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Cuando el misterio es demasiado impresionante, es imposible desobedecer.
— Antoine de Saint-Exupéry
—Señor Lozano, algo me dice que usted me está ocultando la verdad… —El detective Domínguez frunció el ceño, su expresión era una mezcla de cansancio y frustración, quería acabar con este testigo de una vez y marcharse a casa con su esposa como había planeado.
Wilmer Lozano solo se encogía en su silla con la mirada perdida y los ojos vidriosos. Parecía que iba a romper en llanto cada vez que revivía los recuerdos. Apretaba las manos como un niño castigado y murmuraba entre dientes negando con la cabeza.
—¡Ya le conté todo lo que sé! ¡De verdad! ¿Qué sentido tendría mentirle a usted ahora? Ya no soy el mismo después de todo lo que vi, siempre vivo con miedo; como si algo siempre estuviera al acecho. El pueblo de La Paz no era un lugar normal, pero todo fue culpa de ellos… ¡Ellos desataron este horror!
—¿Quiénes? —Exclamó Domínguez acercando su rostro al testigo.
—Los propios lugareños…
Hubo un silencio después de eso. El detective Domínguez se recostó en su silla mientras encendía un cigarrillo, hizo un gesto para que su testigo siguiera, parecía ya no importarle lo que Wilmer Lozano fuese a decir, solo dejó que la grabadora registrara todo el testimonio.
—Como le decía —continuó Lozano—, yo viví en La Paz para escapar del bullicio de Guayatal, quedé fascinado por la tranquilidad y la simpatía de sus habitantes. Todos eran tan laboriosos, amables y cariñosos. Era el lugar ideal para escribir mi próxima novela ya que el entorno estaba lleno de inspiración. El café era lo mejor, la amargura en su sabor era una experiencia cautivadora. Todo iba bien, no había preocupación en el pueblo, hasta que todo se convirtió en una pesadilla.
» Como usted sabe, La Paz era un lugar muy aislado, lejos de la ley de una sociedad civilizada. No tenían policía local, tampoco comunicación externa, lo único que sabemos es que era un pueblo rural cafetalero, pero no siempre fue así…
—Eso ya lo sé, señor Lozano, quiero que vaya al meollo. —Interrumpió Domínguez elevando la voz. El viejo Lozano mojó su garganta con el vaso con agua que estaba a su lado, y luego clavó sus ojos en el detective.
—Durante mi estadía allí, poco me interesaban las tradiciones religiosas de los lugareños. No sentía atracción por esas cosas, ni siquiera por fines investigativos, pues yo nunca fui un fiel seguidor de ninguna religión.
» Creía que los pueblerinos de esa región practicaban una especie de culto híbrido basado en el cristianismo; como la santería, por ejemplo, ya que el camino hacia el pueblo estaba lleno de amuletos y pequeños dibujos y figurillas de dioses paganos que parecían santos.
» Cabe resaltar la extraña estética de los cementerios, con sus tumbas sin lápidas abiertas como fosas profanadas y el suelo muerto fertilizado por brillantes granos de café. Según las macabras leyendas que rodean aquel lugar, La Paz fue un pueblo nacido de la miseria, la muerte reinaba soberbia por las calles y la tierra era estéril como un cadáver.
» Los pocos habitantes, hartos de aquel infierno, decidieron entregar sus almas a una entidad superior: “Kroriuba”.
—Espere, espere, espere… —Cortó el detective Domínguez sacudiendo la cabeza—, esto parece una de esas historias extrañas y fantásticas que escribe usted. ¿Ahora entiende por qué no le creo? Es difícil creerle a un escritor de ficción.
—Como deseo tanto como usted que todo fuese ficción, pero no es así, aunque confieso que obtuve algo de inspiración de la leyenda que envolvía a este ser. Investigando un poco en los libros viejos de la casa donde me quedaba, encontré información sobre Kroriuba y su poder.
» En algunas culturas nativo americanas, se referían a él como un espíritu de la naturaleza que se encargaba del equilibrio de la tierra, y que, si se le hacía enojar, podría traer miseria como tierra infértil o cosechas malditas. En otras creencias, Kroriuba era una deidad benevolente con un cráneo de canino como cabeza asociada al café, a la cual había que mantener satisfecha para siempre tener cultivos sanos y abundantes.
» Puede creer lo que usted quiera detective, pues todo lo que usted piensa es cierto. En nuestra época actual, plagada de leyes y jurisdicciones, un sacrificio puede considerarse asesinato, pero, ¿qué pasa si es voluntario?
El detective Domínguez comenzó a ver a su testigo con ojos de intriga. Era como si un aura de curiosidad lo envolviera y lo amarra a esa silla, aun así, su historia era demasiado increíble para creer.
—Primero fueron los animales, todos y cada uno de ellos empezaron sucumbir ante la locura. Fue tanta la masacre que ya no quedó ningún de ellos. Maritza, mi empleada; la que limpiaba y cocinaba en la casa donde me quedaba, me contaba relatos horripilantes sobre un cerro bañado en sangre, elaborado con los cadáveres de manadas de animales domésticos.
» Al no haber más de estos, comenzaron con las personas. Familia tras familia desaparecían: los Colmenares, los Semprún, los LaCruz, y por último mis vecinos, los Montero; por ellos fue que desperté de mi sopor creativo para enterarme de la catástrofe que estaba ocurriendo en aquel lugar.
» Ay, detective, todavía tiemblo de angustia al recordar el rostro sin vida de Luisa Montero; la hija mayor de la familia, siendo arrastrada por una fuerza invisible. Sé que lo he repetido cientos de veces, y sé que usted no va creer mi historia de como desaparecieron las personas de La Paz; ya no me importa, lo único que deseo es sobrevivir.
» ¡Él vendrá por mí, lo sé! Soy el último que vio su cuerpo grotesco, amorfo y pardo, con un cuello larguirucho sujetando su cabeza con forma de cráneo de perro.
—Hablando de eso… —Interrumpió el detective, se levantó de la silla y se asomó a uno de los archiveros—. Encontré algo en la casa de los Montero, quería decírselo cuando mencionó lo del cráneo por primera vez, pero no quería interrumpir su relato.
El detective sacó un cráneo de can de uno de los archivos y lo colocó sobre la mesa, los ojos de Wilmer Lozano se abrieron horrorizados hasta el límite.
—Fue la única casa donde encontré esto. Me llamó la atención ya que no vi ningún tipo de animal en el pueblo. Pensé que podría ser una pista, pero…
—¡No! ¿Por qué lo trajo aquí? ¡Aléjelo de mí, no quiero verlo! ¡Por lo que más quiera, lléveselo!
El detective quedó atónito ante la reacción de Lozano frente al cráneo. El testigo empezó a patalear, agitar los brazos, mientras soltaba alaridos babosos y gritos desgarradores.
—¡Señor Lozano, cálmese! ¡Oigan, necesito refuerzos aquí! —Ordenó el detective Domínguez. Tres oficiales entraron e inmovilizaron a aquel histérico hombre, tuvieron que esposarlo y llevarlo a una celda para que se calmara.
Domínguez se sentía agotado y angustiado, su única esperanza de esclarecer lo sucedido en La Paz era un loco irrecuperable, temía que el insomnio le atormentara esa noche, pero no sospechaba que el destino le reservaba algo peor. Al amanecer, una noticia estremeció a toda la policía, Wilmer Lozano se había quitado la vida en su celda, dejando el caso sin testigos y, por ende, sin rastro alguno que seguir. Cuando el detective Domínguez fue a buscar el cráneo en la sala de efectos recuperados para analizarlo, notó que ya no estaba y nadie sabía nada. El caso quedó inconcluso y el pueblo La Paz se convirtió desde entonces en un sitio prohibido.
FIN
THE LEGEND OF KRORIUBA
"Mr. Lozano, something tells me that you are hiding the truth from me..." Detective Dominguez frowned, his expression was a mixture of tiredness and frustration, he wanted to finish with this witness once and for all and go home to his wife as he had planned.
Wilmer Lozano just slouched in his chair with a blank stare and glazed eyes. He looked like he was going to burst into tears every time he relived the memories. He clenched his hands like a punished child and mumbled through his teeth, shaking his head.
"I've already told you everything I know! Really! What would be the point of lying to you now? I am no longer the same after everything I saw, I always live in fear; as if something is always lurking. The town of La Paz was not a normal place, but it was all their fault... They unleashed this horror!
"Who?" Dominguez exclaimed, bringing his face close to the witness.
"The locals themselves...."
There was silence after that. Detective Dominguez leaned back in his chair while he lit a cigarette, he gestured for his witness to continue, he no longer seemed to care what Wilmer Lozano was going to say, he just let the recorder record all the testimony.
"As I was saying," Lozano continued," I lived in La Paz to escape the hustle and bustle of Guayatal, I was fascinated by the tranquility and friendliness of its inhabitants. Everyone was so industrious, kind, and loving. It was the ideal place to write my next novel as the environment was full of inspiration. The coffee was the best, the bitterness in its taste was a captivating experience. Everything was going well, there was no worry in town, until everything turned into a nightmare.
"As you know, La Paz was a very isolated place, far from the law of a civilized society. They had no local police, no external communication, the only thing we know is that it was a rural coffee-growing town, but it was not always like that?"
"I already know that Mr. Lozano. I want you to get to the heart of the matter." Dominguez interrupted, raising his voice. The old Lozano wet his throat with the glass of water next to him, and then fixed his eyes on the detective.
"During my stay there, I had little interest in the religious traditions of the locals. I felt no attraction to such things, not even for investigative purposes, for I was never a faithful follower of any religion.
"I believed that the villagers in that region practiced some sort of hybrid cult based on Christianity; like Santeria, for example, since the road to town was full of amulets and little drawings and figurines of pagan gods that looked like saints.
"It is worth noting the strange aesthetics of the cemeteries, with their tombs without tombstones open like desecrated graves and the dead ground fertilized by shiny coffee beans. According to the macabre legends surrounding that place, La Paz was a town born of misery, death reigned haughtily through the streets and the land was barren as a corpse.
"The few inhabitants, fed up with that hell, decided to give their souls to a superior entity: "Kroriuba".
"Wait, wait, wait, wait..." Detective Dominguez cut him off, shaking his head, "This sounds like one of those strange and fantastic stories you write. Now do you understand why I don't believe you? It's hard to believe a fiction writer."
"As I wish as much as you do that it was all fiction, but it is not, although I confess that I got some inspiration from the legend surrounding this being. Doing some research in the old books of the house where I was staying, I found information about Kroriuba and his power.
"In some Native American cultures, he was referred to as a nature spirit who was in charge of the balance of the earth, and who, if angered, could bring misery such as infertile land or cursed crops. In other beliefs, Kroriuba was a benevolent deity with a canine skull as a head associated with coffee, which had to be kept satisfied in order to always have healthy and abundant crops.
"You can believe whatever you want detective, for everything you think is true. In our present age, plagued by laws and jurisdictions, a sacrifice can be considered murder, but what if it is voluntary?
Detective Dominguez began to look at his witness with eyes of intrigue. It was as if an aura of curiosity enveloped him and tied him to that chair, yet his story was too incredible to believe.
"First it was the animals, each and every one of them began to succumb to the madness. The massacre was so great that there were none of them left. Maritza, my employee; the one who cleaned and cooked in the house where I stayed, told me horrifying stories about a hill bathed in blood, made from the corpses of herds of domestic animals.
"When there were no more of these, they began with the people. Family after family disappeared: the Colmenares, the Semprún, the LaCruz, and finally my neighbors, the Montero; it was because of them that I awoke from my creative stupor to learn of the catastrophe that was happening in that place.
"Oh, detective, I still tremble with anguish when I remember the lifeless face of Luisa Montero, the eldest daughter of the family, being dragged away by an invisible force. I know I have repeated it hundreds of times, and I know you won't believe my story of how the people of La Paz disappeared; I don't care anymore, all I want is to survive.
"He will come for me, I know it! I'm the last one who saw his grotesque, amorphous, brownish body, with a lanky neck holding his head shaped like a dog's skull.
'Speaking of which..." interrupted the detective, getting up from his chair and peering into one of the filing cabinets. "I found something in the Montero house, I wanted to tell you when you first mentioned the skull, but I didn't want to interrupt your story."
The detective took a canine skull out of one of the files and placed it on the table, Wilmer Lozano's eyes widened in horror to the limit.
"It was the only house where I found this. It caught my attention since I didn't see any kind of animal in town. I thought it might be a clue, but..."
"No! Why did you bring it here? Get it away from me! I don't want to see it! For God's sake, take it away!"
The detective was stunned by Lozano's reaction to the skull. The witness started kicking, waving his arms, while he let out slobbering screams and heart-rending cries.
"Mr. Lozano, calm down! Hey, I need backup here!" Detective Dominguez ordered. Three officers came in and restrained the hysterical man, had to handcuff him and take him to a cell to calm him down.
Dominguez felt exhausted and anguished, his only hope of clarifying what had happened in La Paz was an unrecoverable madman, he feared that insomnia would torment him that night, but he did not suspect that fate had worse in store for him. At dawn, a piece of news shook the entire police force: Wilmer Lozano had taken his own life in his cell, leaving the case without witnesses and, therefore, without any trail to follow. When Detective Dominguez went to look for the skull in the recovered effects room to analyze it, he noticed that it was gone and no one knew anything about it. The case remained inconclusive and the town of La Paz became a forbidden place from then on.
THE END
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https://inleo.io/threads/universoperdido/re-universoperdido-uouuge8t
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Very good story. The only thing is that they did not get the perpetrator of these crimes. Have a nice evening
He is someone who cannot be caught. Thank you for your comment and opinion, have a great day too.
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¡Excelente participación! Un gran trabajo con la trama, me sentí intrigada hasta el final y lamenté la muerte de Wilmer, me habría gustado saber más de lo que solo él sabía sobre la criatura y el misticismo que envolvía al pueblo. Saludos y éxito en el concurso @universoperdido 🤗🤗.
Gracias, @vezo tu historia también estuvo espectacular, como bien dices, debí ser más enfático con el tema de la criatura.
¡Gracias por pasar y leerme!