Renazco otra vez como gusano remembrado tras ser cercenado de uno de sus extremos, superado como titán olímpico al retorno del destierro en un paraíso inhóspito. Mis tejidos reorganizan su estructura y funcionamiento, en antesala a postreros cataclismos patógenos.

Renazco en vía nueva. Ufanado me siento de recibir oportunidad de reciclamiento restaurador, del genoma torturado recién por la plaga virulenta que azota la comarca circundante del recipiente que contiene mis tripas y mis neuronas… y las tripas y neuronas de otros recipientes transgresores de la naturaleza atómica.

Renazco. Inhalo aire renovado, cargado de partículas hidro-nitro-oxigenadas. Inflama mis lóbulos respiratorios. Desacelera mi jadeo bronquial. ¡Uuuff…! Resoplo de alivio genera la agonía vencida. Buceo solemne prepara la resurrección clandestina del miedo visceral inconsciente, del ente vivo… aún vivo.

Renazco. Renazco cubierto por la sombra inmortal de reflexiones resumidas. Sí, así es… resumidas en acción limitada y finita del yo mío y, encima del yo mío, es decir, mi otro yo. Hastiado estoy de renacimientos sin notas destacadas, tronantes, que insulten la moral creativa de todo recién nacido en el cosmos del ABC humano.