Hay dos formas de vivir la vida, una de ellas es, viviendo al máximo con lo que tenemos y está en nuestras manos el día de hoy y las oportunidades que podemos construir hacia el futuro.
La otra forma de vivir la vida es comparando lo que tenemos entre nuestras manos con lo que otra persona tiene entre las suyas.
Es frustrante, agotador, evaluar constantemente nuestra vida en función de lo que han hecho otros, de lo que son, de lo que han logrado.
Es natural que realicemos estas comparaciones, sobre todo cuando tenemos algo en común con estas personas, sea la edad, el lugar de donde venimos, la profesión. Es válido que también esto sea para nosotros una referencia, inspiración.
Sin embargo, la comparación constante con el otro trae un mal aún mayor y es la autocrítica. Y en ocasiones, con esa voz crítica, podemos llegar a ser bastante duros con nosotros mismos. Innecesariamente, y, sobre todo, en ocasiones en las cuales lo que más necesitamos es autocompasión.
Cuando observamos vidas externas, solo vemos lo que ellos nos presentan, "el lado bonito" de su historia, lo que eligen mostrarle al mundo. Sin embargo, ninguna vida es tan buena ni está tan resuelta.
La vida en sí misma es como una montaña rusa, con subidas y bajadas. Si creemos que alguna persona siempre está arriba nos equivocamos. Todos tenemos costuras, roturas, hemos cometido errores y tropiezos. Algo que también sucede es que algunas personas hacen muy evidentes sus problemas y defectos, al alcance de todos. Algunos otros serán más reservados, pero lo cierto es que vidas perfectas no existen.
Desmantelar ese ideal de perfección nos ayuda a ser más agradecidos con lo que tenemos hoy, y también a ver con más claridad las posibilidades y oportunidades que tenemos para construir aquello que es importante para nosotros.
There are two ways to live life, one is by living to the fullest with what we have in our hands today and the opportunities we can build for the future.
The other way to live life is to compare what we have in our hands with what someone else has in theirs.
It is frustrating, exhausting, to constantly evaluate our life in terms of what others have done, what they are, what they have achieved.
It is natural for us to make these comparisons, especially when we have something in common with these people, be it age, where we come from, profession. It is valid that also this is for us a reference, an inspiration.
However, the constant comparison with the other brings an even greater evil and that is self-criticism. And sometimes, with this critical voice, we can become quite hard on ourselves. Unnecessarily, and, above all, on occasions when what we need most is self-pity.
When we look at external lives, we only see what they present to us, “the pretty side” of their story, what they choose to show the world. However, no life is that good and no life is that resolved.
Life itself is like a roller coaster, with ups and downs. If we think that any person is always up we are wrong. We all have seams, breaks, we've all made mistakes and stumbles. Something that also happens is that some people make their problems and flaws very obvious, available to everyone. Some others will be more reserved, but the truth is that perfect lives do not exist.
Dismantling that ideal of perfection helps us to be more grateful for what we have today, and also to see more clearly the possibilities and opportunities we have to build what is important to us.
Todas las imágenes de esta publicación son de mi autoría, editadas en snapseed. El contenido también es original y propio.
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