Un viaje a través de las etapas de la vida

in Humanitas6 days ago

El vals del tiempo

Hace poco, conversando con mi hijo de cuatro años, le comenté algo sobre cómo él crecerá y yo me haré viejita, con arrugas y todo. Su reacción fue una mezcla de risa y sorpresa, me dijo que no me pondría viejita porque él me iba a planchar. ¡Me morí de la risa! Pero más allá de la anécdota, me hizo reflexionar sobre el paso del tiempo.


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Y es que, inevitablemente, el tiempo pasa. Lo único que nos queda de ese transcurrir son los recuerdos, las experiencias vividas y, por supuesto, el aprendizaje que obtenemos de cada una de ellas. La vida se vive día a día, y con cada día cumplimos un ciclo más en este mundo. Un día somos niños jugando sin preocupaciones, y al siguiente, ¡pum!, somos adultos responsables (o al menos lo intentamos).

¿Cómo entender todo esto del ciclo de la vida? Creo que la clave está en vivir el presente. Ni aferrarnos al pasado, ni angustiarnos por el futuro. Simplemente estar aquí, ahora. Últimamente, me preocupa ver a niñas de diez años obsesionadas con el "skincare". Ojo, no estoy en contra del cuidado personal, ¡al contrario! Pero, ¿realmente a esa edad debería ser una prioridad?

En mi opinión, no. Siento que se están saltando etapas importantes. Es como si quisieran acelerar el proceso, cuando lo lindo de la vida está precisamente en disfrutar cada momento. Es fácil decir que la vida se nos fue en un abrir y cerrar de ojos, pero ¿realmente fue así? ¿O será que no supimos disfrutar el camino? ¿Será que nos dejamos llevar por el estrés y las prisas?


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Pienso que debemos aprender a vivir cada etapa de nuestra vida plenamente. Hay que dejar que un niño sea niño, que un adolescente viva su adolescencia. No podemos pretender que un niño tenga las responsabilidades de un adulto, ni que un adulto se comporte como un niño (al menos no todo el tiempo).

Porque, ¿qué pasa cuando no vivimos nuestras etapas a tiempo? Vemos adultos que quieren volver a ser niños, o que arrastran traumas por no haber disfrutado su infancia o adolescencia. Es como si les faltara una pieza importante en su rompecabezas.

Pero al mismo tiempo, también es importante entender que cada etapa llega a su fin. Y con cada nueva etapa, llegan nuevas responsabilidades, nuevos desafíos, pero también nuevas oportunidades de crecimiento y aprendizaje. Es un ciclo constante de transformación.

En mi propia experiencia, he aprendido a apreciar cada etapa. Recuerdo mi infancia con cariño, llena de juegos y travesuras. Luego vino la adolescencia, con sus cambios y sus primeras experiencias. Y ahora, como adulta, disfruto de otras cosas, como ver crecer a mi hijo y construir mi propio camino.

No se trata de idealizar una etapa sobre otra, sino de aceptarlas todas como parte de un todo. Cada una tiene su propia magia, sus propios desafíos y sus propias recompensas. No podemos pretender detener el tiempo, pero sí podemos elegir cómo vivirlo.

Así que, mi consejo (si me permiten dar uno) es que vivamos el presente, que disfrutemos cada instante, que dejemos que los niños sean niños y que los adultos asuman sus responsabilidades con madurez. Que no nos saltemos etapas, que no queramos correr antes de caminar.

Porque al final, la vida es un viaje, no una carrera. Y lo importante no es llegar a la meta lo más rápido posible, sino disfrutar del paisaje, de las personas que nos acompañan y de cada experiencia que vivimos en el camino.

Últimamente, he cambiado mi perspectiva y ya no deseo que el tiempo pase rápido, aunque a veces me sienta abrumada. Como dice mi papá, "si duele, es que estás viva". Y tiene toda la razón. Simplemente quiero vivir, quiero aprender, quiero disfrutar cada instante. Nadie dijo que sería fácil, pero eso es la vida: vivirla con sus pros y sus contras. ¡A vivir el presente se ha dicho!


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