Por supuesto que sí. Aunque en estos tiempos la apariencia es muy importante, no significa que podamos juzgar a una persona por su apariencia. Por ejemplo: La forma de vestir de Juan el Bautista (Pelo de camello y un cinturon de cuero) no le impedía ejercer como profeta. Jesús, el maestro de maestros, no vestía como los escribas y los fariseos, pero su autoridad era superior a la de ellos. Nosotros somos quienes somos y no lo que parecemos. Somos lo que Dios ha determinado lo que somos y no lo que el mundo puede decir de nosotros.
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