Un café para reflexionar y celebrar el inicio de nuevos cambios y emprender nuevos proyectos

Hoy, cuando ya un año está en marcha y el año viejo tiene días que se fue, decimos adiós 2024 y bienvenido 2025, recibiendolo con buenas vibras, optimismo y mirando hacia adelante, sin importar las adversidades de la vida.

Me digno en tomarme un momento de este valioso tiempo y me siento a disfrutar de un buen café, todavía se respiran aires navideños, que nos permite realizar de este ritual cotidiano, que tan sólo un sorbo de está deliciosa bebida, que nos invita a deleitarnos cada tragos, visualizar esos instantes vividos, esa contemplación que hacemos en ese año que se fue en cada sorbo y sorbo, encuentro la calidez de un nuevo comienzo en este año que ha asomado sus narices con tanto entusiasmo.

Para mi este delicioso café representa más que una bebida caliente; se ha convertido en un símbolo de vida, en un elixir de la transformación de nuevos tiempos que vendrán, en esa promesa que debemos renovar si no fue alcanzada en un tiempo que ya se fue y que no volverá atrás.

Pues con cada sorbo les confieso, que me he propuesto a celebrar el inicio de nuevos cambios en mi vida y tomar el timón, levantar las velas y alzar mi vuelo para emprender nuevos proyectos.

He aprendido con todas estas experiencias de vida, que la vida sigue su curso sin importa nada, sin considerar nuestra angustia, desafiando nuestro dolor y recordándonos a cada instante que a pesar de las tormentas suscitadas en nuestro largo camino, en un punto de ese largo trayecto encontraremos la calma, que debemos de arriesgarnos para descubrir ese equilibrio.

Se que jamás podré olvidar a mi hija Valentina, es un duelo que debo ir procesando a pesar de estos largos meses, siempre estará conmigo, llevará siempre un lugar especial en mi corazón. Por consiguiente, sé que mi corazón, mi duelo debe resurgir nuevos retos y nacer una nueva visión para vivir la vida como mi hija hubiese querido.

Se que las heridas, se sienten muy profundas, están todavias crudas, tibias en mi corazón, no se cuando ocurrirá el proceso de cicatrizar las heridas, pero lo cierto es que el tiempo tiene el poder de sanar o minimizar el dolor cuando emprendemos nuevos senderos, cuando transformamos haciendo con las manos, cuando ocupamos nuestras mentes en algo productivo, estas serán lecciones de vida que iluminarán mi camino hacia la resiliencia, hacia nuevos retos y comienzos de proyectos. Es por ello, que entre sorbo y sorbo se me va iluminando mi visión de vida, lo que debo emprender para ir suavizando este tumulto de emociones reencontradas.

Les confieso, que necesito descubrir la manera de aprender a vivir con la ausencia de mi hija Valentina, es el dolor y la agonía de mi alma, todavía no he aceptado su partida, ha sido muy duro para mi y mi familia; pero a pesar de esas pequeñas cosas, sé que debo buscar nuevas formas de recordarla que no me consuman en la tristeza, recordando los buenos momentos y minimizando esos recuerdos que por alguna circunstancia no fueron gratos en nuestras vidas.

Es un compromiso que tengo con ella y conmigo misma, para honrar su memoria. Por consiguiente, he meditado en esa tarde de café, entre ee calor que entró en mi alma y me ha hecho recordar que se vienen nuevos tiempos, por ende he decidido que quiero emprender nuevos proyectos y renovar los que quedaron en el camino; también requiero explorar oportunidades que llenen mi vida de significado, que vayan sumando, que me permitan seguir tejiendo con amor los nuevos senderos y así un nuevo futuro donde el dolor y el amor coexistan en equilibrio con toda mi familia y mi alrededor.

Es por ello, que debo retomar mi vida, forjar la relación de madre con mis dos grandes tesoros, mis Vales, son la luz que me guían en mi largo camino. En mis dos hijas veo el reflejo de la fortaleza que me rodea, el optimismo que me obedezco a tener y la alegría que debo seguir persiguiendo, confiando en la voluntad de Dios que es posible alcanzar. Quiero que ellas crezcan como dos hermanas unidas y que se rodeen en un entorno donde el amor prevalezca, donde los recuerdos se transformen en lindas sonrisas y la historia de su hermana Valentina las cuenten con orgullo.

Este café para mi representa un bálsamo, una visión de vida, es un símbolo de esperanza, de Fe y sobre todo amor. Es la certeza de que, aunque el mundo no se detenga, podemos hacer pausas para reflexionar entre sorbo y sorbo, para aprovechar de soñar, y para planear un futuro que nos obedecemos a vivir.

Sigo con mi intención de mirar hacia adelante, de replantear metas que me llenen de propósito y que me permitan a mi y a mis hijas tener un porvenir, sentirse apoyadas y queridas.

Hoy elijo celebrar el proceso de sanar en compañía de un café, de renacer en cada nuevo amanecer. Con el sabor de este café en mi boca, abrazo el cambio, con la firme convicción de que, aunque el camino sea difícil, con amor, perseverancia y la unión familiar, cada paso se convierte en un acto de valentía.

Terminó con esto, diciendo que sigamos adelante, porque la vida, incluso en su tristeza, sigue siendo un regalo de Dios, y está en nuestras manos aprender a vivirla plenamente, en armonía con la naturaleza y todo lo que no rodea, para seguir disfrutando de la mejor bebida del mundo, con un buen café...

Gracias por haberme acompañado hasta acá, con mi historia del café... Un fuerte abrazo y besote grande... Feliz Navidad, mis amigos Amantes del Café y Prospero 2025...

Se les quiere mucho, vamos por más historias con aroma a café, hasta un próximo encuentro...

 Todos los derechos reservados de Autor.
 Maleida Marcano/@maleidamarcano.
 Las Fotografías son de mi exclusiva propiedad, de mi álbum familiar y fueron tomadas por mi teléfono Honor X6 Plus.