Te acompaño en el sentimiento. En la panadería y el super. resisto la tentación sin problemas, pero puestas sobre la mesa, la situación cambia y dejo a un lado los buenos propósitos y peco sin remordimiento.
Total, parece que hasta el agua engorda. Ja, ja.
Buen apetito y mejor provecho.
Cuando están en la mesa, ya es inevitable. Por suerte, la que puede comprarlas en casa soy yo, así que a la mesa no llegan! jaja