Una historia

in Freewriters6 months ago

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El Dr. Martínez, un cirujano reconocido en el Hospital General de la ciudad, se encontraba en plena cirugía cuando el aire acondicionado del quirófano dejó de funcionar. El intenso calor sofocante llenó la habitación, haciendo que tanto el doctor como su equipo se sintieran incómodos y ansiosos.

Mientras el Dr. Martínez continuaba con la operación, una enfermera accidentalmente derramó una taza de café en el suelo. La mancha se extendió rápidamente, formando una extraña figura que asemejaba a un ave carroñera. Un escalofrío recorrió la espina dorsal del cirujano, quien sintió que algo no andaba bien en ese quirófano en particular.

De repente, el monitor cardíaco comenzó a emitir un pitido agudo, indicando una irregularidad en los signos vitales del paciente. El Dr. Martínez y su equipo se apresuraron a tratar de estabilizar al paciente, pero la situación parecía estar fuera de control.
En ese momento, una sombra se proyectó en la puerta del quirófano. Era el Sr. Gómez, el jefe de cirugía, quien venía a supervisar la operación en curso. Sin embargo, al ver el caos que reinaba en la habitación, su expresión se tornó seria y preocupada.

La temperatura seguía subiendo y el aire enrarecido dificultaba la respiración de todos los presentes. El Dr. Martínez intentaba mantener la calma, pero cada vez se sentía más atrapado en una pesadilla sin fin. De repente, se escuchó un extraño graznido, proveniente de afuera del hospital. Era un zamuro, un ave de carroña, que revoloteaba cerca de la ventana del quirófano.

La reunión en Zamuro, como solían llamarla los empleados del hospital, era un fenómeno extraño que ocurría cuando algo terrible sucedía en el centro médico. Se decía que el zamuro era un mensajero de la muerte, que venía a llevarse las almas de aquellos que estaban destinados a morir. El Dr. Martínez recordó haber escuchado historias sobre ese pájaro ominoso, pero nunca pensó que tendría que enfrentarse a él en persona.

La situación en el quirófano se volvía cada vez más desesperada, con el paciente en un estado crítico y el equipo médico luchando contra reloj para salvarle la vida. El Sr. Gómez ordenó que se abriera la ventana para permitir la entrada de aire fresco, pero el zamuro se mantenía inmóvil, observando la escena con ojos inexpresivos.

De repente, el monitor cardíaco dejó de emitir sonidos. El Dr. Martínez miró horrorizado al paciente, quien yacía inerte en la camilla. Todos en la habitación contuvieron la respiración, esperando algún tipo de señal de vida. Pero no hubo ninguna. El Sr. Gómez se acercó lentamente al cirujano y le entregó un sobre sellado. Dentro, encontró una fotografía del zamuro.

"Lo siento, pero esta vez no pudimos salvarlo", dijo el jefe de cirugía con voz sombría. El Dr. Martínez sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, mientras el zamuro seguía observando desde afuera, como si estuviera esperando algo. La mancha de café en el suelo parecía haberse transformado en una figura siniestra, que miraba fijamente al equipo médico con ojos vacíos.

La reunión en Zamuro había tenido lugar una vez más, llevándose consigo una vida más. El Dr. Martínez se quedó en el quirófano, observando la escena con una mezcla de incredulidad y temor. Sabía que algo oscuro y siniestro había ocurrido en esa habitación, algo que nunca podría explicar. Y mientras el zamuro se alejaba en el cielo, el cirujano se preguntaba si alguna vez volvería a ser capaz de mirar a esos ojos negros sin sentir un estremecimiento en el alma.

                         Ingles

Dr. Martínez, a renowned surgeon at the city's General Hospital, was in the middle of surgery when the air conditioning in the operating room stopped working. The intense stifling heat filled the room, making both the doctor and his team feel uncomfortable and anxious.

While Dr. Martínez continued the operation, a nurse accidentally spilled a cup of coffee on the floor. The stain spread quickly, forming a strange figure that resembled a scavenging bird. A chill ran down the spine of the surgeon, who felt that something was not right in that particular operating room.

Suddenly, the heart monitor began to emit a high-pitched beep, indicating an irregularity in the patient's vital signs. Dr. Martínez and his team rushed to try to stabilize the patient, but the situation seemed to be out of control.
At that moment, a shadow was projected on the door of the operating room. It was Mr. Gómez, the head of surgery, who came to supervise the operation in progress. However, upon seeing the chaos that reigned in the room, his expression became serious and worried.

The temperature continued to rise and the thin air made it difficult for everyone present to breathe. Dr. Martínez tried to remain calm, but he increasingly felt trapped in an endless nightmare. Suddenly, a strange squawking sound was heard, coming from outside the hospital. It was a zamuro, a carrion bird, that fluttered near the operating room window.

The Zamuro meeting, as the hospital employees used to call it, was a strange phenomenon that occurred when something terrible happened at the medical center. It was said that the zamuro was a messenger of death, who came to take the souls of those who were destined to die. Dr. Martínez remembered hearing stories about that ominous bird, but he never thought he would have to face it in person.

The situation in the operating room became increasingly desperate, with the patient in critical condition and the medical team fighting against the clock to save his life. Mr. Gómez ordered the window to be opened to allow fresh air to enter, but the zamuro remained motionless, observing the scene with expressionless eyes.

Suddenly, the heart monitor stopped making sounds. Dr. Martínez looked horrified at the patient, who lay limp on the stretcher. Everyone in the room held their breath, waiting for some kind of sign of life. But there were none. Mr. Gómez slowly approached the surgeon and handed him a sealed envelope. Inside, he found a photograph of the zamuro.

"I'm sorry, but we couldn't save him this time," the head of surgery said in a somber voice. Dr. Martínez felt a chill run through his body, while the zamuro continued to watch from the outside, as if he were waiting for something. The coffee stain on the floor seemed to have transformed into a sinister figure, staring at the medical team with empty eyes.

The meeting at Zamuro had taken place once again, taking with it one more life. Dr. Martínez stayed in the operating room, watching the scene with a mixture of disbelief and fear. He knew that something dark and sinister had happened in that room, something he could never explain. And as the zamuro receded into the sky, the surgeon wondered if he would ever again be able to look into those black eyes without feeling a shudder in his soul.