CIUDAD AHOGADA EN LA ARENA

in Literatos2 months ago


¡Nuevamente juntos en esta aventura de la comunicación y la palabra!
¡Saludos cordiales, #tripulantes! Hoy quiero compartirles un #poema.

Para mi #Santiago de Cuba siempre fue una ciudad atractiva para escribir. En uno de los barrios más pobres, sudando a mares en un cuarto de alquiler, con el aire cargado de rumba, broncas, alcoholes y sexo, escribí la novela #La nada infinita que en 2024 publicó #Ediciones El Abra en la Isla de la Juventud.

Hoy les comparto un #poema que debo haberlo escrito entre los años 2004 y 2007. No es importante la fecha. Si algún valor tiene es, sobre todo, sentimental porque a través de estos versos quise atrapar, en la magia eterna de la palabra escrita, el triste y prolongado tiempo de siembra que me había agenciado en esa ciudad tan hermosa que es #Santiago. Siempre bañada por el mar, caribeña en su exquisita belleza, campechana y franca en el corazón de su gente.

Días y noches desandando, calle arriba y calle abajo, descubriendo y tropezando con el pulso de una urbe tan musical como poética, bestial como la rudeza de los tiempos, dulce y fina como la cadencia de sus mujeres, me dieron la posibilidad de escribir estos versos que ahora les comparto con placer.

CIUDAD AHOGADA EN LA ARENA

Voy apartándome poco a poco de los que me rodean
de los que siempre dijeron que eran mis amigos y se rieron de mis chistes.

Del parque oscuro en la ciudad, del café infame y costoso en la Isabelica.
Voy apartándome del calor insoportable en las madrugadas de Santiago.

Dejo ir la loma cuesta arriba en su impecable desafío
me aparto de las reuniones, de los cigarros prohibidos,
y de las revistas que compré,
de la anciana del barrio que me veía llegar al amanecer y movía la cabeza,
de los perros que me ladraban con aburrimiento por la Terminal de trenes.

Me alejo de la pestilencia de los dementes en el parque Céspedes
del humo insoportable de las camionetas que abren a esta ciudad en dos mitades.

Me alejo de mí mismo,
de cada piedra lanzada contra el enemigo y de las casas viejas en su regio precipicio
de la puta de la esquina y del policía con sueño,
de la bota del obrero, del poeta charlatán y frustrado
y de la lesbiana ignorante que estaba dondequiera.

Me aparto del los chistes en la UNEAC y de los atracones de cerveza,
de las miradas calculadoras y de los saludos hipócritas,
de los libros de contrabando que llegaban desde España,
de las últimas noticias.

Me alejo de la calle Enramadas para no volver nunca más
me alejo de los dibujos animados y de los carteles en el Rialto
de los censores, de los adulones y de los buscadores de fortuna.

De la fruta podrida en el mercado, del llanto de los niños
y de las llamadas por teléfonos.

Me alejo del falso patriota y del falso antipatriota.

Del sonido suave de las olas al chocar contra el muro en la Alameda.

Del cadáver lleno de hormigas que no tuve valor para volver a mirar,
de los ricos pasteles y de los batidos suculentos que Alberto decía servir en la azotea de su casa.

Del hambre, de la sensación de hartura y de la puntualidad inglesa
del ron barato y del ron caro,
de los homenajes y del derecho de autor.

De Calle cuatro. Digo adiós a Calle cuatro y ojalá sea para siempre.
Escapo, al fin, de las motos veloces que me llevaron sin escalas hacia la muerte
después de una descarga en el patio del Cabildo.
De los sueños y de la esperanza.
De la manía de grandeza.
De una generación que jugó a desgarrarse porque entendió que eso era la vida.

De los pobres. De los ricos mecenas reemplazados.
Del hollín, allá en el muelle y de la sirena de un barco solitario
que en medio de la crisis mostró con orgullo su bandera destrozada.

Del sacrificio constante y de la pereza desmedida. Del lema y del estigma.
De la historia nueva y de la antigua historia destronada.
De un amor reciente y de uno viejo. De un abrazo. De una flor.

Simplemente, me voy.
Y pretendo que mi ausencia que es la ausencia de todos quienes la han habitado, signifique poco menos que un punto perdido para siempre en la inmensa y desgarradora infinitud del horizonte.

Desde aquí veo morir a una ciudad nostálgica ahogada en la arena.


Post libre de IA
Las fotos empleadas son de mi autoría.


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interesante su poema, y las imagenes a blanco y negro son hermosas y complementa el poema

Un poema de mucha fuerza, casi desgarrador. Por supuesto, no conozco esa ciudad, pero puedo conectarme con su emoción en el verbo que la expresa. Saludos, @marabuzal.

ya te has alejado de tantas cosas que has llegado a otro lugar.... será este lugar tú hábitat preferido,?