¡Hola chicos y chicas amantes de los libros! Hoy decidí colocarme un nuevo reto, hace mucho tiempo he tenido ganas de sentarme a escribir un libro, capitulo por capitulo; pero en realidad nunca he tenido mucha constancia, así que para tener más responsabilidad sobre mí, decidí ir compartiendo los avances de cada capítulo con ustedes. Espero este ejercicio me ayude a ser más constante y también me ayude a mejorar todas esas fallas que de seguro tengo al escribir. Y por otra parte, también me mantendrá un poco más activa en esta comunidad.
Así que sin más preámbulo, les comparto el primer capítulo.
El señor y la señora Ferrer estaban casados desde hace 10 años y estuvieron buscando todo ese tiempo un pequeño retoño que llenara su vida de felicidad; habían decidido rendirse, cuando ocurrió el esperado milagro. La ausencia del periodo menstrual, junto a unas molestas náuseas mañaneras, hicieron que Carisa decidiera realizarse una prueba de embarazo, que salió positiva y los mantuvo sobre una nube por los nueve meses del embarazo.
La pequeña Ava Paulette, nació una lluviosa tarde del mes de abril. Llegó como un sol, alumbrando todo a su paso, haciendo a las nubes ocultarse ante su belleza. Sus padres la recibieron con todo el amor que tenían para dar; era su primera bebé, su niñita arduamente esperada.
Era sorprendente que ya hubiese pasado un año desde ese momento y que justo ahora se encontraban celebrando el acontecimiento. Una reunión familiar, llena de risas y felicidad, marcaba el fin de una etapa; los primeros doce meses de Ava, que estuvieron cargados de aprendizajes, enseñanzas, llantos, desesperación, alegrías y quizá un poco de ansiedad, al ser sus primeras experiencias, habían llegado a su fin; trayendo consigo un millón de nuevos caminos que debían recorrer como lo habían hecho hasta ahora, tomados de la mano y ayudándose el uno al otro.
Ava se merecía esa familia unida y feliz y ellos estaban dispuestos a dársela.
Lo que ninguno se esperaba, es que el camino hacia el segundo año, estaría lleno de muchos escombros que debían esquivar, altas montañas que debían escalar y que tendrían como finalidad fortalecerlos o desmoronar lo que con tanto esfuerzo habían logrado.
—Ven pequeña Ava, ven con papá— Decía Pablo mientras extendía sus brazos hacia Ava, quien estaba aprendiendo a caminar entre risas y felicidad. En una de las piernas de la pequeña, se veía una gran mancha, que al principio era café claro, pero con el paso de los meses se estaba convirtiendo en un color rojo intenso, que los tenía muy preocupados. Pero hasta ahora los médicos no creían que estuviera influyendo el estado de salud de Ava Paulette.
Estaban en un período de receso con la salud de Ava, habían tenido unos meses difíciles, internados en hospitales dos veces por mes, a causa de infecciones de orina y neumonías; las defensas de su cuerpo no estaban funcionando bien, por lo que se enfermaba muy seguido. Pero ahora se encontraba bien y disfrutando de un tiempo de tranquilidad, sin dejar de tomar sus vitaminas, claro está.
Así siguieron pasando los meses, pocas semanas en la casa y el resto en hospitales. Ava tenía un séquito de médicos girando a su alrededor y ninguno había logrado dar con el motivo de sus bajas defensas, la alimentaban bien, sus vitaminas estaban siendo administradas normalmente, sus vacunas estaban al día. Simplemente había algo que no estaba bien; habían hecho sin fin de pruebas, pues por un momento pensaban que sería leucemia, pero todo había salido bien. Era un misterio sin respuesta.
Al año y nueve meses ya esos pequeños bracitos tenían moretones por dónde se les mirara, en alguna ocasión habían tenido que administrarle tratamiento utilizando las venas de los talones, debido a que ya los brazos estaban colapsados.
A pesar de todos esos problemas, Ava seguía siendo la misma pequeña alegre, contagiaba a todos con una sonrisa; sus brincos en la camilla cuando era la hora de comer y esos gritos agudos que su garganta soltaba al jugar; sus bracitos, a pesar de estar tan débiles, se movían con gran emoción cuando veía a su papá.
—Nuestra pequeña mueve sus brazos como un colibrí sus alas, al verte; es muy feliz si tú estás acá— Le comentaba cariñosamente Carisa a su esposo Pablo.
—Me alegra mucho ver a mi pequeña colibrí feliz, su sonrisa disminuye un poco nuestra carga— Respondió Pablo a su esposa.
Lo que había dicho era verdad, estaba tan preocupado los últimos meses por su hijita, pero verla con una sonrisa hasta en los peores momentos, le hacía saber que su pequeña era una gran luchadora y que tendría a su colibrí por un largo, largo tiempo.
Había pasado el tiempo y quedaba solo una semana para el segundo cumpleaños de Ava; no tenían planeado festejar, puesto que justo ahora se encontraban en un hospital, habían tenido unos días poco agradables.
Era viernes, el día anterior al cumpleaños del pequeño colibrí, los médicos decidieron darles el alta, para que pudieran descansar en casa unos días, ya Ava se encontraba un poco mejor y no habría ningún problema si estaban en su casa.
El sábado en la mañana la casa estaba en absoluto silencio, todos dormían plácidamente, para poder dejar a un lado el estrés de todos los días anteriores. En horas de la tarde, llegaron de manera sorpresiva los padres de Pablo y Carisa, con parte de su familia; llevaban una pequeña torta y muchos regalos para quien era la consentida del hogar.
Carisa y Pablo sintieron que no estaban solos y amaron ese gesto de sus familia, decidiendo asi, tener una pequeñita reunión, para agradecer más que todo, la vida de su pequeño colibrí.
El lunes, Ava jugaba felizmente con los regalos que su familia le había entregado, soltaba risitas que eran música para los oídos de su madre. El teléfono de la casa sonó, Carisa respondió rápidamente, uno de los doctores, los citaban esa misma tarde en el hospital, pues tendrían que hablar de un tema muy importante.
Carisa dió la información a su esposo, y juntos se dirigieron al hospital. Estaban nerviosos, pensaban que los médicos habían encontrado algo malo en las últimas pruebas y sus miedos eran imparables.
Al entrar al consultorio, el médico les saludó amablemente, esbozando una pequeña sonrisa que hizo disminuir el pánico que los esposos Ferrer estaban sintiendo.
—Los he llamado el día de hoy, porque tengo una noticia que compartir con ustedes- Decía el doctor Edgar mientras tomaba unos papeles y se los daba para que los leyeran- Una industria farmacéutica con la que tenemos un tiempo trabajando, ha sacado una nueva vacuna que promete elevar la producción de defensas. Hemos estado estudiando el funcionamiento, junto con todos los estudios que le hemos realizado a la pequeña Ava, y nuestra recomendación para ustedes es que le sea administrada. Dicha vacuna podría disminuir en gran proporción la presencia de bacterias en la orina y podría crearle propios anticuerpos para que una simple gripe no se convierta en una neumonía. Podríamos decir que Ava comenzará a tener una vida normal, dentro de lo común, claramente sin perder en vista sus avances. Tendríamos contacto directo con ustedes semanalmente, para poder observar la evolución que tendrá su organismo.
Era mucha información para asimilar, básicamente les estaban diciendo que Ava podría tener una vida normal, no creían que hubiese nada malo en todo aquello. Estaban dispuestos a hacer cualquier cosa para darle felicidad a su hija.
—¿Qué tendríamos que hacer para que puedan aplicarle la vacuna?— Preguntó Pablo al médico, pensando en lo costosa que saldría.
—Solo deben darnos autorización para hacerlo, la farmacéutica ha distribuido algunas ampollas, para que puedan ser utilizadas por las personas que más la necesiten y Ava es una de ellas sin lugar a dudas.— Le respondió el doctor, aliviando un poco sus pensamientos.
—Es una vacuna que debe ser aplicada con dos o tres años de frecuencia— Siguió explicando el doctor— Pero ya veremos cómo va mejorando el organismo de Ava, para poder establecer una rutina de aplicación.
Carisa estaba tan contenta, lágrimas surcaban sus mejillas. Quizá habría una solución a sus problemas, quizá sus días ya no serían de constante preocupación. La luz empezaba a verse al final del túnel.
Pero la pregunta era ¿El túnel seguiría abierto para ellos?
Estaré publicando el siguiente capítulo lo más pronto posible ¡Esperalo!
¡Gracias por leer y apoyar mi publicación!
Contenido totalmente propio y original.
La portada fue creada para este libro, por lo tanto se utilizará como referencia en todos los avances posteriores a esta publicación.
Banners, separadores y la misma portada, fueron creados en Canva.
Texto traducido con DeepL.
Hi guys and girls book lovers! Today I decided to set myself a new challenge, I've been wanting to sit down and write a book chapter by chapter for a long time, but I've never really had much consistency, so to have more responsibility on me, I decided to share the progress of each chapter with you. I hope this exercise will help me to be more consistent and also help me to improve all those faults I surely have when writing. And on the other hand, it will also keep me a little more active in this community.
So without further ado, I share with you the first chapter.
Mr. and Mrs. Ferrer had been married for 10 years and had been looking all that time for a little baby to fill their life with happiness; they had decided to give up, when the expected miracle happened. The absence of the menstrual period, together with some annoying morning sickness, made Carisa decide to take a pregnancy test, which came out positive and kept them on a cloud for the nine months of the pregnancy.
Little Ava Paulette was born one rainy afternoon in April. She arrived like a sun, illuminating everything in her path, making the clouds hide before her beauty. Her parents welcomed her with all the love they had to give; she was their first baby, their long-awaited little girl.
It was surprising that a year had already passed since that moment and that they were just now celebrating the event. A family reunion, full of laughter and happiness, marked the end of a stage; Ava's first twelve months, which were full of learning, teaching, crying, despair, joy and perhaps a little anxiety, being her first experiences, had come to an end; bringing with them a million new paths that they had to walk as they had done so far, holding hands and helping each other.
Ava deserved that united and happy family and they were willing to give it to her.
What none of them expected was that the road to the second year would be full of many debris to dodge, high mountains to climb that would either strengthen them or crumble what they had achieved with so much effort.
-Come little Ava, come with daddy," said Pablo as he extended his arms to Ava, who was learning to walk amidst laughter and happiness. On one of the little girl's legs, there was a large spot, which at first was light brown, but as the months went by it was turning into an intense red color, which had them very worried. But so far the doctors did not believe it was influencing Ava Paulette's state of health.
They were in a period of recess with Ava's health, they had had a difficult few months, hospitalized twice a month, because of urine infections and pneumonia; her body's defenses were not working well, so she got sick very often. But now she was well and enjoying some quiet time, without stopping taking her vitamins, of course.
So the months went on, a few weeks at home and the rest in hospitals. Ava had an entourage of doctors revolving around her and none of them had managed to find the reason for her low defenses, she was being fed well, her vitamins were being administered normally, her vaccinations were up to date. There was just something not right; they had done endless tests, because for a moment they thought it was leukemia, but everything had been fine. It was an unanswered mystery.
At one year and nine months those little arms were already bruised everywhere you looked, and on some occasions they had had to administer treatment using the veins in the heels, because the arms were already collapsed.
In spite of all those problems, Ava was still the same cheerful little girl, she would infect everyone with a smile; her jumps on the stretcher when it was time to eat and those high-pitched screams that her throat would let out when playing; her little arms, in spite of being so weak, would move with great excitement when she saw her daddy.
-Our little one moves her arms like a hummingbird moves its wings when she sees you; she is very happy if you are here," Carisa commented affectionately to her husband Pablo.
-I am very happy to see my little hummingbird happy, her smile lightens our burden a little," Pablo replied to his wife.
What he had said was true, he had been so worried the last months about his little daughter, but seeing her with a smile even in the worst moments, let him know that his little girl was a great fighter and that he would have his hummingbird for a long, long time.
Time had passed and there was only a week left until Ava's second birthday; they had no plans to celebrate, since they were in the hospital right now, they had had a few unpleasant days.
It was Friday, the day before the little hummingbird's birthday, the doctors decided to discharge them, so they could rest at home for a few days, Ava was feeling a little better and there would be no problem if they were at home.
On Saturday morning the house was in absolute silence, everyone was sleeping peacefully, in order to leave aside the stress of all the previous days. In the afternoon, Pablo and Carisa's parents arrived surprisingly, with part of their family; they were bringing a small cake and many gifts for the one who was the spoiled of the home.
Carisa and Pablo felt that they were not alone and loved this gesture from their family, deciding to have a little reunion, to be thankful more than anything else for the life of their little hummingbird.
On Monday, Ava happily played with the gifts her family had given her, giggling and giggling, which was music to her mother's ears. The house phone rang, Carisa answered quickly, one of the doctors, they had an appointment that very afternoon at the hospital, as they would have to talk about a very important matter.
Carisa gave the information to her husband, and together they went to the hospital. They were nervous, they thought that the doctors had found something wrong in the last tests and their fears were unstoppable.
As they entered the office, the doctor greeted them kindly, smiling a little smile that lessened the panic the Ferrer couple was feeling.
-I have called you today, because I have some news to share with you," said Dr. Edgar as he took some papers and gave them to you to read, "A pharmaceutical industry that we have been working with for some time has come out with a new vaccine that promises to increase the production of defenses. We have been studying how it works, along with all the studies we have done on little Ava, and our recommendation to you is that it be administered to her. Such a vaccine could greatly decrease the presence of bacteria in her urine and could create her own antibodies so that a simple flu does not turn into pneumonia. We could say that Ava will begin to have a normal life, within the ordinary, clearly without losing sight of her progress. We would have direct contact with you on a weekly basis, so that we could observe the evolution of her organism.
It was a lot of information to assimilate, basically they were telling them that Ava could have a normal life, they did not believe there was anything wrong with that. They were willing to do anything to make their daughter happy.
-What would we have to do so that they could give her the vaccine," Pablo asked the doctor, thinking about how expensive it would be.
-They only have to give us authorization to do it, the pharmacist has distributed some ampoules, so that they can be used by the people who need it the most and Ava is one of them without a doubt," the doctor answered, relieving her thoughts a little.
-It is a vaccine that must be applied two or three years frequently," the doctor continued explaining, "But we will see how Ava's organism improves, so that we can establish a routine of application.
Carisa was so happy, tears were running down her cheeks. Maybe there would be a solution to her problems, maybe her days would no longer be of constant worry. The light was beginning to show at the end of the tunnel.
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