Cuento: Tob El Sabueso [español]
Bajo la luz de la diosa luna, regresaba de otra jornada de trabajo Tob Tronsthom, mejor conocido por todos en el pueblo y los alrededores como El Sabueso. Y si, la familia Tronsthom tenía fama por ser de los mejores cazadores de todo el sureste y las zonas boscosas, siendo de los principales surtidores de carne de alce y otros mamíferos en los mercados. Y Tob, el menor de 5 hermanos siempre destaco por ser un excelente localizador de las presas, y eso se debía por su habilidad especial, su gran olfato, el cual desarrollo desde muy muy pequeño.
A la edad de cinco años, y durante un entrenamiento de cacería con su padre, tíos y hermanos mayores, Tod se extravío en las profundidades del bosque. Sus familiares lo buscaron durante horas, si suerte. Y no fue sino hasta el día siguiente que el pequeño Tod apareció en la entrada del bosque, sorprendiendo a todos en el campamento cuando se disponían a salir y reanudar la búsqueda. Luego de recibir el abrazo de su desesperado padre y sus hermanos, le preguntaron cómo había hallado el camino de regreso, a lo que el chico respondió “seguí el olor de las salchichas”. Inmediatamente todos vieron la fogata con salchichas que estaban cocinando para el desayuno, y las risas estallaron. Desde entonces las anécdotas con su nariz se multiplicaron, y su fama como explorador y olfateador aumentó.
Sería en una incursión a los bosques negros del sur, cuando los hombres de organizaron y formaron una expedición para perseguir a unos ladrones que habían causado estragos en la aldea, que Tob se ganaría su famoso apodo. Y es que tras casi una semana de persecución y siguiendo huellas y rastro, fue nuevamente el fino olfato del menor de los Tronsthom el que guio al grupo hasta los ladrones, recuperando lo robado y haciendo justicia. Entonces todos reconocieron su indiscutible ayuda en la misión y comenzaron a llamarlo El Sabueso.
Era casi medianoche cuando Tob regresó al pueblo, con su espada envainada en el cinto, cargando su arco y flechas con la mano izquierda, y con la derecha ayudando a sostener sobre los hombros y espalda un jabalí de tamaño medio. Había sido una buena jornada de cacería. Sus amigos que bebían en una mesa fuera de la taberna celebraron con sus tarros de cervezas al verlo de vuelta, instándolo a que se les uniera. Tod sonrió, y de buena gana aceptaba la invitación, pero, de pronto, un olor lo detuvo, “snif snif”, se concentró Tod.
Entonces se acercó a sus amigos y dejó caer sobre la mesa al pesado jabalí, algunos se apartaron, otros quitaron los tarros para no derramar la cerveza. “cuiden esto acá”, dijo mientras depositaba en una silla el arco y las flechas. Y siguiendo las indicaciones de su olfato, comenzó a caminar con paso veloz. Pronto ya se había alejado de la taberna, caminando calle abajo.
Luego de doblar dos esquinas y recorrer veloz un par más de calles, El Sabueso continuó persiguiendo aquel olor, que lo llevó a subir a un primer piso de un edificio, por los pequeños escalones de una delgada escalera de cemento. Llegado al primer piso, Tod pretendió desenvainar la espada, pero lo pensó mejor, y prefirió sacar de su pechera su afilado cuchillo de caza.
“Snif, snif”, guiado por el olor, camino con cuidado por el oscuro pasillo. Finalmente, su nariz lo llevó a una puerta de madera que se encontraba descuidadamente entre abierta. Con el cuchillo en su diestra listo para la acción, Tod miró con sigilo al interior de la casa, donde un cálido color naranja contrastaba con el frío azulado del exterior. Con su mano izquierda enguantada empujó lentamente la puerta, y con mucho cuidado entro, intentando hacer el menor de los ruidos. Avanzó con pasos cortos y mirando a todos lados, muy pendiente de los detalles. Atravesó la sala de la entrada, y luego un pasillo. “Snif”, el olor aquí era más fuerte, “Justo lo que pensé” dijo rompiendo el silencio mientras sonreía.
Cuando Sylvana entró a la cocina, descubrió a su novio Tod sentado a la mesa, cortando con su cuchillo y llevándose a la boca un gran trozo de su pastel de calabaza, recién salido del horno. “Pero ¿qué haces??” dijo ella entre sorprendida y risas, a lo que El Sabueso respondió aún con la boca llena “ …me encantan los pasteles… ”
FIN
By Mostrorobot
Este relato surgió inspirado en la frase “ …me encantan los pasteles…” y como mi participación en el Spanish Freewrite propuesto por @latino.romano:
https://peakd.com/hive-161155/@latino.romano/spanish-freewrite-5-de-julio-de-2024-mensaje-diario-de-5-minutos
Idioma original: Español latino
Translation: Google Translate
Diseño/Design: Por Mostrorobot utilizando las herramientas Nightcafé Studio AI y Photoshop
English is not my native language, I apologize for possible errors in the translation.
Story: Tob The Hound [English]
Under the light of the moon goddess, Tob Tronsthom, better known to everyone in the town and the surrounding area as The Hound, returned from another day of work. And yes, the Tronsthom family had a reputation for being some of the best hunters in the entire southeast and the forested areas, being one of the main suppliers of elk meat and other mammals in the markets. And Tob, the youngest of 5 brothers, always stood out for being an excellent locator of prey, and that was due to his special ability, his great sense of smell, which he developed from a very young age.
At the age of five, and during hunting training with his father, uncles and older brothers, Tod got lost in the depths of the forest. His family looked for him for hours, if they were lucky. And it wasn't until the next day that little Tod appeared at the entrance to the forest, surprising everyone in the camp as they prepared to leave and resume the search. After receiving a hug from his desperate father and his brothers, they asked him how he had found his way back, to which the boy responded “I followed the smell of the sausages.” Immediately everyone saw the bonfire with sausages they were cooking for breakfast, and laughter broke out. Since then the anecdotes with his nose multiplied, and his fame as an explorer and sniffer increased.
It would be on a raid into the black woods of the south, when the men of organized and formed an expedition to pursue some thieves who had wreaked havoc on the village, that Tob would earn his famous nickname. And after almost a week of persecution and following footprints and trails, it was once again the keen sense of smell of the youngest Tronsthom that guided the group to the thieves, recovering what was stolen and doing justice. Then everyone recognized his indisputable help in the mission and began to call him The Hound.
It was almost midnight when Tob returned to the town, with his sword sheathed in his belt, carrying his bow and arrows with his left hand, and with his right helping to hold a medium-sized wild boar on his shoulders and back. It had been a good day of hunting. His friends who were drinking at a table outside the tavern celebrated with their mugs of beer when they saw him back, urging him to join them. Tod smiled, and willingly accepted the invitation, but, suddenly, a smell stopped him, “snif snif,” Tod concentrated.
Then he approached his friends and dropped the heavy boar on the table, some moved away, others removed the jars so as not to spill the beer. “Take care of this here,” he said as he placed the bow and arrows on a chair. And following the indications of his sense of smell, he began to walk with a quick step. He was soon already away from the tavern, walking down the street.
After turning two corners and quickly traveling through a couple more streets, The Hound continued chasing that smell, which led him to climb to the first floor of a building, up the small steps of a thin cement staircase. Arriving at the first floor, Tod tried to unsheath his sword, but he thought better of it, and preferred to take his sharp hunting knife from his chest.
“Sniff, sniff,” guided by the smell, I walk carefully through the dark hallway. Finally, his nose led him to a wooden door that was carelessly left open. With the knife in his right hand ready for action, Tod stealthily looked inside the house, where a warm orange color contrasted with the cold bluish exterior. With his gloved left hand he slowly pushed the door open, and very carefully entered, trying to make as little noise as possible. He advanced with short steps and looking everywhere, very attentive to the details. He crossed the entrance room, and then a hallway. “Sniff,” the smell here was stronger, “Just what I thought,” he said, breaking the silence as he smiled.
When Sylvana entered the kitchen, she discovered her boyfriend Tod sitting at the table, cutting with his knife and putting a large piece of her pumpkin pie, fresh out of the oven, into his mouth. "But what are you doing??" she said between surprise and laughter, to which The Hound responded still with his mouth full “…I love cakes…”
END
By Mostrorobot
This story arose inspired by the phrase “…I love cakes…” and my participation in the Spanish Freewrite proposed by @latino.romano:
https://peakd.com/hive-161155/@latino.romano/spanish-freewrite-5-de-julio-de-2024-mensaje-diario-de-5-minutos
Original language: Latin Spanish
Translation: Google Translate
Design/Design: By Mostrorobot using Artificial Intelligence Nightcafé Studio and Photoshop tools
English is not my native language, I apologize for possible errors in the translation.
Saludos @mostrorobot, que bueno encontrarte por acá y disfrutar de tus relatos.
Éxitos en el concurso.
hey Leo, igualmente finífimo verte, un saludo friend!!
Es gracioso, porque la historia empieza en modo happy, luego todo se oscurece, y al final se come un pastel. Dos giros inesperados, y muy interesantes.
Si, mas o menos esa era la idea de sorprender, jeje. muchas gracias Zul