¡Buenos dias!
Este es mi final para la historia La Colina de Poe

Poe se detuvo a observar su obra, pero esta no estaba escrita. Lo que había comenzado como una historia propia ya no lo era. Sus palabras se las llevaba el viento que soplaba con furia agitando las ramas secas del camino.

Se sintió desorientado. Aquellas personas sin voluntad propia ya no le pertenecían, habían dejado de ser los seres ávidos de historias retorcidas y macabras, producto de su mente, para convertirse en almas errantes. Ellas mismas habían acabado con sus vidas.

¿Que es esto si no un suicidio colectivo? Habían sucumbido a sus propios temores, al terror de ver el lado oscuro de sus vidas.

Y ahora permanecían unidas con un solo objetivo, que no las olvidaran, querían formar parte de la memoria de Indiápolis y de todo el estado de Veramendoza.

Cada noche de cada día en el pueblo, las casas permanecen con las puertas y ventanas cerradas mientras las almas recorren sus calles antes de dirigirse a la casa de la colina. Allí los espera, Poe, sentado en el comedor, sabe que vendrán a atormentarlo con sus historias y que lo obligarán a escribirlas. La noche es larga y los primeros rayos de sol lo encontrarán con los ojos abiertos, pero en la más profunda oscuridad.