El escondite story

Nunca voy a olvidar aquella noche de halloween, cuando regresamos a casa luego de recolectar nuestros dulces por el vecindario, la verdad mí hermana y yo estábamos algo aburridas de ver las típicas películas de terror.

La niñera estaba dormida en el sofá, pues mamá y papá habían salido aquella noche a una celebración y ella nos debía cuidar parte de la noche.

Así que sin nada que hacer decidimos jugar al escondite, la abuela Tea siempre nos decía que no jugaramos este juego en la noche, pues habian invitados que se sumaban solos y se escondían en algún lugar inesperado.

La verdad siempre pensé que se trataba de una advertencia, pero ese día no quisimos hacer caso, así que comencé a contar en voz alta, mientras escuchaba a mi hermana alejarse para esconderse.

Una vez conté hasta el final dije fuertemente -listo o no allá voy- y comencé a buscar en cada escondite favorito de mi hermana, empezando por la secadora, la despensa, detrás del sofá, debajo de la cama y al final, ya cansada fui a buscar en el armario de nuestra habitación.

Mientras me acercaba escuchaba ruidos extraños y susurros que provenían sin duda del oscuro armario, sentía miedo y un escalofrío se apoderaba de mi cuerpo, ella estaba escondida allí sin lugar a duda.

Por lo que seguí avanzando y le grite a mi hermana -sal, te he encontrado- pero ella no salía, así que abrí y comencé a buscar entre la ropa, pero no veía a mi hermana.

Así que intenté tocar más adentro entre la ropa y de repente sentí una mano fría que sostenía con mucha fuerza mi brazo, yo solo gritaba desesperada y le pedía a mi hermana que me soltará.

Sorpresa para mí, cuando ella estaba detrás de mí, igual de asustada, entonces sabíamos que alguien más tiraba de mí brazo, forcejeamos hasta que aquello me soltó.

Mi brazo tenía unos enormes rasguños que me hacían sangrar, corrimos juntas a la sala y despertamos a la niñera, quien no creía nuestra historia y pensó que mis rasguños los habíamos hecho con algún objeto punzante, como parte de un ritual de halloween.

Mamá y papá tampoco creyeron nuestra versión, pensaron que nos habíamos metido en problemas por estar inventando y desobedeciendo a la niñera y por esa razón terminamos el resto de la noche en emergencia.

Por años mi hermana y yo nunca jugamos de nuevo al escondite, ninguna noche y mucho menos en halloween, aquellas marcas en mí brazo, nos recordaban cada día, la advertencia de mí abuela Tea, pues alguien más se habia sumado a jugar.