El hombre de las rosas
El hombre se detuvo en la floristería de siempre. Pidió un ramo de rosas rojas. La vendedora, que ya lo conocía, suspiró cuando el hombre le dio la espalda: "Quién pudiera ser pareja de ese hombre tan detallista, que le lleva flores a su pareja, cada semana.", pensó la mujer sintiéndose desafortunada.
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Eran las 8 de la noche, cuando el hombre perfumado y bien vestido, salió de su casa. Era viernes y en sus manos el ramo de rosas rojas llevaba. Se dirigió a un bar desconocido, luego entró y allí se sentó en la barra. Pidió un trago y bebió de él de forma pausada. En una esquina del local, una joven dama lo observaba y sin aguantar la curiosidad, el hombre vio cómo la mujer se le acercaba.o=<0>=o
La mujer le preguntó qué hacía tan solo en aquel bar y con aquellas rosas que enamoraban. El hombre le dijo con una tristeza premeditada, que eran para una mujer que en ese instante había descubierto que lo traicionaba. La mujer sintió pena por el hombre y un beso le dio en la cara. El hombre le pidió que aceptara aquella flores y la mujer a cambio, lo invitó a su casa.o=<0>=o
Después de aquel acontecimiento, transcurrida una semana, el hombre volvió a la floristería y pidió las flores acostumbradas. Igual que las anteriores veces, la mujer suspiró al ver que el hombre se marchaba, sin saber que aquellas flores tenían un solo fin: servir de carnada, y atraer cada viernes a mujeres solas que sin pensarlo mucho llevaban a aquel extraño a su morada.
Eran las 8 de la noche, cuando el hombre perfumado y bien vestido, salió de su casa. Era viernes y en sus manos el ramo de rosas rojas llevaba. Se dirigió a un bar desconocido, luego entró y allí se sentó en la barra. Pidió un trago y bebió de él de forma pausada. En una esquina del local, una joven dama lo observaba y sin aguantar la curiosidad, el hombre vio cómo la mujer se le acercaba.
La mujer le preguntó qué hacía tan solo en aquel bar y con aquellas rosas que enamoraban. El hombre le dijo con una tristeza premeditada, que eran para una mujer que en ese instante había descubierto que lo traicionaba. La mujer sintió pena por el hombre y un beso le dio en la cara. El hombre le pidió que aceptara aquella flores y la mujer a cambio, lo invitó a su casa.
Después de aquel acontecimiento, transcurrida una semana, el hombre volvió a la floristería y pidió las flores acostumbradas. Igual que las anteriores veces, la mujer suspiró al ver que el hombre se marchaba, sin saber que aquellas flores tenían un solo fin: servir de carnada, y atraer cada viernes a mujeres solas que sin pensarlo mucho llevaban a aquel extraño a su morada.
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A su manera lograba cumplir su objetivo.
Me dejo sin palabras ese final tan inesperado.
¡Saludos!
¡Curiosa estrategia seductora, y con resultados...! Buen relato, particularmente por su inesperado cierre. Un abrazo, @nancybriti.
Nadie va inconsciente al lecho de rosas. Ella sabe para donde va @nancybriti.
Excelente post.
Qué buen sentido del humor. Satisfactoria la resolución y, por extensión, la lectura. Saludos.