Todavía me acuerdo de esa noche. Como se supone que deberíamos estar celebrando juntos pero tú decidiste que yo no era parte de ese espacio de tu vida. Así que me quedé en casa, llorando, extrañándote y pensando en maneras de arreglar la situación.

Llegaste alrededor de las 3:00 am, apenas y podías caminar. Te estrellaste con el marco de la puerta y olías a alcohol. Te metí en la cama y traté de que te quedarás dormido pero tú, en lo que tu estado te permitía, trataste de buscarme. Honestamente, olor del licor me revolvió el estómago y no quería tenerte encima de mí, te aparte y te quedaste dormido casi al instante.

Estaba furiosa, no solo me habías dejado sola en casa sino también te habías dado el tupé de llegar borracho. Me levanté de la cama cuando sentí que estaba a punto de explotar, me puse un pantalón, tomé mis sandalias y mi teléfono y salí del departamento.

Una de las ventajas de vivir en un conjunto cerrado es la seguridad, puedes estar afuera a la hora que quieras y nada te pasará, así que empecé a caminar hacia el parque. Cada paso que daba me molestaba más, en eso momento no sabía que tu episodio con el alcohol iba a repetirse meses después, pero al mismo tiempo, me preguntaba “¿Realmente merezco esto?”, tal vez me estaba ahogando en un vaso de agua, tal vez me estaba ahogando en un océano, de todas formas, eso no tiene que ver con la historia.

Llegué al parque y me senté en los columpios, siempre me han subido el ánimo, me gusta la sensación de estar volando, yo y mi complejo de Peter Pan. Puse algo de música a sonar en el teléfono, lo suficientemente alta para poder oírla en las afueras pero lo suficientemente baja para no molestar a nadie. No recuerdo todos los artistas pero sé que Taylor Swift y Lana del Rey estaban columpiándose a mi lado mientras cantaban (bonita manera de decir que solo me acuerdo de ellas dos).

Recuerdo que el cielo se veía raro esa noche, entre una mezcla de rojo con negro, como si algo malo se acercara o posiblemente era solo lluvia. Porque sí, esa noche llovió y llovió a cántaros. No le di importancia a las primeras gotas porque pensé que era solo el roció de la madrugada pero cuando empezó a tronar agarre mi celular y corrí hacia el techado de la administración. Hacía frío y yo tenía un hueco en el estómago, ese día había estado deprimida y casi no había comido. Mientras observaba la lluvia caer tomé las fotos que ves en este relato (yo y mi complejo de fotógrafa frustrada) y no me parecen que hayan quedado tan mal.

Hubo un momento donde la intensidad de la lluvia y una idea cruzó mi mente: “¿y si me bañó en la lluvia?”, sorprendentemente a mis entonces 26 años era algo que nunca había hecho, así que como muy bien dice el dicho “ya estamos aquí” dejé mi teléfono y mis zapatos a salvo y corrí hacia la cancha.

Si antes tenía frío, ahora me estaba congelando, pero era divertido. Jugué a ser Gene Kelly mientras cantaba bajo la lluvia. Las botas de mi pantalón estaban empapadas por lo charcos. Mis rizos colgaban de mi espalda mientras goteaban. Así me quedé hasta que la lluvia se detuvo.

Después de eso, regresé a los columpios, esta vez descalza, sintiendo la arena mojada entre mis dedos. Estuve allí un rato, hasta que los mosquitos empezaron a aparecer. Esa fue mi señal de que ya era hora de irme. Fui por mis pertenencias y regresé a casa.

Me aseguré que siguieras dormido cuando entre, después de eso, lavé mis pies en la ducha pero no me cambie. Puse a cargar mi teléfono y fui hasta la cocina. Saque la torta de la nevera y, con cuchara en mano, empecé a comer sentada encima del mesón. Comí hasta que no soporté mas el dulce, después vi los rayos de luz en la ventana y decidí dormir un rato en el sofá.

Te despertaste a las once de la mañana y yo, trasnochada y hecha un desastre, te hice una sopa para que bajaras la resaca. Aún seguía molesta pero eso nunca impidió que te cuidara. Al final ese era el trato ¿no? “En las buenas y en las malas, hasta que la muerte nos separé”. Bueno, nunca lo dijimos en una iglesia o en un juzgado, pero así se sentía en aquel entonces.

Pero bueno, esos son solo recuerdos.

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I still remember that night. How we were supposed to be celebrating together but you decided that I wasn't part of that space in your life. So I stayed home, crying, missing you and thinking of ways to fix the situation.

You came home around 3:00 am, barely able to walk. You crashed into the door frame and smelled of alcohol. I tucked you into bed and tried to get you to fall asleep but you, as much as your condition allowed you, tried to find me. Honestly, the smell of liquor turned my stomach and I didn't want you on top of me, I pushed you away and you fell asleep almost instantly.

I was furious, not only had you left me home alone but you had also had the nerve to come home drunk. I got out of bed when I felt like I was about to explode, I put on some pants, grabbed my sandals and my phone and left the apartment.

One of the advantages of living in a gated community is the security, you can be outside whenever you want and nothing will happen to you, so I started walking towards the park. Every step I took bothered me more, at that moment I didn't know that your episode with alcohol was going to repeat itself months later, but at the same time, I asked myself "Do I really deserve this?", maybe I was drowning in a glass of water, maybe I was drowning in an ocean, anyway, that has nothing to do with the story.

I arrived at the park and sat on the swings, they have always cheered me up, I like the feeling of flying, me and my Peter Pan complex. I put some music on my phone, loud enough to be able to hear it outside but low enough not to bother anyone. I don't remember all the artists but I know that Taylor Swift and Lana del Rey were swinging next to me while they sang (nice way of saying that I only remember those two).

I remember the sky looked weird that night, a mix of red and black, as if something bad was coming or maybe it was just rain. Because yes, that night it rained and it rained cats and dogs. I didn't pay attention to the first drops because I thought it was just the dew of the morning but when it started to thunder I grabbed my cell phone and ran to the roof of the administration. It was cold and I had a hole in my stomach, that day I had been depressed and I had hardly eaten. While I was watching the rain fall I took the photos you see in this story (me and my frustrated photographer complex) and I don't think they turned out that bad.

There was a moment when the intensity of the rain and an idea crossed my mind: "what if I got bathed in the rain?" Surprisingly at my then 26 years old it was something I had never done, so as the saying goes "here we are" I left my phone and my shoes safe and ran to the court.

If I was cold before, I was freezing now, but it was fun. I played Gene Kelly while singing in the rain. My pants boots were soaked by the puddles. My curls hung down my back as they dripped. I stayed like that until the rain stopped.

After that, I went back to the swings, this time barefoot, feeling the wet sand between my toes. I stayed there for a while, until the mosquitoes started to appear. That was my signal that it was time to leave. I went to get my belongings and went back home.

I made sure you were still asleep when I came in, after that, I washed my feet in the shower but didn't change. I put my phone on charge and went to the kitchen. I took the cake out of the fridge and, with a spoon in hand, I started eating sitting on the counter. I ate until I couldn't stand the sweetness anymore, then I saw the rays of light in the window and decided to sleep for a while on the couch.

You woke up at eleven in the morning and I, all night and a mess, made you some soup to help you get over your hangover. I was still upset but that never stopped me from taking care of you. In the end that was the deal, wasn’t it? “Through thick and thin, till death do us part.” Well, we never said it in a church or a courtroom, but that’s how it felt back then.

But hey, those are just memories.