The secret of Aunt Matilde's legs
The first time I saw Aunt Matilde was in an old, sepia-colored photograph in an old family album. In that picture she was wearing a sequined dress and a feathered hat:
"Here Matilda had atrapped the sheik with her legs" _ my father, who was Matilde's brother, had commented to Uncle Francisco, who was also my father's and aunt's brother.
"Matilde's legs killed him,” Uncle Francisco said with a chuckle and I turned my eyes back to the photograph. The shiny dress revealed calves covered by black nylon stockings and black patent shoes. There was nothing about those legs that made me think of death. My Aunt Matilda's legs looked like my mom's, but from what my Uncle Francisco and my dad said, Aunt Matilda's legs were capable of killing people:
"How did Aunt Matilda's legs kill the sheik?" -I asked innocently and it was at that moment, perhaps, that Dad and my uncle became aware of my presence and answered in a roundabout way and then fell silent. The lack of response, rather than extinguishing the flame that was beginning to grow, stoked my childish curiosity to the maximum.
There in front of the many pairs of legs, fearful and nervous of being discovered, I remained paralyzed, as if I was facing the firing squad and waiting for those feminine legs to give me the definitive death, the one my father had talked about with uncle Francisco.
My curiosity brought new questions and new revelations:
"What if death was at the end of those legs? What if death was under the skirt" - I asked myself several times under the table, without ever daring to lift the cloth that covered that part of the long legs of my mother's friends.
Wearing cloth stockings and leather moccasins, my aunt's legs rested quietly, one on top of the other, before my curious gaze. I don't think I took more than two or three glances at her yellowish, wrinkled face, at her covered and hunched body, but I stopped at the lower part of her body: the legs more than two pistols, they looked like two rocks, two stones, rough, thick, deformed and hard.
"I don't think those legs could kill anyone,” I said to myself, although I thought that sometimes I used stones to kill lizards and crickets on summer mornings.
Only when I saw, many, many years later, those moccasins in the shop window, I remembered Aunt Matilde's legs and I could not stop smiling because many times I found sweet death between the warm legs of old loves.
All images are free of charge and the text is my own, translated in Deepl
Thank you for reading and commenting. Until a future reading, friends
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El secreto de las piernas de la tía Matilde
Frente a la vidriera de la zapatería Tolol, una de las más prestigiosas del país, fijé los ojos en los mocasines marrones de cuero expuestos y por una extraña razón, recordé a la tía Matilde y un pasaje de mi infancia que pensé había olvidado.
La primera vez que vi a la tía Matilde fue en una fotografía vieja, color sepia, que estaba en un viejo álbum familiar. En aquella imagen llevaba un vestido de lentejuelas y un sombrero con plumas:
_Aquí Matilde había atrapado al jeque con sus piernas -había comentado mi padre, quien era hermano de Matilde, a tío Francisco, quién también era hermano de mi padre y de la tía.
_Las piernas de Matilde lo mataron -afirmó tío Francisco con una risita y yo volví nuevamente mis ojos a la fotografía. El vestido brillante dejaba ver unas pantorrillas cubiertas por medias negras de nylon y unos zapatos de patente negro. No había nada en aquellas piernas que me hicieran pensar en la muerte. Las piernas de mi tía Matilda se parecían a las de mi mamá, pero por lo que decía mi tío Francisco y mi papá, las piernas de tía Matilde eran capaces de matar a la gente:
_¿Cómo las piernas de tía Matilde mataron al jeque? -pregunté de manera inocente y fue en ese momento, tal vez, que papá y mi tío se dieron cuenta de mi presencia y respondieron con rodeos y luego guardaron silencio. La falta de respuesta más que apagar esa llama que comenzaba a crecer, avivó mi curiosidad infantil al máximo.
Recuerdo que por ese tiempo tuve sueños en los que las piernas de mi tía Matilde se convertían en dos grandes pistolas que se desenfundaban de sus medias y se disparaban, matando a un gran jeque de túnica colorida y gran barba negra. También por esa época, vencido por la curiosidad y sin que nadie se diera cuenta, me metía por debajo de la mesa, cada vez que mamá tomaba el té con sus amigas, para verles las piernas. Las piernas de mi madre y de sus amigas siempre estaban enfundadas en medias transparentes que dejaban ver pequeños vellos esparcidos por todas ellas, ramificaciones de várices que parecían el delta de un río o las pecas y las manchas que parecían sombras debajo de la tela.
Allí frente a los muchos pares de piernas, temeroso y nervioso de que me descubrieran, quedaba paralizado, como si tuviera frente al pelotón de fusilamiento y esperara, que aquellas piernas femeninas me dieran la muerte definitiva, esa de la que había hablado mi padre con tío Francisco.
Mi curiosidad trajo nuevas preguntas y nuevas revelaciones:
_¿Y si la muerte estaba al final de aquellas piernas? Si debajo de la falda era que se encontraba la muerte -me pregunté varias veces debajo de la mesa, sin atreverme jamás a levantar la tela que cubría aquella parte de las largas piernas de las amigas de mi madre.
Fue en navidad, cuando la tía Matilde llegó a casa, que pude ver con mis ojos sus piernas y desprenderme de aquella fijación.
Con medias de paño y con mocasines de cuero, las piernas de mi tía reposaban tranquilamente ante mi mirada curiosa. Creo que no le eché más de dos o tres miradas a su rostro amarillento y arrugado, sino que me detuve en la parte inferior de su cuerpo: las piernas más que dos pistolas, parecían dos rocas, dos piedras, toscas, gruesas, deformes.
_No creo que aquellas piernas puedan matar a alguien -me dije para mis adentros, aunque pensé que a veces yo utilizaba piedras para matar lagartijas y grillos.
Solo cuando ví aquellos mocasines en la vidriera, recordé las piernas de la Tía Matilde y no pude dejar de sonreír porque muchas veces encontré la muerte entre las piernas tibias de viejos amores.
The innocence of a child and the inquisitiveness were all in full display. I think you would have understood the meaning if a little explanation was given rather than run from the topic but that is what adults do when children ask some questions.
I know by now, your curiousity has been solved.
If childish curiosity is so beautiful. This is pure fiction. Greetings
From Venezuela, our witness drives decentralization and the adoption of Web3 technology, creating opportunities for the local community and contributing to the global ecosystem. // Desde Venezuela, nuestro testigo impulsa la descentralización y la adopción de la tecnología Web3, generando oportunidades para la comunidad local y contribuyendo al ecosistema global.
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The curiosity of a child is something else. They always want to know more and see more, not not allow must look for a way. I just love there curiosity
Children's curiosity is what makes them discover the magical world! Greetings
As children there are many things that arouse their curiosity: why is this like and so on. So many unanswered questions but as they grow old some of those questions become clearer and better understood.
Yes. It is the stages of questions and if there are no answers, they seek to give an answer to the world they are discovering. Greetings
This scene truly needs proper verification. legs looking like something that can kill. this is the imaginative story. Thanks for bringing this great story.
Thanks to you for your comment. Regards
For the growth methodology of a child, being curious plays an important role.
I believe all is sorted well, though for this vivid description ...
Well written.
Keep to that.
Innocent children... They like asking questions to know the details and be free of any iota of doubt. Nice story.
Haha I really liked it, it was enjoyable to read. Maybe they were calling the aunt's legs killers out of sarcasm.