La mañana se tiñó de penumbras entre la neblina y las sombras proyectadas por el dosel de árboles en aquel bosque frío. Las aves cantaban de manera extraña, como anunciando peligros en cada recodo, y detrás de cada loma. No se percibía el brillo habitual que le daba un toque especial a cada amanecer desde el comienzo del invierno.
El joven pastor daba pasos rápidos, saltando troncos caídos y haciendo llamados constantes a su oveja perdida. Pasaron horas enteras mientras recorría kilómetros de terreno sin lograr nada.
La expresión derrotada de su rostro solo era superada por su temor de no saber la suerte de su animal.
—¿La encontraste? —preguntó su madre.
El meneó la cabeza en respuesta. Jamás había perdido una de sus ovejas, pero ahora se sumaba a una lista de pastores que aseguraban haber sufrido lo mismo, solo que los demás encontraban cadáveres despedazados sin poder identificar qué los mató.
Los rumores crecieron como bruma en un mar agitado. Pronto la gente de la apacible población de granjeros y criadores comenzó a hablar de una terrible amenaza, de un nuevo depredador que sentía predilección por las ovejas y las asesinaba sin dejar rastro para identificarlo.
Mientras más animales aparecían muertos en el bosque, más crecía el temor para los habitantes, que ni siquiera se atrevían a caminar por los senderos, imaginado que serían las siguientes víctimas del misterioso atacante. Los pastores, sin embargo, lejos de sentir temor, se enardecían de rabia con cada nueva matanza, y se propusieron iniciar la cacería de la bestia del bosque que les estaba causando pérdidas.
—¡Sabemos que no se trata de un oso porque no hay muestras de zarpazos en los cuerpos! —exclamo uno de los pastores.
—¡Tampoco son perros salvajes! Ellos muerden las piernas y laceran los muslos de las ovejas. No hemos encontrado nada como eso hasta ahora —señaló otro pastor.
—Entonces, ¿Qué clase de animal ataca directo al cuello, y luego se come toda la parte carnosa? —preguntó alguien, señalando los indicios conocidos hasta el momento.
—¡Yo sé que animal mata y come justo así! —aseguró un hombre entre ellos. Era un sujeto conocido entre los lugareños como cazador de experiencia. Alguien que llegó del extranjero donde acostumbraba a cazar animales salvajes por deporte o encargo. Si bien llevaba algún tiempo viviendo en la aldea cercana al bosque, aún no gozaba de la confianza absoluta de sus vecinos.
—Y, según usted, ¿Qué animal es el responsable de los ataques?
—¡Un lobo!
Todos rieron al escucharlo. Les parecía una broma divertida dada las circunstancias. El cazador los miró seriamente, y luego de unos instantes, recogió la manga de su camisa, mostrando unas notables cicatrices en su fornido brazo y dejando ver la empuñadura de su cuchillo. Se produjo un silencio incómodo entonces. Las risas se agotaron lentamente, y todos lo miraban esperando escuchar sus palabras.
—Los lobos —dijo frotándose el brazo— son animales muy territoriales. Cuando vivía en el Este, la gran hambruna llevó a muchas familias a cazar su propia comida en las montañas, pero los lobos competían con los humanos por el alimento. Un lobo solitario nos encontró a mi padre y a mí. Saltó sobre mi padre mordiéndole el cuello, lo mató en el acto. Después se lanzó sobre mí, colgándose de mi brazo. Yo alcancé mi cuchillo, y se lo clavé en el costado —dijo quedándose luego en silencio.
Los pastores se miraban unos a otros sin saber qué responderle, hasta que uno de ellos dijo:
—Desde hace unos cien años, no se ha visto un solo lobo en este bosque. Nuestros antepasados prácticamente los extinguieron en este lugar. El Este es muy lejos de aquí, es imposible que los lobos hayan subido las montañas para luego venir a buscar nuevos territorios.
—¡Claro que pueden atravesar las montañas y llegar hasta aquí! —exclamó el cazador. Esas fieras recorren literalmente miles de kilómetros sin problemas.
—Los lobos han sido protegidos en muchos territorios, si su población creció, es posible que llegaran hasta aquí —señaló un pastor.
—Si lo que dices es cierto, entonces deberíamos tener muchos más cadáveres de los que hemos visto hasta ahora —indicó uno de los pastores más viejos.
—No, mi apreciado amigo —replicó el cazador— si lo que digo es cierto, entonces están por ver muchas más ovejas muertas de las que tienen hasta ahora —y extendiendo el brazo, les arrojó una pata de lobo sobre la mesa, como prueba de que ese era el culpable de los ataques.
Todos miraron la pata de lobo, y entendieron que el cazador tenían razón.
—Los lobos cazan en manadas, así que hay otros más allá afuera, asechando sus rebaños para obtener una comida fácil, pero yo puedo ayudarlos a recuperar la calma y el sosiego, por una pequeña recompensa naturalmente.
—¿Qué pide usted señor cazador para hacerse cargo de los lobos?
El cazador dibujó una media sonrisa en su rostro. Su mirada era la de un hombre que sentía que al fin había llegado la oportunidad que esperaba. No la ocasión de hacerse millonario, ni mucho menos convertirse en el héroe de los habitantes, sino la oportunidad de obtener venganza.
Se puso de pie y puso las manos sobre su cintura, mirando a cada hombre presente en la reunión. Su figura era imponente, su altura y el ancho de su espalda parecían ser suficiente argumento de su capacidad para hacer el trabajo. Sacó un papel de su bolsillo, y lo colocó en la mesa delante de ellos.
Uno de los pastores lo tomó, y luego de leerlo le preguntó:
—¿Es todo lo que pedirá?
The morning was tinged with gloom amidst the mist and shadows cast by the canopy of trees in that cold forest. The birds sang strangely, as if announcing dangers at every bend and behind every hill. There was not the usual brightness that gave a special touch to every dawn since the beginning of winter.
The young shepherd took quick steps, jumping over fallen logs and making constant calls to his lost sheep. Whole hours passed as he traversed miles of terrain to no avail.
The defeated expression on his face was only surpassed by his fear of not knowing the fate of his animal.
-Did you find it? -asked his mother.
He shook his head in response. He had never lost one of his sheep before, but now he joined a list of shepherds who claimed to have suffered the same thing, only the others found torn carcasses without being able to identify what killed them.
The rumors grew like mist on a rough sea. Soon the people of the peaceful population of farmers and breeders began to speak of a terrible threat, of a new predator that had a predilection for sheep and killed them without leaving a trace to identify it.
The more animals appeared dead in the forest, the more fear grew for the inhabitants, who did not even dare to walk the trails, imagining that they would be the next victims of the mysterious attacker. The shepherds, however, far from feeling fear, were inflamed with rage with each new slaughter, and set out to hunt down the beast of the forest that was causing them losses.
-We know it's not a bear because there are no signs of claws on the bodies! -exclaimed one of the shepherds.
-They are not wild dogs either! They bite the legs and tear the thighs of the sheep. We haven't found anything like that so far," said another shepherd.
-Then what kind of animal attacks the neck directly, and then eats all the fleshy part? -someone asked, pointing to the clues known so far.
-I know what kind of animal kills and eats just like that! -said a man among them. He was a guy known among the locals as an experienced hunter. Someone who came from abroad where he used to hunt wild animals for sport or on commission. Although he had been living in the village near the forest for some time, he did not yet enjoy the absolute trust of his neighbors.
-And, according to you, what animal is responsible for the attacks?
-A wolf!
They all laughed when they heard it. It seemed like an amusing joke under the circumstances. The hunter looked at them seriously, and after a few moments, he pulled up his shirt sleeve, revealing some noticeable scars on his beefy arm and revealing the hilt of his knife. There was an awkward silence then. The laughter slowly died down, and everyone looked at him waiting to hear his words.
-Wolves," he said, rubbing his arm, "are very territorial animals. When I lived in the East, the great famine drove many families to hunt their own food in the mountains, but the wolves competed with the humans for food. A lone wolf found my father and me. It jumped on my father biting his neck, killing him on the spot. Then he lunged at me, hanging onto my arm. I reached for my knife, and plunged it into his side," he said, then fell silent.
The shepherds looked at each other, not knowing what to say, until one of them said:
-For about a hundred years now, not a single wolf has been seen in this forest. Our ancestors practically extinguished them in this place. East is so far from here, it's impossible for wolves to have climbed the mountains and then come looking for new territories.
-Of course they can cross the mountains and come here! -the hunter exclaimed. These beasts can literally travel thousands of miles without any problems.
-The wolves have been protected in many territories, if their population grew, it is possible that they came here," said a shepherd.
-If what you say is true, then we should have many more carcasses than we have seen so far," said one of the older shepherds.
-No, my dear friend," replied the hunter, "if what I say is true, then you are about to see many more dead sheep than you have so far," and extending his arm, he threw a wolf's paw on the table as proof that this was the culprit of the attacks.
They all looked at the wolf's paw, and understood that the hunter was right.
-The wolves hunt in packs, so there are others out there, stalking their flocks for an easy meal, but I can help them regain calm and quiet, for a small reward naturally.
-How much are you asking, Mr. Hunter, to take care of the wolves?
The hunter drew a half smile on his face. His look was that of a man who felt that the opportunity he had been waiting for had finally arrived. Not the chance to become a millionaire, let alone become the hero of the inhabitants, but the chance to get revenge.
He stood up and placed his hands on his waist, looking at each man present at the meeting. His figure was imposing, his height and the width of his back seemed to be argument enough of his ability to do the job. He took a piece of paper out of his pocket, and placed it on the table in front of them.
One of the shepherds took it, and after reading it asked him:
-Is that all you will ask?
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Fantastic!!discovery 30
Muchas gracias amigo!!!
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@latino.romano
Interesante relato, pero me dejaste con la incognita ¿qué pidió?, siento algo que no se explicar.
Es un final abierto... Quizá continúe...
Ah en ese caso es más emocionante si le escribes al final ¡Continuará!
Excelente trabajo amigo latino.
Muy buen relato, me dejó en suspenso...
Me imagino que continuará
Saludos