La cobardía no es un asunto de heredad

Saludos Hivers, que tengan todos el mejor de los domingos, salud, luz y mucha creatividad ✨
Pintamos el cuarto ayer y ahora mi esposa y yo estamos acomodando los 📚 en nuestros libreros. Muchos de ustedes dirán nada más fácil y normal. Pero sucede que mi esposa Lisy también es escritora, así que ya se imaginarán el dilema que esto presupone 🤭
En lo que Ella decide empoderada qué libros van a quedar yo he decidido irme al Patio y postear este poema de mi 📕 inédito BALADAS PARA CONJURAR EL DESAFECTO.
Espero les agrade y lo disfruten 😈🫂

Yo quisiera entender algo de lo que pasa
bajo las luces de neón,
comprender a la mujer
que abandona el cigarro
y me indica que debería seguirla,
con su dedo índice,
y tengo miedo, qué decir miedo,
siento pánico,
pues he visto cómo se extingue
una rara luz en sus ojos
y he oído una melodía,
una ajena cancioncilla que me recuerda
cuán cobarde he sido siempre:
"¿Quién le tiene miedo a la muerte?
¿Quién le teme a su poema?"

Y paso de largo, no la sigo,
tullido de afecto paso,
sin mirarle a los ojos, paso desfallecido,
desvalijado de corazón corro
como un perro con el rabo entre las patas,
bajo un sol que raja el asfalto,
ignorando a esa mujer
del mismo modo en que el poeta
debió desentenderse
de su sombra alguna vez:
Homero de su Tersites
Nietzsche de Zaratustra
y Altazor de su Huidobro...

Paso de largo, eso debía haber hecho el Tao
al nacer Lao Tsé,
así debía haber actuado el Ángel de la Jiribilla
cuando llegó a sus oídos el rumor
de otro José naciendo en Cuba
(debía haber comprendido que a la Patria
no le bastaba con uno y que el dos
siempre ha sido un número insuficiente,
por eso en Cruces, para el infortunio
de algunos que se vanaglorian
con ser claros entendidos
en los asuntos de cobardía,
nació el ángel Buesa)

Así debía haber pasado Jack
(debía haber ignorado, como yo,
a su Destripador)
Así debía haber actuado Hide
al encontrarse con Jekyll.
Así debían haber pasado la Bestia
y Don Quijote
y Romeo,
Tristán y Calisto
y Jonás
y Adán
después de verla a Ella...

Así debían haber pasado,
por el lado de su democrático yo, Whitman;
por el lado de su oscuro laberinto, Borges.
Y Sísifo, ante la piedra.

Así debía haber pasado Pessoa,
ignorando cada uno de sus heterónimos.
Eso debían haber hecho todos,
pero a fin de cuentas,
ninguno era tan cobarde como yo.

Y no voy al desencuentro,
lo confieso ahora, aunque no me crean,
aunque algún que otro crítico
lo estudie mañana de manera muy patética
con todo su desafecto
y ladre ensalivado a más no poder:
procuro su beso, pues no pude aguantar
las ganas de mordisquear sus pezones
mientras nos poseemos
sin más sentido
que el escabroso acompañarnos.

Pasar de largo, eso debía haber hecho yo
y lo debían haber conseguido
el cisne salvaje y el pájaro azul al encontrarse
con Bukowski el segundo
y el primero con Nogueras,
pero Ellas siempre nos roban la iniciativa
y ahora lo tengo bien claro:
la cobardía no es un asunto de heredad.

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