Cuando pensamos en un palacio la imaginación nos lleva a pensar en salones dorados, techos altísimos y jardines que se pierden en la distancia. Sin embargo, en la Habana del siglo colonial también existieron viviendas que por su arquitectura monumental y su sobria elegancia, eran consideradas verdaderos palacios. Uno de estos palacetes se alza en uno de los laterales de la reconocida Plaza de la Catedral en la Habana Vieja, el Palacio del Marqués de Arcos.

Este palacete, aunque menos ostentoso que los grandes salones de Europa, también cuenta una historia. Sus muros gruesos, los altos arcos que enmarcan sus entradas, los amplios ventanales y el espacioso patio interior lleno de sombra y frescor, y sus balcones con su delicado trabajo de herrería nos muestran de una arquitectura más sencilla, pero impregnada del poder y la distinción de la aristocracia de su época.

Esta vivienda de dos pisos y gran extensión, posee dos entradas. Una de ellas da a la calle Mercaderes donde justo frente al portón principal se encuentra un mural de gran formato que representa a varios intelectuales de la cultura cubana, figuras que marcaron época y que hoy son reconocidas por su legado en la historia y la cultura del país.

El inmueble por su valor histórico y arquitectónico, ha sido restaurado por la Oficina del Historiador de la Ciudad. Gracias a este esfuerzo hoy se conserva y luce como en sus días de mayor esplendor, convirtiéndose en una de las edificaciones más hermosas que rodean la plaza. El acceso está abierto al público con entrada totalmente gratuita, lo que permite que tanto locales como visitantes extranjeros puedan disfrutar de su belleza sin barreras.

En su interior encontramos espacios dedicados a la cultura y el arte, un salón consagrado a la orfebrería, donde se exhiben piezas de gran delicadeza, y un café literario que invita a un momento de pausa.

Lo que más disfruto de esta grandiosa vivienda es la abundancia de arcadas que adornan su diseño, tanto en el interior como en su amplio portal exterior. Es por eso no tengo dudas cuando escucho decir que esta es una de las residencias más destacadas de su época, y que se considera uno de los edificios más representativos de la arquitectura residencial colonial de La Habana, ya que su majestuosidad habla por sí sola.

Hasta aquí esta publicación dedicada a una de los sitios más emblemáticas de la Habana Vieja. Espero que hayan disfrutado la lectura.

¡Hasta la próxima!