Cuéntame una historia - Pseudocidio

in Literatos2 years ago (edited)





¡Tictac, tictac…! Tictac, tictac!… ¡Tan, tan, tan! Ojeando el reloj en la pared, Doña Secundina confirma que son las tres de la tarde de ese día martes once de octubre. Se mece en la mecedora que le fabricara su esposo hace muchos años. Su mente se concentra en el chirriar de la mecedora.



… La sierra cortaba la madera, tal cual un cuchillo rebana el queso. El polvo de aserrín se esparcía por todo el garaje acondicionado para fungir de carpintería. Así Don Cristóbal continuidad a su pequeño negocio familiar. Su primera obra fue esculpir en madera los posa brazos de la mecedora que construía para su esposa. Había adquirido haya, nogal y fresno, pero a Doña Secundina le encantaba el olor del cerezo al pasar por la sierra. Luego armaría las dos cunas para los gemelos de tres meses.

El maestro carpintero conoce el cambio en el perfil del puesto a lo largo de varias generaciones. Su familia tiene una larga tradición en el oficio de la carpintería: el abuelo Gregorio era maestro carpintero y el padrino de su padre era capataz de carpintero, el padre de Cristóbal fue aprendiz con él.

En 1924 fundó su propio negocio de habitaciones en Tinaco, Estado Cojedes, Venezuela. Hasta que fue llamado al servicio militar en 1939, también trabajó como maestro en la escuela de carpintería de aquel creciente pueblo.

Cuando regresó de la guerra en junio de 1945, la empresa estaba en ruinas; había sido quemado por completo. Los sucesos de la historia traen consigo bendiciones. Los principios del maestro carpintero siempre se han basado en el lema: “mudarse, trae bendiciones”; la carpintería fue reabierta en 1946 sin más preámbulos. Esta vez, sin embargo, en Tinaquillo, la ciudad natal de Don Cristóbal.

Hoy en día, la empresa está dirigida por uno de los hijos gemelos del fundador, Dionisio, quien se unió a la empresa después de completar sus estudios en 1973 y finalmente asumió el cargo en 1981. «Mi padre dirigió el negocio hasta los 80 años», recuerda Dionisio mientras charla con su hermano en la estancia. A la edad de 87 años, el padre todavía estaba redactando planos de trabajo para las escaleras, se escucha murmurar.

¡Plic, plic, plic…! Afuera, cae la lluvia, Doña Secundina deja los recuerdos atrás. La puerta principal de la casa abierta de par en par, la sala despejada a la espera del ataúd con el cuerpo de su difunto esposo. Sus dos hijos se encuentran afuera fumando, riéndose de sus pesados chistes sin gracia. ¡Ji, ji…!

Los dos hermanos, Dionisio e Isidro, avistan a dos cuadras una lujosa camioneta Ford Runner que viene directa a la casa. Pensaron por un momento que era un familiar lejano que venía al ritual funerario de Don Cristóbal. Se estaciona a un lado de la calle y por la puerta trasera diagonal al conductor, se baja un hombre finamente ataviado, de bigote y con caminar imponente, se precipita sobre ellos y les pregunta:

—¿Son ustedes los hijos de Don Cristóbal?

—Si señor, ¿quién pregunta? Toman una postura defensiva e inquietante, Lanzan al piso lo que les queda de cigarrillo.

—Mi nombre es Enrique Peralta, Superintendente del Departamento de Tributos de Tinaquillo.

—¿Me invitan a pasar? Indicando la entrada con el maletín de cuero que posa en su mano izquierda.

—Si, claro, entre Usted… Se miran los gemelos con ojos interrogativos.



Al entrar, en la sala, Doña Secundina, seguía meciéndose. ¡Tan!, una campanada del reloj en la pared indicaba las tres y media. Los chicos le dicen al visitante que prosigan a la cocina. Doña Secundina seguía absorta en sus recuerdos, con la mirada perdida en el umbral de la ventana y en los relajantes sonidos del agua al caer sobre el tejado.

Sentados alrededor de la mesa ovalada, tallada en fina madera de nogal, el Superintendente de asuntos tributarios abre el maletín y de allí saca unos documentos y le informa que por la Hipoteca que tiene un su poder, la casa y todas las propiedades del difunto Cristóbal serían despropiadas por el Estado.

—Su padre dejó un gran hueco fiscal e hipotecó sus bienes para pagar… Convincente les muestra la documentación. Unos minutos de minuciosa lectura, Dionisio, se para molesto, llevándose las manos a la cabeza, murmurando —no puede ser…

¡Tan, tan, tan, tan…! Las campanadas resuenan con eco en la sala. Un claxon se escucha cerca indicando que se acerca la furgoneta. Los gemelos piden al Superintendente hablar más tarde y este acepta.



La empresa funeraria hace presencia e instala todo lo referente al servicio funerario. Doña Secundina, con sus 82 años, continúa en la mecedora, ella luce un largo vestido negro apropiado para la ocasión. Se percata de sarcófago color crema elaborado en MDF, vulgar madera moderna, fibra de densidad media, para su marido, que en vida fue un maestro, un artesano carpintero.

Los vecinos empezaron a llegar graneados, entra a la sala la rezandera de oficio con la Biblia y la Camándula en mano. ¡Tan, tan, tan, tan, tan, tan, tan…! El reloj indica las siete, ya el sol se oculta en el horizonte. Afuera un perro ladra, la temperatura de la sala aumenta por la multitud presente. La viuda frente al ataúd, su mano posa sobre el cristal que muestra la casa de quien durante más de cinco décadas fue su fiel compañero.



—“… el descanso eterno le conceda, oh Señor, y brille la luz perpetua, que descanse en paz, Amén.” Se escucha en coro. ¡Tan, tan, tan, tan, tan, tan, tan, tan…! Una hora después, el primer rezo había culminado.

Tarde, como siempre, llega el Sacerdote que hará el responso en la ceremonia de entierro. Un aroma a café, recién hecho, inunda el lugar. Los grupitos, unos por aquí y otros por allá, murmuraban unos, otros se preguntaban si asistían o no a cementerio - ¿dónde?, preguntaban. Otros, con los desechables de café en sus manos, no dejaban de criticar.

—“… en casa de herrero asador de palo”, cómo es posible que entierren al viejo en esa caja de madera desechable…

Así terminó la velada para los vecinos, en la sala, solo tres familiares, Doña Secundina, los gemelos y un transeúnte con botella en mano, posaba en silencio sentado cerca de la entrada. ¡Quiquiriquí! A lo lejos, un gallo a lo lejos cacarea y el reloj de la sala con sus doce campanadas anuncia un nuevo día.

El transeúnte, ebrio, se levanta y dirige hasta la caja donde yacen los restos de Dos Cristóbal. Su falta de coordinación y alucinando habla con el fallecido a través del cristal:

—Viejo te fuiste y no te despediste de mí. ¿Qué?, no te entiendo… Afectado por los niveles de albohol, veía tras la ventanilla expresiones que el fallecido Don Cristóbal le hacía.



—😡🤭👊🤛☠️. A través del cristal ve esas señas. Viejo, tranquilo, murmura danzando el transeúnte frente del féretro.

El cristal de la caja se empaña y unos misteriosos golpes vienen de dentro. 🤛🤛🤛. ¡Tras, tras! ¡Pon, pon!… ¡Tan, tan, tan…! Tres campanadas anuncian la madrugada. El cantar del gallo a la lejanía. ¡Bang, bang!, dos disparos acompañan en rima al gallo cuadras más allá.

¡Zas!, un puñetazo rompe el cristal. El ¡crac, crec…!, de la mecedora cesa… Los vidrios rotos caen al piso. Doña Secunda se pone de pie estrepitosamente y los gemelos se quedan paralizados.



—Que abrieras la urna, ya no aguanto más estar aquí dentro. Don Cristóbal está vivo.

La botella casi vacía de manos del transeúnte cae al piso y se rompe. Doña Secunda cae al piso de un desmayo. ¡Tan, tan, tan, tan…! El reloj indica las 4 am. Dionisio e Isidro rompen la pasividad y abren la caja para sacar a su padre. A Doña Secunda le sientan en su mecedora nuevamente.

Los sucesos posteriores en la próxima entrega…



Cuéntame una historiaEsta es mi entrada para el reto de @freewritehouse . Aprovecho la oportunidad para invitar a @gre0017 y a @ma-57.

Cuéntame una historia - Inicios de octubre 2


Comunidad @literatos, publiqué en su colmena, por recomendaciones de la comunidad @freewrite como comunidad aliada. Gracias por albergarnos por acá.


Créditos:




Sort:  

Estaré atenta en la próxima entrega a leer el desenlace de esta historia.
¿Por qué Don Cristóbal hizo esto?
Me gustó mucho.
Saludos

Hay mucha tela de donde cortar... En la vida real, existe quienes han hecho eso con el fin de cobrar por ejemplo un seguro de vida, jejeje... Estoy a la espera de leer su entrada. Gracias por su visita...

Ohhh, desde ayer lo tengo en espera para escribir, ja ja ja ; aún no he iniciado.

Saludos

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Thank you, I really appreciate your reply…

Interesante narrativaa partir de esos tres elementos. Muy apropiadas las onomatopeyas para resaltar e introducir sonido a la historia. Buen trabajo @amigoponc...

Me alegra que te haya gustado amiga Leiny. Quiero verte postear, en Argentina hay lugares maravillosos que podrías capturar con una cámara fotográfico y/o video. Un abrazo en la lejanía..

No recordaba el uso de las "onomatopeyas", cierto es que nuestro idioma es rico en recursos literarios que pasamos desapercibidos y no los usamos. Me muero por saber cómo termina la historia.

Leer es una de las mejores maneras de mantenerte al día... Deja la flojera mental y ponte en marcha, tienes un mundo mágico por delante.

Interesante y sorpresiva su historia 🤔me pregunto las razones que llebaron a Don Cristóbal a eso, tengo varios argumentos, pero esperaré a ver su desenlace. Me gustaron los gifs.

Pronto se enterará... Gracias por su comentario y apreciación. Un saludo en la lejanía.

Tu historia estuvo muy buena, me gusto como vas describiendo todo lo que va ocurriendo y el final fue impactante y al mismo tiempo me pareció gracioso. Excelente , disfrute leyendola.
Saludos @amigoponc

Oh!, gracias por su apreciación. Sus palabras son como los aplausos para un cantante. Pronto, el desenlace de la historia.

Thank you, thank you, I'm surprised you're leaving a comment on my posts… But you're welcome. Thank you for your interest in Spanish literature, I will follow your advice to present the English version.