Había sido un día difícil me tocó trabajar doble, porque mi compañero no pudo llegar y el patrón esta vez necesitaba preparar todo lo referente a la cosecha y guardar los insumos en el granero.

Así que llegué molido, la tarde anunciaba lluvia, a lo lejos el horizonte se vestía de color gris y el viento caliente fue enfriándose, cuando llegué al rancho La mujer había salido a casa de su mamá y me dejó una nota donde decía que si llovía se quedaría, así que no comí, solo me tiré en la hamaca y cuando voy quedándome dormido, sonó el primer trueno, que fue como un coro, repitiéndose suavemente.

La brisa empezó a soplar un poco más fuerte, ya adormecido, truena de nuevo y esta vez fue como si se quebrara el cielo, el rancho parecía moverse, ahí fue cuando me acordé de la perra, ella estaba recién parida y la habíamos dejado en un pequeño galpón al fondo del cercado, donde yo guardaba mis cosas de labranza, así que abrí la puerta y salí corriendo, el agua se me se me vino encima de manera violenta, pegaba tan fuerte sobre la cara.

La oscuridad se había hecho más negra, solamente podía ver cuando los relámpagos estallaban y alumbraban todo, eso hacía que mis ojos pudieran guiarse hacia el galpón, corrí lo más que podía, trastabillando en el barro, el cielo parecía que se iba a caer, los truenos hacían un ruido espantoso.

Ya estoy llegando, oigo los ladridos de la perra, la veo que sale corriendo a buscarme, estaba asustada, entré y allí estaban los cachorros casi nadando en el agua, esta entraba por todos lados, los agarré y los metí en una bolsa y salí corriendo, agarre a la perra y la abrace, ahora la cosa era llegar a casa en medio de aquella tormenta de truenos, cuando llegué sonó un trueno tan duro que parecía que el rancho se venía abajo, pero respire tranquilo y la perra se quedó mirándome, agradecida por salvar a sus cachorros, ahora solo tenía que esperar que todo terminara, vaya día para mí.