🌿 "Margarita está feliz" (En español)

in Green zone5 days ago


🌿 Saludos cordiales, amigos de Green Zone!!🌻
Hoy les hablaré de Margarita. Se acepta amor !!!

Margarita está feliz.
Y se lo repite como un mantra, un escudo, es justificación perfecta para las veinticuatro horas seguidas de pie, la vejiga que aprende a contener lo imposible, y el estómago que olvida su hambre. Margarita tiene un trabajo nuevo en un restaurante privado y un ingreso que antes era inimaginable.

"Antes no tenía un medio ni para tomarme un refresco", dice, y la frase contiene todo un universo de privaciones anteriores.

Ahora Margarita, gana $14,000 al mes. La cifra, grande, redonda, lo suficientemente poderosa como para opacar cualquier sombra. Pero detrás de ese brillo, se esconde una realidad laboral distópica que Margarita, en su legítima alegría por el alivio económico, aún no alcanza a ver.



Los $14,000 mensuales son el pilar central de su felicidad. Es una cantidad que, en muchos contextos, podría considerarse un buen salario. Sin embargo, una simple operación aritmética desmonta la ilusión. Margarita trabaja 10 días al mes, pero cada uno de esos días es una maratón de 24 horas seguidas. Son 240 horas de trabajo mensual. Si dividimos $14,000 entre esas 240 horas, el resultado es aproximadamente $58.33 por hora.

La cifra pierde su lustre. Pero el análisis debe ir más allá. Una jornada laboral legalmente constituida en muchos países ronda las 8 horas. Trabajar 24 horas seguidas no es una "jornada"; es una prueba de resistencia física y mental extrema.

Implica que Margarita, durante esos días, no tiene vida. Es una máquina de servir platos, y vender cervezas. El salario diario de $1,200, al ser distribuido en un periodo tan extenuante, no como una generosa paga, es, el precio que paga su empleador por anular su humanidad durante un día entero.



Margarita apenas tiene tiempo para almorzar, cenar o ir al baño mientras trabaja. Esta condición de trabajo raya en la inhumanidad. El derecho a pausas para alimentarse y a satisfacer necesidades fisiológicas básicas es fundamental, reconocido por la legislación laboral internacional y por el simple sentido común de la dignidad humana.

Negar esto no es una simple exigencia del puesto; es una violación grave que atenta contra la salud física y mental de la trabajadora.

El cuerpo de Margarita se convierte en un instrumento que debe ser dominado. La vejiga y el estómago son enemigos de la productividad. El agotamiento es una debilidad. En esta lógica, la "felicidad" de Margarita depende de su capacidad para anular las señales de su propio organismo. Es una felicidad que exige como precio, la desconexión de uno mismo.



El perfil de las empleadas no es casual. El jefe de Margarita contrata chicas hermosas para su negocio. Su belleza no es un atributo personal; es un recurso más del negocio, una mercancía que se explota para aumentar las ventas. Se contrata a Margarita no solo por su capacidad de trabajo, sino por su apariencia, un factor que la sitúa en una posición de mayor vulnerabilidad, su valor laboral se vincula a un atributo físico sujeto a los estándares y el escrutinio de otros.

Las "beneficios" que menciona tienen una letra pequeña que delata la precariedad del sistema. "Si se enferma le pagan el certificado médico". Es lo mínimo que debería ocurrir, pero se presenta como una concesión graciosa. Y el dato más revelador: "si se embaraza le otorgan la licencia pero no le pagan". La licencia de maternidad sin goce de sueldo es una burla a los derechos reproductivos de la mujer.

Le "otorgan" el permiso para ser madre, pero le niegan la seguridad económica para hacerlo, forzándola a elegir entre sustento y maternidad, o a volver al trabajo en condiciones físicamente imposibles poco después de dar a luz.



Margarita está feliz porque el presente, con toda su dureza, es mejor que un pasado de miseria. Su felicidad es real, pero también es funcional al sistema que la explota. Es la anestesia que le permite soportar lo insoportable. Al celebrar los $14,000, no cuestiona las 24 horas seguidas. Al sentirse aliviada por tener un ingreso, normaliza la privación de sus necesidades .

Su jefe no es un benefactor. Es un empresario que ha diseñado un sistema de explotación intensiva que maximiza sus ganancias. Calcula que el salario final es lo suficientemente alto como para silenciar las quejas y lo suficientemente bajo (en términos horarios y de condiciones) como para ser extremadamente rentable. Apuesta a que la necesidad económica de sus empleadas será mayor que su defensa de los derechos laborales.



Margarita está feliz pero no se da cuenta de que su salud a largo plazo está siendo hipotecada. Las consecuencias del agotamiento crónico, la mala alimentación y el estrés físico se manifestarán más adelante, y es poco probable que su jefe asuma entonces la responsabilidad.

No ve que su felicidad es frágil y depende por completo de su capacidad para mantener ese ritmo. ¿Qué pasará cuando su cuerpo ya no aguante? ¿Cuando su belleza, ya no cumpla con el estándar exigido?

Tampoco ve el poder que tendría si, junto con sus compañeras "hermosas", se organizara. Si entendieran que, unidas, podrían exigir turnos razonables, pausas obligatorias, licencias de maternidad pagadas y un salario horario justo sin tener que vender su salud .

Margarita está feliz, y tiene motivos para estarlo tras haber conocido la necesidad. Pero su historia es triste espejo de una economía que se aprovecha de la desesperación, enmascarando la explotación con billetes.

Su felicidad es el síntoma de una sociedad que ha normalizado lo anormal y ha convertido la violación de derechos en una "oportunidad". Hasta que Margarita no cambie su mantra de "estoy feliz" por un grito colectivo de "¡Basta!", su felicidad seguirá siendo, en el fondo, la otra cara de su propia explotación.

CRÉDITOS

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Ojalá Margarita fuera solo un persona arrastrando una ficción tan contundente que fuera imposible encontrar un caso parecido en la vida real, lamentablemente Margarita fue tomada de la vida real entre millones de Margaritas con otros nombres y leves y circunstanciales diferencias.
La miseria es el caldo de cultivo de dónde brotan estas Margaritas. En Venezuela, por ejemplo, el salario mínimo en Venezuela se mantiene en 130 bolívares desde marzo de 2022 —cuando equivalía a 30 dólares— y hoy, según la tasa oficial del Banco Central, apenas alcanza 1 dólar al mes. Es uno de los factores que han provocado el éxodo venezolano y Margarita puede estar más allá o más acá de la frontera pero da igual ser explotado en casa que fuera de ella.Gracias por su escrito contundente, son semillas que se van soltando y en slgún momento pueden germinar. Éxito y muchas bendiciones más.

Amable señorita @sayury buenas noches.
Placer encontrarla aquí.
Pues... su comentario da en el clavo: Margarita no es un personaje, es la realidad de millones. El nombre, el lugar, son solo variaciones de un mismo sistema que se aprovecha de la desesperación.
Lamentablemente.
Venezuela, con ese salario mínimo de un dólar al mes, pone en perspectiva la dimensión del problema: la explotación no tiene fronteras, solo se adapta.
Reflexiones como la tuya son, como bien dice, semillas. Semillas de conciencia que, con suerte, algún día germinarán en un cambio real.
Un abrazo fuerte y seguimos sembrando. 🌱
🫂🌻

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Son tan amables. Estupendo proyecto. De verdad que sí.
Las insignias se muestran bajo la foto de mi perfil?
Sería hermoso. 🌿

Tenemos la capacidad de ser feliz cuando algo cambia nuestra vida, luego todo exige otros cambios y así es la vida, la felicidad existe pero hay que amoldarse a las necesidades del cuerpo y la mente. Yo estoy como Margarita, feliz. No sé cuánto dure, deseo que mucho.

Tienes toda la razón. La felicidad no es un estado fijo, sino algo que vamos labrando a medida que la vida cambia y nos adaptamos. Como Margarita, disfrutar del presente, saborear ese "estar feliz" sin exigirle eternidad, es un acto de interesante. Como el un desayuno deseado. El día empieza.

La vida tiene esa curiosa manera de traer nuevos motivos para florecer, a veces donde menos lo esperamos.

Me alegra mucho saber que estás en ese momento luminoso, querida @iriswrite 🌼✨

Gracias a ti, un desayuno te puede cambiar el día 🤣

Green Zone la constancia, el amor. La calidez. Gracias 🫂

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