Como un becerrito lindo

Como un becerrito lindo, dicen los niños. Así dice la canción, y cuando vi a estos morochos o gemelos becerros, este diciembre pasado el 24 para ser exacto, mi esposa, mis dos hijas y yo la pasamos en la casa de mis suegros en Guárico, y pues nada, hice una actualización de fotos para el concurso "Observa, piensa y escribe".

Bueno, en realidad solo fueron unas pocas fotos y entre esas fotografías para el concurso están estos becerritos. Mis hijas y mis sobrinas, que viven en el Zulia, estaban encantadas con estos pequeños animales. Como eran tan parecidos, ellas estaban haciendo una competencia y se pusieron a buscar diferencias y similitudes entre los dos becerros.

Yo solo escuchaba y por supuesto que también me reía de las ocurrencias de las niñas. La imaginación entre ellas era algo genial, pero después entró el tema de la ciencia. Y digo ciencia porque mi hija menor está en tercer año de bachillerato; en biología le están dando leyes de Mendel. Ella estaba muy feliz explicándole a sus primas más pequeñas todo lo referente a los genes dominantes, los genes recesivos y todo lo que tenía que ver con esa área que ella sabe, sacando conclusión del porqué ambos becerros salieron marrón, por qué eran morochos y no gemelos. Parecía toda una científica. Luego entró mi hija mayor, que está en la universidad viendo algo en su materia de biología. Entre esas cosas, apoyaba o complementaba lo que su hermanita decía con respecto a los genes y cómo es que cada uno juega un papel muy importante en la genética de los humanos y los animales.

Cuando estaban explicando allí no me reí, solo escuché muy atento cómo ellas daban sus clases. No sé, por un momento pensé, guao, parece que estas dos hijas mías llevan el gen de profesores, como lo son sus padres, con genes dominantes hacia esa área de la educación.

Este diciembre fue una experiencia inolvidable. No solo disfrutamos de la compañía familiar y la belleza del campo, sino que también pude ver cómo el amor por el conocimiento y la enseñanza florece en mis hijas. Me llenó de orgullo ver cómo compartían lo que sabían y cómo se apoyaban mutuamente en su aprendizaje. Sin duda, estos momentos son los que atesoro y me hacen reflexionar sobre el legado que dejamos a las próximas generaciones. La ciencia, la educación y el amor familiar son, sin duda, nuestras verdaderas herencias.

Like a Cute Calf

Like a cute calf, the children say. That's what the song says, and when I saw these twin calves, this past December 24th to be exact, my wife, my two daughters, and I spent the day at my in-laws' house in Guárico. And well, I updated my photos for the "Observe, Think, and Write" contest.

Well, actually, it was just a few photos, and among those photos for the contest are these little calves. My daughters and my nieces, who live in Zulia, were delighted with these little animals. Since they were so similar, they decided to have a competition and started looking for differences and similarities between the two calves.

I was just listening, and of course, I was also laughing at the girls' antics. Their imagination was something amazing. But then the topic turned to science. And I say science because my younger daughter is in her third year of high school, studying Mendel's laws in biology. She was very happy explaining to her younger cousins everything about dominant genes, recessive genes, and everything related to that area she knows. She was drawing conclusions about why both calves were brown, why they were twins, and not identical. She looked like a real scientist. Then my older daughter, who is in college, joined the conversation. She's also studying something related to biology. She supported or complemented what her little sister was saying about genes and how each one plays a crucial role in the genetics of humans and animals.

While they were explaining, I didn't laugh; I just listened very attentively to how they were giving their lessons. For a moment, I thought, wow, it seems like these two daughters of mine have the gene of teachers, just like their parents, with dominant genes in the area of education.

This December was an unforgettable experience. Not only did we enjoy family company and the beauty of the countryside, but I also saw how the love for knowledge and teaching flourishes in my daughters. It filled me with pride to see how they shared what they knew and how they supported each other in their learning. Without a doubt, these moments are the ones I treasure and make me reflect on the legacy we leave to future generations. Science, education, and family love are, without a doubt, our true heritage