Lastimosamente existen personas que no reconocen a su descendencia por distintos motivos que nunca podremos llamar razones mientras se pruebe la legitimidad del lazo consanguíneo que los une; negar a un hijo es como sentenciarse a la desgracia y, para aquellos que creen en el karma, vivir con la corriente de favores en contra porque ninguna divinidad podría perdonar tal acto de impureza del alma. Hay muchos cuentos de camino que no favorecen a los padres y madres que abandonan a sus hijos, y al final de sus vidas se arrepienten de sus actos suplicando la misericordia de los dioses que veneran, y la pleitesía de los hijos que un día lejano dejaron abandonados a su suerte en un mundo que es implacable y macabro.

Esos hijos abandonados que luchan contra las fuerzas del mal ayudados por los corazones que se condolieron de su desgracia, y logran atravesar todos los muros que debieron derribar los padres que los abandonaron merecen un trato especial y una consideración magnífica porque ha llegado lejos en la vida marchando sin las luces que debieron alumbrar sus pasos. Ellos son aves que despertaron en una fría noche llena de relámpagos y centellas, en un nido vacío desde donde sólo miraron hacia abajo la gran caída del roble del cual se situaba su desgracia. Los imagino como mirlos perdidos en la desesperación de no saber ni siquiera como bajar de ahí en donde se encuentran, algunos sólo se aventan hacia el vacío a la primera y mueren, otros corren con la suerte de toparse con seres excepcionales que les enseñan como bajarse, curan sus heridas y les enseñan como fortalecer sus alas para luego, como dice la canción de The Beatles, "volar hacia la luz de la noche oscura".

Estas personas, que para mí son ángeles protectores en la desgracia que vivimos llamada Tierra, son seres que sin tener ninguna responsabilidad sobre aquellas vidas desamparadas se toman el atrevimiento con gallardía de reemplazar a esos progenitores que se fueron del nido, y con tan poco hacen una tarea titánica como lo es criar a un bebé. Muchos ni siquiera se hacen cargo de amar a su prójimo, pero hay un peso moral en el abandono de una criatura indefensa que todos conocemos, lo que no conozco yo es cómo alguien puede librarse de ese peso abandonando a un hijo a su suerte; es cierta la frase que nos cuestiona nuestra moralidad y nos plantea el miedo a la vida cuando la escuchamos en los labios de personas que parecen ángeles de la muerte recordándonos nuestro destino: "Todo lo que se hace en esta vida se paga".

El corazón no debe guardar rencores pero el hecho de abandonar a un niño cuando más lo necesita es un error que no debería ser perdonado, quizás es un pensamiento muy radical pero también lo es en dignidad porque en muchos casos cuando los hijos logran cosas que lo padres y madres no merecen, ahí están ellos y ellas como parásitos queriendo gozar del fruto del esfuerzo en solitario que tuvieron esos hijos abandonados; es en ese momento donde no se debe tener contemplación con nadie porque tiene más derecho sobre una persona aquel que dio sus alas rotas para que aprendieran a volar los mirlos, que aquellos que se marcharon del nido cuando los truenos estremecieron el cielo. Todos esos padres y madres irresponsables volverán algún día pero está en cada quien permitir los abusos de los traidores, no debe pensar el ser humano que por el hecho de habernos traído al mundo los padres y madres ya tienen poder sobre nosotros, porque en especial esos que abandonan sus responsabilidades también abandonaron sus derechos como responsables de las vidas que dejaron atrás por los motivos que hayan sido. Siempre estos personajes rastreros buscarán la forma de dar lástima cuando necesiten de los hijos que abandonaron, pero alrededor del 90% de las personas mienten cuando se ven acorralados y necesitan un beneficio de otra. No guardemos rencor pero tampoco pequemos de ingenuos e idiotas.