Pablo y Silas habían sido agredidos por una multitud, golpeados por soldados, apedreados y arrojados a una oscura cisterna que servía de celda en una prisión de alta seguridad. No se quejaron ni se enfocaron en sus problemas, reaccionaron orando y cantando, porque sus corazones estaban firmemente puestos en el Señor y en todo lo que Él había hecho por ellos, sabían que Él sería fiel para librarlos, e incluso en las peores situaciones Dios es digno de nuestra alabanza.
Silas no meditó sobre esa circunstancia que estaba viviendo ni se desesperó por su situación, más bien la fe llenó su corazón. Cuando Silas y Pablo alzaron sus voces en alabanza al Señor, un violento terremoto sacudió la prisión. Su testimonio fue tan asombroso que el carcelero y toda su familia se salvaron.
Si estás pasando por alguna circunstancia adversa, no dejes de confiar en Dios por abrumador que sea, solo crea que ningún problema está fuera de tu alcance.
Y recuerde que debemos alabar al Señor en cualquier circunstancia de nuestra vida y darle toda la gloria y el poder al que vive y reina por toda la eternidad.