En los últimos días he tenido la oportunidad de ver, sentir y reflexionar mucho respecto al tema de la empatía , esa parte de humanidad que nos hace ser solidarios, respetuosos, valiosos.

Estar en un centro hospitalario es la mejor manera de ver la verdadera personalidad de la gente, y más si es en áreas de atención crítica o de emergencia, ya que es allí donde confluyen estados máximos de vulnerabilidad, de humildad, de arrogancia, de prepotencia, de humanidad y de egoismo.

Pocas situaciones muestran nuestra vulnerabilidad de la forma en que una emergencia médica, un accidente o un lesión grave logra hacerlo. Nuestra fragilidad humana queda al descubierto, nuestra fuerza física y mental está anulada por algo fuera de nuestro control, como paciente o familiar, la verdad de nuestra vida y su frágil existencia sale a la luz. Dependes de otros, tu privacidad se anula, tu creencia (o no) en un Dios sobresale y a veces se cuestiona, tu pudor se desvanece y todo queda al descubierto. ¿Un segundo de descuido o de imprudencia, de violencia o de casualidad nos hace más humanos? Si. ¿Un segundo puede cambiar todo? Si, y no solo a quien lo sufre, afecta profundamente la vida de otros, familia, amigos, desconocidos...

Del lado de quien se ha avocado a cuidar de otros (paramédicos, médicos, enfermeras, bioanalistas) también se revelan lados de personalidad y de alma-corazón, vemos quienes se conectan desde su profesionalidad con el bienestar del paciente, del que está vulnerable, aunque también encontramos algunos casos de arrogancia, de prepotencia, de "micro poder" que desdibuja y vulnera a otro.

Conocer de cerca este tipo de dinámicas humans me permitió re-evaluarME y ver en qué puedo y debo mejorar al ser empático, evaluar lo frágil que es mi propia humanidad, en pensar en el futuro y comó preprarme para las etapas de vida que vienen, porque ninguno de nosotros se hace más joven.

Puedo aprender y tomar las medidas necesarias para prepararme para situaciones de emergencia y de vejez, ninguno de nosotros está exento.

No puedo cambiar lo que he vivido, ni deshacer lo que he hecho, puedo analizar, asimilar y perdonarme por malas decisiones del pasado, aprender, mejorar y felicitarme por las buenas decisiones tomadas.

Puedo reconocer a las personas que viven en mi entorno y han demostrado ser los mejores ejemplos de "estoy contigo", puedo también saber quién no está en lo difícil, esas personas que están pero no están, también son parte de la vida.

Puedo reafirmar mi confianza en la gente, alguna gente, que a pesar de tener sus propias situaciones son capaces de dar una mano, de compartir y de ser luz en la oscuridad, puedo aprender de ellas, he visto muchas en mi vida y muchas en estos días en particular. También me recuerdo que no todo el mundo está para otros, que hay egoísmo, arrogancia, maldad, y mal corazón, y que a pesar de ser la minoría pueden afectar a muchos con sus acciones, hay que cuidarse de ellos.

No puedo insertar sentido común, compasión, ni experiencia en personas que no quieren cambiar. Puedo ser empático, colaborador y humilde con otros, puedo y debo ser parte de la solución y no del problema.

Puedo entender la arrogancia de algunos, sin embargo no puedo permitir que atropellen a otros, sobre todo si están en momentos de alta vulnerabilidad.

Puedo cambiar lo que hago, siento, digo y siento, no puedo cambiar a otros.

Podría escribir y escribir sobre todo lo que mi mente ha reflexionado esta última semana, pero por ahora con estas palabras creo que puedo detenerme por el momento.

"CUIDA TU SALUD, ES LO MÁS VALIOSO QUE TIENES Y TENDRÁS"