Suelo sentarme ante el viejo escritorio durante horas, buscando ese golpe de inspiración que me haga comenzar a plasmar mis palabras en la pantalla, a veces tomo un café, otras veces prefiero un cigarrillo, pero siempre lo hago en mi viejo escritorio…
Todos tenemos un ritual que seguir para nuestro proceso creativo, algunos toman una ducha tibia, otros se ayudan de algunas sustancias; pero yo, prefiero mi escritorio…
Cuando me entran ganas de escribir, debo venir aquí, no puedo hacer otra cosa, no puedo comer, beber ni dormir, todo lo que puedo pensar es en las palabras que quiero escribir… intento hacerlo en mi teléfono, otras veces tomo un cuaderno, pero nada se compara a mi viejo escritorio…
Sentarme en él y posar mis manos en mi teclado me hace sumergirme en un mar de pensamientos sin fin, algo impresionante y que casi podría definir como único, es casi como si simplemente me dejase llevar y mis manos se movieran por instinto propio, a veces ni siquiera me doy cuenta de que estoy escribiendo algo hasta el momento en el que me fijo que ya debo darle un final a mi escrito, y es que, más difícil que comenzar, es terminar de escribir…
Un escritor jamás quiere terminar su obra, siempre siente que le puede agregar algo más, que la puede mejorar, que algo le está faltando o simplemente que lo puede hacer mejor, y yo siento que esto no es algo que me pase solamente a mí, creo que todos los que en algún momento hemos tenido el placer de experimentar lo que es escribir literatura hemos podido experimentar ese sentimiento, y es que cada uno de nuestros textos forma parte de nosotros, como si de un hijo se tratase, y darles un final, es como dejarlos ir de casa cuando al final crecen, pero es que siempre van a crecer, siempre habrá que darle un final a la historia, sino, no podrá tomar vuelo, y jamás podrá ser leída así como su misión tampoco sería cumplida…
¿Será que no soy yo quien escribe?
¿Será que realmente es este viejo escritorio quien se expresa a través de mis manos?
Que triste ha de sentir un pobre escritorio que desea ser escuchado, ¿Cuántas cosas tendrá para contar?
Imaginen todo lo que querrán decir aquellos escritorios que tienen siglos de antigüedad, aquellas reliquias tan antiguas que inclusive su origen se ha perdido con el pasar de los años… ¿Y si aquellos artistas que les diseñaron también dejaron sus pensamientos marcados en ellos, así como nosotros los escritores los dejamos en nuestros relatos?
Que profundo sentimiento me abarca al pensar todo lo que habrá pasado mi viejo escritorio, yo no soy su primer dueño, ni siquiera sé quien lo tuvo antes que mi abuelo, solo sé que ya para ese momento, este escritorio, este ser incomprendido, ya era bastante viejo, desconozco quien lo habrá creado, desconozco donde habrá estado, desconozco totalmente su historia, pero quizá si sigo escribiendo, terminará por contármelo.
Creo que todas estas dudas podrían jamás ser respondidas, quizá en un futuro muy lejano, mi viejo escritorio le hablará de mí a algún otro artista que, como yo, se siente en su silla para escribir durante horas las cosas que mi viejo amigo le podrá contar…
Hasta luego viejo amigo, mi viejo escritorio, hasta una próxima historia que me quieras contar…
Imagen de Pixabay
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Maravilloso, poder tener un espacio donde dejar fluir toda esa pasión que genera escribir❤️.
Excelente publicación amigo 🤸🏾♀️. Felid y bendecida noche✨️.
@tipu curate 8
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Un texto repleto de una melancolía y un reconocimiento a esos lugares que han sostenido todo el peso de los musas.. Bonito tributo y buenas preguntas ¿Cuánto no sabrán o querrán decir aquellos objetos que, por su historia, han recorrido esquinas de casas y ciudades?...
Si puedo darte una recomendación para la mejoría de tu relato es el buen uso de la coma. En varios fragmentos lo ideal sería usar el punto y seguido... Mis saludos y respetos para ti.
Me gusta esto de que no eres tú quien escribe sino tu escritorio, imagino una conexión no física, una especie de simbiosis que te permite desarrollar tus ideas y expresar tus emociones e imaginaciones.
Expresiva potencia espiritual, estimado, @draconel. La vida del poeta está cobijada por el torrente de amor propio.