El malentendido
El viento helado hace que reconsidere el paseo con su perro, pero continúa al verlo saltar de alegría luego de varios meses encerrado en el apartamento.
Recordó el primer momento en que lo vio, con tan solo tres meses, era un cachorro muy enérgico que le robo el corazón al primer contacto. Desde entonces son inseparables en el hogar, más no en las salidas al exterior.
Jadeante empieza a caminar halándole y olfateando todo a su paso. Por momentos voltea a verlo, como intentando decirle, apúrate que se me hace tarde, no seas flojo y compláceme.
El hombre sonríe mientras cierra el abrigo hasta el cuello y le dice, de acuerdo.
Aligera el paso para acompasarse con el perro. El sol al frente es interrumpido por esporádicas nubes en la soledad del camino.
Cae en cuenta lo mucho que disfrutan el uno del otro sin mediar palabra alguna tan solo con verse a los ojos.
A lo lejos ve una jauría de perros callejeros acercándose, así que toma al pequeño perro entre sus brazos para protegerlo de cualquier amenaza.
Intenta tomar otra vereda para alejarse sin éxito. Está rodeado por los cuatro costados escuchando gruñidos que le hace erizar la piel debajo de la ropa.
El pequeño perro lucha por zafarse y luchar. Aunque pequeño y entrado en años posee un temperamento valeroso y protector. Al contornearse con rapidez cae al piso al estilo gatuno ladrando como nunca antes lo había hecho.
Ambos amigos tienen los mismos objetivos: defender al otro aunque las posibilidades estén en contra.
Por alguna razón inexplicable, la jauría retrocede con cada ladrido del pequeño perro.
Todos los perros corrieron en la dirección opuesta, en donde permanecía la versión gigante y muy parecido de su fiel amigo.
El perro lo mira desde abajo con la cabeza erguida y ladra transmitiendo serenidad. Entendió el recién malentendido al conectarlo con el hecho ocurrido en aquel mismo paraje luego de tantos años de haberlo rescatado sin considerar su verdadera condición.
Fin
Una micro ficción original de @janaveda