Durante la Navidad, no hay nada como acurrucarse con una manta, ver películas navideñas o leer Navidades trágicas de Agatha Christie. Comer lo que quieras, darte un baño relajante, poner música y hacer lo que sientas en el momento. Porque cuando uno está mal, los eventos sociales pueden ser agotadores y drenantes de energía. Fingir una sonrisa, mantener la fachada para que los demás no noten tu tristeza, eso es muy difícil.
Mi hermana me preguntaba por qué estaba tan ansioso en estas fechas. La etapa en la que me encuentro desde hace unos años, y esta fecha la intensifica. Ha habido años en los que he logrado fingir mejor estar bien. Sin embargo, hubo años en los que la ansiedad convirtió la Navidad, mi época favorita, en una verdadera pesadilla.
Para aquellos que se sienten invadidos por la melancolía, hacer una lista de las cosas buenas que hemos hecho puede ser útil. Recordarnos a nosotros mismos nuestras pequeñas victorias del año y comprometernos con la resiliencia para el próximo. Vivimos en una era donde la autocompasión, validación y empatía son fundamentales. Recordemos que hemos hecho lo mejor que pudimos con las herramientas que teníamos. Celebremos nuestras pequeñas victorias, aunque haya cosas sin terminar.
En estas fechas también enfrentamos las expectativas y los comentarios de la familia, como los de mi primo Jorge, que siempre tiene que decir y opinar algo. Nunca sabes si es solo problemas a la hora de medir sus palabras o si hay toda una mala intención detrás. Este año, sin embargo, estoy decidido a pararle los pies en seco a mi primo.
Recuerdo una Navidad particularmente dura. Un comentario hiriente de Jorge, apoyado por la complacencia de su esposa, que afirmaba sin temor cualquier cosa que saliera de su boca, hizo que el año comenzara de la peor manera. En medio de la cena, Jorge soltó una frase despectiva sobre mis logros, o la falta de ellos, sabiendo que me habían despedido recientemente y mis temores a morir solo. Después del comentario, mi estómago empezó a doler y no pude disfrutar de una cena para la cual había pasado todo el día en la calle buscando las cosas que necesitaba. Esa herida permaneció abierta mucho tiempo, recordándome lo cruel que pueden ser las palabras de las personas más cercanas a ti.
La Navidad no tiene que ser maravillosa, simplemente tiene que ser. Debemos aceptar tanto las Navidades felices como las difíciles. La belleza de esta festividad está en su imperfección y en nuestra capacidad de celebrarla a pesar de todo. Así que, celebremos nuestras pequeñas victorias y enfrentemos las tensiones familiares con la frente en alto.
The Other Side of Christmas
During Christmas, there's nothing like curling up with a blanket, watching Christmas movies or reading Agatha Christie's Tragic Christmas. Eat whatever you want, take a relaxing bath, put on some music and do whatever you feel in the moment. Because when you're down, social events can be draining and energy-draining. Faking a smile, keeping up a facade so others don't notice your sadness, that's really hard.
My sister was asking me why I was so anxious around this time. The stage I've been in for a few years now, and this date intensifies it. There have been years when I have managed to pretend better to be well. However, there were years when anxiety turned Christmas, my favorite time of year, into a real nightmare.
For those who are overcome with melancholy, making a list of the good things we have done can be helpful. Reminding ourselves of our small victories of the year and committing to resilience for the next. We live in an era where self-compassion, validation and empathy are critical. Let's remember that we did the best we could with the tools we had. Let's celebrate our small victories, even if there are unfinished things.
At this time of year we also face expectations and comments from family, like my cousin Jorge, who always has something to say and an opinion. You never know if it's just problems when it comes to measuring his words or if there is a whole bad intention behind it. This year, however, I am determined to stop my cousin in his tracks.
I remember one particularly harsh Christmas. A hurtful comment from Jorge, backed by the complacency of his wife, who fearlessly affirmed anything that came out of his mouth, got the year off to the worst possible start. In the middle of dinner, Jorge blurted out a derogatory phrase about my accomplishments, or lack thereof, knowing that I had recently been laid off and my fears of dying alone. After the comment, my stomach began to hurt and I could not enjoy a dinner for which I had spent all day on the street looking for the things I needed. That wound remained open for a long time, reminding me how cruel the words of the people closest to you can be.
Christmas doesn't have to be wonderful, it just has to be. We must embrace both the happy Christmases and the difficult ones. The beauty of this holiday is in its imperfection and in our ability to celebrate it regardless. So, let's celebrate our small victories and face family tensions head on.
Translated with DeepL.com (free version)
📸 Foto de Taso Katsionis en Unsplash
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