ʟᴀ "Tɪᴇʀʀᴀ ᴅᴇ ɢʀᴀᴄɪᴀ" ʏ ʟᴀ ᴘᴇʀsɪsᴛᴇɴᴄɪᴀ Cᴀɴɪʙᴀʟ-Cᴀʀɪʙᴇ. (Dɪsᴇʀᴛᴀᴄɪᴏɴᴇs ᴘʀᴇ-ᴇʟᴇᴄᴛᴏʀᴀʟᴇs Venezuela)

in Freewriters4 months ago (edited)

Tʀᴀɴsɪᴄɪᴏ́ɴ ʏ ʀᴇsᴛᴀᴜʀᴀᴄɪᴏ́ɴ: Sᴏʙʀᴇ ᴇʟ ʀᴇᴛᴏʀɴᴏ ʜᴀᴄɪᴀ ʟᴀ "Tɪᴇʀʀᴀ ᴅᴇ ɢʀᴀᴄɪᴀ" ʏ ʟᴀ ᴘᴇʀsɪsᴛᴇɴᴄɪᴀ Cᴀɴɪʙᴀʟ-Cᴀʀɪʙᴇ. (Dɪsᴇʀᴛᴀᴄɪᴏɴᴇs ᴘʀᴇ-ᴇʟᴇᴄᴛᴏʀᴀʟᴇs)

Oscar Lloreda

Recoge la historia que tras su llegada al actual territorio venezolano, Cristóbal Colón se refirió a las costas de Paria como "Tierra de gracia", en medio de una carta dirigida a la Reina Isabel I de España. Aquella metafórica y al mismo tiempo precisa descripción encubría entre líneas la voluntad de poder sobre los territorios y pobladores que evocaba, particularmente sobre sus recursos y riquezas naturales. Así, para generar el interés y futuro apoyo de su Reina, más que sobre sus "bellezas naturales" Colón le comentaba lo siguiente:

"Asiduamente procuré saber dónde cogían aquel oro, y todos me señalaban una tierra frente a ellos hacia el Poniente que era alta, más no lejana. Pero todos me decían que no fuera, porque allá se comían a los hombres, de lo que deduje que sus habitantes eran caníbales y que serían como los caribes (...) También les pregunté dónde cogían las perlas, y me señalaron el Poniente y el Norte, detrás de las tierras en que estábamos"

La "Tierra de gracia" fue la poética y acertada manera que Colón encontró para describir el botín más apetitoso que la "avanzada" Europa, en medio de la decadencia española, anhelaba encontrar para su propia supervivencia y desarrollo. El territorio venezolano, desde entonces, y por una larga noche de casi quinientos años, fue expoliado por aquellos que la "descubrieron", así como por sus herederos, de blanca y peninsular alcurnia, que no dudaron nunca en asumir tanto el proyecto de la "Corona", ahora sin reyes, como la identidad que sus "descubridores" legaron: "Pequeña Venecia" y "Tierra de gracia".

"Venezuela, Tierra de gracia", remite semántica e históricamente a la idea de un territorio despojado, entregado y subordinado a intereses ajenos, contradictorios con su propia existencia; una fuente infinita de riquezas al servicio del conquistador. Asimismo, remite a la idea de una población que resiste para poder existir y cuya vida es constantemente negada, física y culturalmente, como fórmula sacrificial que prioriza la vida y el mundo del conquistador.

Los últimos 25 años, Venezuela ha sido el epicentro de una lucha que, por primera vez, ha intentado un camino de liberación más allá de la simple resistencia al régimen colonial que nos habita institucional y subjetivamente. La fantasmagórica resistencia Caribe, que tanto miedo evoca en el conquistador, "peninsular" y "de costa", logró tomar por asalto -siempre parcialmente- la institucionalidad colonial heredada, con el irrevocable objetivo de transformarlo todo para poder existir por sí mismo, con voz propia, como lo hizo hasta 1498.

Paralelamente, al menos desde el año 2002, la voz colonial insiste sobre la necesidad, casi urgencia, de una "transición", cuyo tiempo se conjuga en futuro y cuyo contenido se pre-figura en pasado. La "transición", que etimológicamente remite a una transformación progresiva, se confunde discursivamente con un proceso de "restauración", en el cual nada se transforma sino que, al contrario, se resguarda y proyecta hacia el presente una identidad reificada del pasado.

El proyecto propuesto por un sector de la oposición venezolana, llamado "Tierra de gracia", constituye suficiente evidencia sobre el posicionamiento histórico y político de sus suscriptores. Si acaso surgiera alguna duda sobre el adecuado título del proyecto, basta con observar el lugar de subordinación que Venezuela ocuparía en el escenario internacional de ejecutarse íntegramente. Se trata de un proyecto de aniquilación que restaura el orden Moderno/colonial y nos condena -nuevamente- a la zona del no-ser.

Frente a esta pretensión, allanada internamente a través de un incesante ataque a la vida cotidiana del venezolano, se sostiene el espíritu Caribe que la Revolución re-habilitó completamente desde 1998, y que hoy se mantiene con la misma hambre y con las mismas ganas de comerse al mundo y de transformarlo bajo una provechosa digestión.

Esa persistencia Canibal, esa hambre, ese espíritu de resistencia Caribe que nos mantuvo incólumes, aunque institucional y culturalmente inhabilitados por cinco siglos, no depende de cargos o de poder institucional alguno. Sin embargo, abrir la compuerta para el retorno hacia la "Tierra de gracia", puede sumirnos en un nuevo y largo ciclo de resistencia y aniquilación cuya violencia física, simbólica, emocional, inevitablemente nos afectará a todos.

Caníbales-Caribes somos, y a quienes hoy procuran el retorno a la Tierra de Gracia, o la restauración en-cubierta como "transición", bien les valdría considerar las palabras des-oídas por Colón y su Reina: "Todos me decían que no fuera, porque allá se comían a los hombres".