Sigo teniendo la indescriptible calidez en mi memoria sobre las pocas oportunidades en que pude cruzar sus lindos ojos cafés distraídos en las notas musicales, en el metal que cubrían las cuerdas, girando para ver mis pupilas cansadas al momento de percibir más de la presencia de su guitarra en su regazo, estando posada su espalda sobre la pared blanca de la habitación y sus uñas naturales deteniéndose mover la cuerdas. Podía ver cómo su gesto se hacía tímido mientras el mío se entonaba en picardía, aunque sentía como la nueva sensación en mi corazón hacía retumbar mi sistema nervioso en una sutil crueldad...

Su piel trigueña me ponía nostálgica pensando en esos caramelos de arequipe que hacen alegrar a mis antojos, tan redondos dulces como sus mejillas risueñas, limpias, brillantes, tiernas que se robaron la voluntad de mis labios aquella tarde dónde me despedí de ella. Queriendo estar otro día con mi cara descansando en su corazón, mientras ella rodeaba mi cabeza con sus brazos llenos de una abrumadora tranquilidad, mientras yo me hundía en el suéter que olía tan bien sin necesidad de un perfume de marca, no sentía mucha diferencia de su inocente olor que vivía en su cuello cuando me colaba de su espacio personal utilizando la excusa de saludar solo para esconder mi cara en su hombro y subir un segundo, deseando que el olor se pegara a mi piel para estar contenta el resto del día, en silencio, siendo tan natural...

Siempre voy a recordar a ese hermoso resplandor a través de la gran ventana que la hacía parecer que brillaba y desvergonzada porque causaba que mi cara se enrojeciera por tanta paz invadir mi mente, dejándola tan corta para escribir esto, para escribir lo muy feliz que me sentí en aquellos momentos y para confesar con dolor...

I still have the indescribable warmth in my memory of the few times I could cross her pretty brown eyes distracted in the musical notes, in the metal covering the strings, turning to see my tired pupils as I perceived more of the presence of her guitar in her lap, her back resting on the white wall of the room and her natural fingernails pausing to move the strings. I could see her gesture grow coy as mine intoned in mischief, though I felt the new sensation in my heart rumble my nervous system in subtle cruelty....

Her wheat skin made me nostalgic thinking about those arequipe candies that make my cravings happy, as round sweet as her laughing, clean, bright, tender cheeks that stole the will of my lips that afternoon where I said goodbye to her. Wanting to be another day with my face resting on her heart, as she wrapped her arms around my head full of overwhelming tranquility, while I sank into the sweater that smelled so good without the need of a branded perfume, I didn't feel much difference from her innocent scent that lived on her neck when I snuck out of her personal space using the excuse of saying hello just to hide my face on her shoulder and go up for a second, wishing the smell would stick to my skin to be content for the rest of the day, in silence, being so natural....

I will always remember that beautiful glow through the big window that made her look shining and shameless because it caused my face to redden from so much peace invading my mind, leaving her so short to write this, to write how very happy I felt in those moments and to confess with pain....