer lo reflejaban, mientras tanto el marido contenía su quebranto tratando de aminorar el dolor de su amada.

–¡Buscaremos otro médico!– exclamó el marido, mientras su esposa se lanzaba a su pecho buscando la calma, la abrazo tan fuerte que las lágrimas de ella llegaron de forma inminente a su corazón.

Parecía una niña llorando, en medio de los sollozos venían sus ahogos, ambos destruidos, más bien muertos en vida, sus anhelos habían sido fusilados por el hombre de bata blanca.

Meses transcurrieron y buscaron nuevos pasatiempos, ambos se daban ánimos absurdos para no sentir más dolor, “podremos dormir temprano, podremos salir de fiesta, podremos esto y aquello”, sin embargo siempre terminaban llorando.

Un año más tarde, la calma había vuelto y aquel deseo se había quedado en eso, un deseo, un milagro que no sería realizado, hasta que un día algo cambió. Se preparaban a cenar y Claudia se sintió indispuesta, las náuseas aparecían sin previo aviso, ¿quizás fueron los camarones? Preguntaba el marido mientras sostenía el cabello de su esposa, la mujer abrazada al sanitario devolviendo hasta el agua que había bebido la noche anterior.

Los síntomas eran evidentes, pero para ellos no eran una posibilidad, el diagnóstico había sido tajante, la cena fue olvidada, la mujer en cama y el marido en un mar de dudas, parecían una nebulosa sin claridad a sus dudas.

No se quedaron con la intriga y a la mañana siguiente, partieron raudos a un centro hospitalario, no tardaron en ser atendidos, esta vez una doctora de semblante gentil los atendió, ingresaron a la sala de revisión, Claudia se colocó una bata y subió a la camilla, previamente habían revisado sus signos vitales, y es que esto siempre es una rutina.

No quedaba nada más que realizar un ultrasonido, para la pareja era una pérdida de tiempo, sin embargo aquella doctora insistía. Claudia se tendió en la camilla, la médica puso aquel gel frío, el mismo que siempre soñó usar, la máquina en su vientre iba y venía buscando lo que sabían no se hallaría.

–Aquí está el motivo a sus malestares– decía la doctora en medio de una enorme sonrisa, la alegría salía chispeante por sus ojos.

La pareja en sincronía se miraban sin entender, la reacción de la doctora para ellos era extraña, trataban de entender lo que ella veía en aquel pequeño monitor, todo era de igual color, cómo ¿podrían saberlo? Si ella no decía nada.

–¿Qué sucede?– consultó el marido con la voz entrecortada, sujetando fuerte la mano de su esposa.

–¡Felicidades!– exclamó la doctora con una voz melodiosa llena de esperanza.

Continuó sonriendo y de pronto moviendo una perilla se logró escuchar la canción más hermosa que los padres pueden escuchar, allí en el monitor se escuchaba el latir de un corazón, un corazón latente y fuerte en el infértil vientre de Claudia Andrade, una mujer infértil al igual que su esposo Victor Andrade.

–¡Imposible!– gritó la mujer en la camilla, añadió entre lágrimas –ambos somos estériles–, mientras su esposo al borde del llanto no dejaba de ver a su milagro en la pantalla, una pantalla que parecía una bola de cristal de una hechicera en bata blanca.

Pese a todo pronóstico y como un milagro, la infértil pareja concibió un bebé, allí en el vientre cual nido se formaba aquel ser con el que siempre habían soñado, se formaba el milagro por el cual tanto habían rogado, pero ¿a caso existen los milagros?

Los meses pasaron, creció el vientre y el bebé dentro hacia lo mismo, irradiaban dicha, soñaban despiertos en lo que su hijo sería, un abogado, quizás un médico y porqué no un actor famoso y hasta un cantante por el cual soñarían las jovencitas, pero ante todo sería un bebé sano y amado.

Sueños comunes en los padres, anhelos por observar y que se hagan realidad, la espera se hizo corta, su habitación decorada, la ropa comprada y su nombre listo, el pequeño Lysander, ya pronto lo verían y llenarían de infinito amor.

El momento de su llegada fue extraño, la madrugada fría de un veinte de febrero, un vendaval iracundo, hacia años no se veía una tormenta en verano, por lo menos no de esta forma, las contracciones llegaron rápido al igual que los nervios, tomaron maleta y pañalera y salieron al estacionamiento, en medio de un trueno Claudia gritó por el dolor, el grito retumbó más fuerte que la misma tormenta que caía sin piedad.

Llegaron al hospital luego de unos cuantos minutos, la mujer bañada en sudor fue ingresada en silla de ruedas tras de ella el primerizo padre corría tras su esposa y su futuro hijo. La ingresaron a la sala de maternidad y de forma rápida, el nacimiento era inminente. La primeriza madre vestida en bata, una cofia en su cabello y los nervios en sus ojos.

Al lapsus de unos minutos el marido temblando ingresó junto a su esposa, el médico de turno acomodado frente a lo que sería la puerta de salida del bebé pedía a la mujer que pujara, Claudia en medio de sus nervios pujaba, se ponía roja y su esposo secaba su sudor, la miraba atónito, su mujer que valiente era.

Cinco minutos y por fin, por fin el bebé nacía, sujetado de las manos del médico el bebé observaba todo, se inclinó ante su madre y con una voz demencial dijo –hola mami–, atónitos en la sala de parto, nadie se movía, parecía que qué se había congelado el tiempo. El médico aún con aquella cosa en sus manos lo soltó inminentemente, el bebé cayó sobre las piernas de Claudia y aun todo ensangrentado continuó diciendo –qué el médico corte este cordón, ¿sino como podré matarlos?–

Los ojos del bebé, verdes profundos, tan iguales a los de su padre, quien diría, quien pensaría que de la infertilidad nacería tal demencial criatura. Claudia temblando mientras aquella cosa gateaba aún unida a ella, –ayúdame amor– musitaba casi con la respiración cortaba, al girar su rostro el amor de su vida saltaba sobre la enfermera arrancándo la piel del rostro.

–¿Qué eres?– gritaba Claudia mientras sentía que se quemaba por dentro, su vientre vacío parecía una hoguera o el mismo infierno.

Su marido con la cara ensangrentada caminaba hacia ella, la criatura mordía el cordón con unos extraños colmillos, se saboreaba en cada mordisco, Victor la observó con una mirada que ella conocía bien, acarició su frente y la besó. Colocó ambas manos alrededor de su cuello y se acercó, –soy quien acabará con todos– dijo susurrando en su oído, luego de eso rompió su cuello, Claudia murió en el acto mientras Victor tomó a su criatura en brazos y salieron de aquella sala que parecía un matadero.

Aquella madrugada de verano, donde el cielo caía a pedazos, comenzaba el fin del mundo a manos de quienes jamás deberían haber despertado.

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English

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The Dark Miracle.

When life begins, all hell breaks loose.

"The months go by fast, especially when the woman is in sweet expectation, there in the womb such as the nest is the angel that will come to complete the lady who was chosen as her mother."

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The couple when marrying seeks to have children, months in which there were no fruits, they kept calm until the impatience took possession of them and they looked for medical help.
The woman already hidden with her bright eyes anxiously waiting for good news, the doctor in front of her with the low Vjst observed the analysis, glanced from sand down and bluntly replied.

-Mrs. Andrade, you are infertile," said the doctor without even looking into her eyes.

Before she had the right to reply and ask if there was any option, the doctor spoke again.

-Mr. Andrade, you are also infertile," continued the doctor without a hint of empathy for the couple's distress.

The news was lapidary in that medical consultation room, the doctor, an elderly man, almost in his last years of his career, delivered the news without even softening the diagnosis a little.

Devastated, they left holding hands, in their souls a hurricane swept mercilessly, shattered every feeling and emotion, the couple's eyes were lost in their pain, their souls were crying and only the blue eyes of the woman reflected it, while the husband contained his grief trying to lessen the pain of his beloved.

-We will look for another doctor!" exclaimed the husband, while his wife threw herself to his chest looking for calm, he hugged her so tightly that her tears came imminently to his heart.

She looked like a child crying, amidst the sobs came her choking, both destroyed, rather dead in life, their longings had been shot by the man in the white coat.

Months went by and they looked for new hobbies, both gave each other absurd encouragement so as not to feel more pain, "we can sleep early, we can go out partying, we can do this and that", however they always ended up crying.

A year later, calm had returned and that wish had remained just that, a wish, a miracle that would not be fulfilled, until one day something changed. They were getting ready for dinner and Claudia felt unwell, the nausea appeared without warning, maybe it was the shrimps? Asked the husband while holding his wife's hair, the woman hugged the toilet and even gave back the water she had drunk the night before.

The symptoms were evident, but for them they were not a possibility, the diagnosis had been blunt, the dinner was forgotten, the wife in bed and the husband in a sea of doubts, they seemed a nebula without clarity to their doubts.

They were not left with the intrigue and the next morning, they left quickly to a hospital center, it did not take long to be attended, this time a doctor of gentle countenance attended them, they entered the examination room, Claudia put on a gown and climbed onto the stretcher, previously they had checked her vital signs, and this is always a routine.

There was nothing left to do but perform an ultrasound, for the couple it was a waste of time, but the doctor insisted. Claudia lay down on the table, the doctor put that cold gel, the same one she always dreamed of using, the machine in her belly went back and forth looking for what they knew would not be found.

-Here is the reason for your discomfort," said the doctor with a huge smile, joy sparkling in her eyes.

The couple in synchrony looked at each other without understanding, the doctor's reaction was strange for them, they tried to understand what she was seeing on that small monitor, everything was the same color, how could they know? If she did not say anything.

-What's going on?" asked the husband with a cracked voice, holding his wife's hand tightly.

-Congratulations," exclaimed the doctor in a melodious voice full of hope.

She continued smiling and suddenly by moving a knob she could hear the most beautiful song that parents can listen to, there on the monitor could be heard the beating of a heart, a beating and strong heart in the infertile womb of Claudia Andrade, an infertile woman like her husband Victor Andrade.

-Impossible," shouted the woman on the stretcher, adding in tears, "we are both sterile," while her husband, on the verge of tears, kept looking at his miracle on the screen, a screen that looked like a crystal ball of a sorceress in a white robe.

In spite of all prognosis and like a miracle, the infertile couple conceived a baby, there in the womb like a nest was formed that being they had always dreamed of, the miracle for which they had prayed so much was formed, but do miracles exist?

The months passed, the womb grew and the baby inside did the same, they radiated happiness, they daydreamed about what their son would be, a lawyer, maybe a doctor and why not a famous actor and even a singer that young girls would dream about, but above all he would be a healthy and loved baby.

Dreams common in parents, longings to observe and come true, the wait was short, his room decorated, the clothes bought and his name ready, the little Lysander, soon they would see him and fill him with infinite love.

The moment of their arrival was strange, the cold dawn of February twentieth, an angry gale, for years they had not seen a storm in summer, at least not like this, the contractions came fast and so did the nerves, they took their suitcase and diaper bag and went out to the parking lot, in the middle of a thunder Claudia screamed because of the pain, the scream echoed louder than the same storm that fell mercilessly.

They arrived at the hospital after a few minutes, the woman bathed in sweat was wheeled in behind her and the first-time father ran after his wife and their future child. She was admitted to the maternity ward and quickly, the birth was imminent. The first-time mother dressed in a gown, a cap in her hair and nerves in her eyes.

After a few minutes the husband, trembling, entered the room with his wife, the doctor on duty, sitting in front of what would be the baby's exit door, asked the woman to push, Claudia, in the midst of her nerves, pushed, she turned red and her husband dried her sweat, he looked at her astonished, his wife, how brave she was.

Five minutes and finally, at last, the baby was born, holding the doctor's hands the baby watched everything, he bowed to his mother and with an insane voice said -hello mommy-, stunned in the delivery room, nobody moved, it seemed that time had frozen. The doctor still with that thing in his hands released it imminently, the baby fell on Claudia's legs and still all bloody he continued saying -let the doctor cut this cord, otherwise how will I be able to kill them?

The baby's eyes, deep green, so like his father's, who would have thought that from infertility such a demented creature would be born. Claudia trembling while that thing crawled still attached to her, -help me love- she mumbled almost with shortness of breath, as she turned her face the love of her life jumped on the nurse tearing the skin from her face.

-What are you?" cried Claudia while she felt that she was burning inside, her empty belly looked like a bonfire or hell itself.

Her husband with a bloody face walked towards her, the creature was biting the cord with strange fangs, it tasted in each bite, Victor watched her with a look she knew well, he caressed her forehead and kissed her. He placed both hands around her neck and came closer, -I am the one who will finish them all- he said whispering in her ear, after that he broke her neck, Claudia died on the spot while Victor took his creature in his arms and they left that room that looked like a slaughterhouse.

That summer dawn, where the sky was falling to pieces, the end of the world began at the hands of those who should never have woken up.

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Las imágenes usadas fueron creadas en Meta IA, Ideograma y la portada fue fue editada en Canva.

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