"Ja, ja, ja"..., riendo quedó en avisarme. Luego, alegó apuro, trabajo, estrés. En silencio yacía la promesa de vernos, había un ruido enorme en el naciente descuido.
Conforme se hinchaban las dudas, el sonido de aquella alegría se mezclaba con el de la interrupción. "No te preocupes, yo entiendo, otra vez será", respondí...
No me daba cuenta que se avecinaba el desencuentro, porque supuse complicidad en su carcajada.
Fui valiente para creer que era fortuito, supuse era más fácil decir que no, si era que no quería. "Es que se le complicó", me decía, cual torpe optimista, porque "el que quiere, puede" y tal frase me recordaba a mi abuela.
"Un día de estos, o dos", era la respuesta cuando mi iniciativa tenía el coraje de pretender que estuviese cerca. El ego con letargo se fulminaba en cada intento tras un "Yo te aviso". Así, después de los anuncios, lo único que se me aproximaba era su distancia.
"Si te quiere ver, lo permitirá", comentaba una amiga. Sin embargo, lejos de mi intención de avecinarnos, fue su vista gorda la que, con descaro, me observó.
"Se me olvidó", y así se acordaba del pretexto con que defendía, sin notarlo, el inicio de un olvido. Intentos tiene mi cultura de insistir un poco; luchar para ir por quien, sin ser telúrico, me mueve el piso.
De pronto, la respuesta también fue muda y así decidí dejar de mover la tierra y el cielo. Era mera educación su cortesía, que sin ostentar al maltrato, cobardemente lo cometía cuando demandaba "disculpa" y no orbitaba, ni en sus venas, la aceptación.
Una vez nueva, quedó en esclarecer su cercanía, dijo y repito "Seguro, esta vez lo recuerdo", pero nuevamente quedé invisible, con dos caras que le veía, una con esperanza torpemente optimista y otra, derrotada de fe, pero firme de inteligencia emocional.
La ultima voz fue la mía que, tras un conflicto de promesas entre el peso de las palabra y sus acciones, mencioné a la única persona que me entendía y oía, aquella vez, léase yo, cuando los rostros de los dimes y diretes dialogaban con orgullo y desacuerdo entre la irrealidad que consonantemente cometió presente solo en mi pretensión.
"Lo intenté", fue lo último que en mi cerebro retumbó, pero que esa persona no merecía saber.
Nikon D5200 - 35mm
Modelo: Grecia
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Me parece una interesante manera de sentir el "estar enamorado solo" al leer este escrito. Esperar y creer en una cita que nunca se presenta, pero que siempre tiene una excusa como pretexto. Disfrute la lectura y el color y texturas de las imágenes. Me quedo con la duda de si al titulo no le falto una letra. Saludos amigo.
Sí le faltó una letra, no me di cuenta que me comí la "y". Muchas gracias por decirme y comentarme el post. A veces pasan estas cosas y, hablando de omisiones, también me ocurrió pero con el título jej. Saludos
Excelente escrito, me llamo la atención el ultimo párrafo. Siempre que llegamos a ese punto entendemos que debemos dejar de esperar algo que no sucederá. Es complicado cuando la otra persona no tiene el mismo interés. eso influye mucho y desde ahí parten las excusas, hay un dicho que dice "Cuando hay interés, lo lejos queda cerca."
Me agrado leerte, Soy @abrahambd1 y te invito a unirte a el servidor de La Taguara ¡Saludos!
excusas como verdades son mentiras, siempre hay tiempo cuando anhelamos ocasiones. Gracias por la visita. A veces nos toca irnos incompletos
Espero que la próxima vez al protagonista de esta historia le guste alguien que sepa decir Sí y No como lo hace una persona capaz de sentir empatía por los sentimientos ajenos.
Me gustó este escrito sobre la ironía del amar sin ser correspondido.
:)
Ojalá que no anden con cuentos jej monte seco, le dicen a la "paja", pero suena a grosería cuando ponen el calificativo "pura". Otros dices, "puro gamelote", cuando pudieses ser más directo y ahorrarte los "tal vez". Los grises sin complicidad son sombríos y no tonos medios.