Como Solía Ser - Historia Corta

in Literatos6 months ago (edited)

Buenas noches, amigos. Después de un largo bloqueo, he vuelto a escribir. Espero que les guste.


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Como Solía Ser

Seguía pensando que la reunión con mi grupo de preparatoria era la cosa más estúpida que podía realizarse. Habían pasado diez años enteros y, honestamente, no me interesaba en lo más mínimo lo que había sido de esas veinticuatro personas con las que tuve que compartir los últimos dos años de bachillerato.

Sin embargo, aquí estaba, con Marissa arrastrándome dentro de aquella espantosa aula, a la cual parecía que no le habían cambiado el color azul en muchos años. Ella sabía que no quería estar allí, pero aun así, su puchero y sus ojitos de cachorro triste fueron lo suficientemente convincente para hacerme aceptar el reto de ver a mis excompañeros de clases.

Claramente, no era el alma de la fiesta, y aunque veía a Marissa entretenida con las demás chicas, yo no podía evitar preguntarme si ellos de verdad habían cambiado. El nivel de homofobia interna que viví por miedo a ser quien era, fue lo que me mantuvo lejos de estas personas. Sin embargo, todo parecía haber cambiado. Los chicos de los que alguna vez sentí miedo, ahora me recibían con sonrisas alegres, podría decirse que incluso había emoción en sus miradas.

Saludé a todos a mí alrededor, y cuando quise buscar a Marissa, me di cuenta de que las chicas la habían llevado a su círculo, aquel donde ella estaba. Danielle me miró y no pude evitar sentir una punzada en mi estómago. Habían pasado diez años, y ella seguía viéndose igual. Sus ojos azules volvieron a Marissa y continuó conversando con ella. No quise meterme. Era mejor hacerme la vista gorda y seguir intentando hablar con David y Jorge, quienes solían hacer grupo conmigo en la mayoría de los trabajos.

—Marissa es muy linda. ¿Hace cuanto están juntas? —preguntó David.

—Eh… tres años y medio.

—Wow, es mucho tiempo. ¿Planeas pedirle matrimonio? Yo que tú lo haría pronto. —opinó Jorge.

—Estoy considerándolo. Vivimos juntas, ya solo falta formalizarlo.

—Hablando de formalismos. ¿Ya te enteraste de que Danielle se casó? —Miré a la aludida y luego volví la vista a mis compañeros—. ¿Ves a ese fortachón que está con Julián y Connor? —Volví a mirar y asentí—. Es su esposo.

No tenía palabras para describir lo que sentí al saber esa información. Quería decirles que me parecía una farsa, que realmente no le gustaban tanto los hombres y que tal vez se estaba mintiendo a sí misma. Pero no era mi problema; lo había dejado de ser hace mucho tiempo, y ya no me importaba.

—¿Has hablado con ella? —Negué con la cabeza—. Pensé que eran amigas.

—Eso fue hace mucho tiempo. Supongo que es lo que hace la distancia; nos muestra quienes somos realmente.

—Pero estás aquí hoy —dijo Jorge—. Sería amable de tu parte saludar, ¿no crees?

—No tengo por qué hacerlo y es mejor así. Yo ni siquiera quería venir. —Los dos chicos fruncieron el ceño—. Estoy aquí por Marissa.

Cogí una cerveza de la mesa que estaba detrás de nosotros y bebí un trago largo.

—Pues parece que se lleva bastante bien con las chicas —apuntó David.

—Creo que iré al baño. Si Marissa pregunta por mí, le dicen donde estoy.

—Claro —dijeron ambos al unísono.

Ni siquiera tenía ganas de ir al baño. Lo único que quería era salir de ahí por unos minutos y respirar algún otro espacio donde Danielle no se encontrara. Todo regresaba a mi cabeza, el escondernos, los besos furtivos, caricias desinhibidas en el baño de chicas, cartas de amor en mi mochila, y aquel brazalete que seguía escondido en mi cajón. No entendía por qué seguía afectándome. Diez años tenían que haber bastado para que ya no me importara.

Subí las escaleras y me dirigí al laboratorio de química.

Danielle parecía tener todo lo que sus padres desearon para ella: un gran pedazo de idiota con músculos. Suspiré con fastidio. No me incumbía, no era de mi importancia, y ahora estaba mejor. Marissa me hacía mejor.

—Pudiste haberme saludado al menos —dijo una voz que reconocía a la perfección.

—La distancia siempre es mejor entre nosotras —respondí sin verla.

—¿Tanto te molesta mi presencia?

—Me molestaría si me importaras.

—Mmm… Entonces supongo que sí te importo todavía.

—¿Qué dices? —Esta vez me giré para encararla.

—Si no te importara, me hubieras saludado y presentado a tu novia. En cambio, la dejaste sola en un salón de clases con gente que apenas conoce.

—Tú, por el contrario, decidiste seguir fingiendo. ¿Están tus papis felices con el musculitos con el que te casaste? Al menos yo puedo decir que amo a mi novia.

Era un golpe bajo, pero ella lo merecía.

—Dices que no te importa, y sigues pensando en ello. —Danielle se acercó a mí, acorralándome contra la pared.

Me quedé en silencio porque no sabía cómo contestarle. Sus ojos azules me tenían hipnotizada, pensando en cosas en las que no debía. Apoyó sus manos en la pared, atrapándome por completo. Por un momento me sentí como solía hacerlo cuando éramos unas adolescentes; mi corazón latía a mil, mis pensamientos solo se enfocaban en sus mejillas rosadas y sus labios rosa pálido. Seguía siendo aquella chica de la que me había enamorado.

Ninguna dijo nada, eran nuestras miradas hablando, nuestros corazones teniendo una conversación privada que nadie podía oír, era nuestra piel pidiendo cercanía. Y por solo un instante, nuestros labios cedieron ante el impulso, ante aquello que seguía en nuestras memorias, aunque supieran que pertenecían a otros. Eran nuestros sentimientos de antaño haciendo presencia y no queriendo irse. La sincronía seguía allí, sin necesidad de palabras.

Marissa.

Me separé de Danielle y con un ligero empujón, salí de sus brazos. Tenía que salir de ahí. No era justo. No podía hacerle esto a ella. Bajé las escaleras y me topé con la chica con la que compartía mi cama.

—¡Hey, estaba buscándote!

—Me encontraste. —Le sonreí.

Ambas caminamos de vuelta al aula tomadas de la mano donde estaba el resto del grupo.

—¿Vamos por algo de tomar?

Asentí.

Detrás de nosotras apareció Danielle, quien decidió seguir ignorándome, y abrazó a su esposo con una sonrisa que podía iluminar todo el lugar.

Algunas cosas no cambiaban. No importaba si habían pasado diez años o más.

Sort:  

Una relato muy bien escrito de recreación de esa situación de intimidad amorosa. Saludos, @itsjunevelasquez.

Muchas gracias, @josemalavem. Agradecida con su presencia en mi blog. Como comenté al inicio, había tenido un enorme bloqueo creativo, pero ya volvimos al ruedo. Saludos.

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Que gran historia me ah gustado mucho

Muchísimas gracias. ¡Qué gusto para mí! :)