Verónica creció viendo Disney Chanel, tal vez por eso sus altas expectativas en el amor, cada chico que se le acercaba inconscientemente lo espantaba ya fuera por su manera estructurada de pensar o sus excesivas cejas gruesas que con solo fruncir el ceño no necesitaba pronunciar palabra.

Pasaban los años y nada, no había alguien que realmente conmoviera su ser, que le hiciera sentir eso que muchas veces vió en sus películas o leyó en sus libros de literatura inglesa.

Técnicamente fea no era, así que los que no la conocían siempre se preguntaban el porqué de su soledad. Ella por su parte ya estaba resignada a suprimir la palabra "amor" de su diccionario.

Esas canciones románticas, esas poesías de Benedetti jamás podría dedicársela a nadie y en el fondo de su corazón iba creciendo esa nostalgia de verse vieja y sin familia.

Por esas coincidencias de la vida termino trabajando como estilista para una reconocida marca de ropa de hombre, por lo que más de un chico bello veía, pero no tenía el valor de siquiera pensar que alguien como ellos, se podría fijar en una mujer de su nivel.

Hasta que un día conoce a Juan, un chico alto, risueño con una barba que enloquecía a más de una, al sonreír se le hacía unos hoyuelos en la mejilla que era el toque mortal de su perfección.

Al verlo se esforzó por disimular su atracción, pero fue en vano, la química hizo lo suyo y la comunicación no pudo ser mejor, cada vez que les tocaba trabajar juntos la pasaban genial.

Todas las mañanas soñaba con recibir un ¡buenos días! de su parte, las emociones le ganaban a su lógica. Un día se desesperó y dijo ¡ya no más! es hora de ser valiente y dar la iniciativa, con tal era mejor decepcionarse de una vez a seguir con ese sentimiento que la asfixiaba.

El martes le confesaría su amor, ya que iban a encontrase de nuevo para trabajar, la hora pautada 10:00am. Cuando el reloj marco el tiempo, Juan entra vestido con una chaqueta negra, lentes oscuros, todo un actor de Hollywood y junto a él, viene una chica que parecía sacada de revista.

En ese instante sintió como si le apretaran el corazón, respiro y se dijo a sí misma “¡eso te pasa por ilusa!” y le dio suprimir a sus emociones con tal determinación que ni un pensamiento hacia él volvió a permitir.

Pasó un mes y él nunca se explicó el cambio tan repentino de Verónica, porque en el fondo a Juan también le gustaba, ¡tal vez no le cayo bien mi hermana! fue lo único que pensó.

Until one day she meets Juan, a tall, smiling boy with a beard that drove more than one woman crazy, when he smiled he had dimples on his cheek that was the deadly touch of his perfection.

When she saw him she tried hard to hide her attraction, but it was in vain, chemistry did its thing and communication could not have been better, every time they worked together they had a great time.

Every morning she dreamed of receiving a good morning from him, her emotions overcame her logic. One day she got desperate and said, no more, it's time to be brave and take the initiative, so it was better to be disappointed once and for all than to continue with this feeling that was suffocating her.

On Tuesday he would confess his love, since they were going to meet again for work, the scheduled time was 10:00 am. When the clock struck the time, Juan entered dressed in a black jacket, dark glasses, a Hollywood actor, and next to him came a girl who looked like something out of a magazine.

At that moment she felt as if her heart was being squeezed, she took a breath and said to herself "that's what you get for being deluded!" and she suppressed her emotions with such determination that not even a thought of him was allowed to return.

A month went by and he never explained Veronica's sudden change, because deep down Juan also liked her, maybe he didn't like my sister! was the only thing he thought.