No soy perfecta, y eso está genial

in Humanitas5 days ago

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¿Cuántas veces hemos escuchado aquello de "no todos servimos para todo, pero todos servimos para algo"? Es como un mantra que se repite en nuestra cabeza, especialmente cuando nos enfrentamos a nuestras propias limitaciones. A mí, personalmente, me resuena fuerte cuando pienso en las matemáticas. Esa asignatura fue mi kryptonita escolar. Recuerdo las horas interminables tratando de entender ecuaciones que parecían escritas en otro idioma y la frustración de no poder resolver los problemas más sencillos.

La tabla del multiplicar fue mi lucha. Mi papá, con la mejor intención del mundo, intentó enseñarme y, bueno, digamos que no fue la mejor experiencia de mi vida. ¡Aún tengo pesadillas con la tabla de multiplicar! En lugar de despertar mi curiosidad, sus clases me generaban un estrés que me bloqueaba por completo. Y lo peor es que, con el paso de los años, ese miedo se arraigó en mí, convirtiendo las matemáticas en un tema tabú.

Pero ojo, no soy la única que tiene sus puntos débiles. Hay quienes se pierden en las calles más conocidas, otros que no pueden distinguir su derecha de su izquierda, y algunos que queman el agua. ¡Sí, has leído bien, quemar el agua! Todos tenemos esas habilidades que se nos resisten, esas áreas en las que nos sentimos menos seguros. Y eso está completamente bien.

¿Por qué nos sentimos tan mal cuando no somos buenos en algo? A veces, creo que es porque tenemos miedo de lo desconocido, de lo que no dominamos. Es como adentrarnos en una selva sin mapa, sin saber si encontraremos un tesoro o una fiera. El miedo al fracaso nos paraliza y nos impide explorar nuevas posibilidades.

Las redes sociales no ayudan mucho en este sentido. Ves a tus amigos tocando el piano como virtuosos o cocinando platos dignos de un restaurante Michelin y te preguntas: "¿Qué estoy haciendo mal?". Pero recuerda, todos tenemos filtros y nadie muestra sus peores momentos en Instagram. La comparación constante nos lleva a sentirnos inadecuados y a menospreciar nuestros propios logros.

La clave está en aceptar que no somos perfectos. Todos tenemos nuestras fortalezas y nuestras debilidades. Y está bien. De hecho, es lo que nos hace únicos. Al aceptar nuestras limitaciones, liberamos una gran cantidad de energía que podemos invertir en desarrollar otras áreas de nuestra vida.

En lugar de centrarnos en lo que no somos capaces de hacer, deberíamos enfocarnos en lo que sí somos buenos. ¿Te gusta escribir? ¿Eres un experto en organizar fiestas? ¿Tienes una habilidad innata para hacer reír a la gente? Cada uno de nosotros tiene talentos y habilidades únicas que nos hacen especiales.

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Todos podemos aprender algo de los demás, incluso de aquellos que son buenos en las cosas en las que nosotros fallamos. Observa cómo lo hacen, pregunta, practica y, lo más importante, ¡disfruta del proceso! La colaboración y el aprendizaje mutuo son fundamentales para nuestro crecimiento personal.

Aprender algo nuevo requiere tiempo y esfuerzo. No te desanimes si al principio te cuesta. La perseverancia es la clave del éxito. Con práctica y paciencia, podrás mejorar en cualquier área que te propongas.

No te centres solo en los grandes objetivos. Celebra los pequeños triunfos, por más insignificantes que parezcan. Cada paso que das te acerca a donde quieres llegar. Reconocer y valorar nuestros logros nos motiva a seguir adelante.

Al final del día, lo importante es ser feliz y hacer lo que nos gusta. No te dejes limitar por tus debilidades. Explora nuevas posibilidades, sal de tu zona de confort y descubre todo lo que eres capaz de hacer. El mundo está lleno de oportunidades, solo tienes que estar dispuesto a aprovecharlas.

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Me suena esa frase de no todos servimos para todos... Jajaja... Lo importante es que en ese algo que somos buenos demos lo mejor de nosotros.

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