Me complace compartir nuevamente con ustedes amantes del café, les quiero contar en esta oportunidad algo que he vivido últimamente en mi sitio laboral. Hay una persona allí que que se ha ganado mi total cariño.

Les hablo de una persona mayor que antiguamente fue una maestra de primaria, pero luego de la jubilación y al ver que la pensión no le alcanzaba se vió obligada a trabajar como la encargada de mantenimiento en la panadería donde yo comencé a trabajar este mismo año.

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Desde que inicie allí me ha llamado la atención su manera de trabajar, parece una hormiga, camina de aquí para allá sin descanso, responsable y muy colaboradora con el dueño, está pendiente de todo para que las cosas marchen bien. Algo que es parte del dia a dia, es que se toma el tiempo para hacer uno de los más sabrosos café que he probado, —no soy el único que lo piensa— no sé que es lo que lo hace saber tan especial, pero cuando tomo me hace sentir en casa, cuando uno comienza a tomar ese café te sientes menos estresado, así tengas mucho trabajo y la hora te este atrapando, en esos minutos que pasó tomando ese café es como si el tiempo se detuviera.

No sé si alguien le ha pasado que con un simple olor, los recuerdos más bonitos vienen de nuevo a su memoria, a mí me sucede eso pero con el olor y el sabor del café que hace la maestra, así le decimos por cariño. Como es una persona mayor me hace acordar a mi abuela que siempre estaba pendiente de mi y parte de sus atenciones era darme una taza de café, aunque el año pasado la perdí, esa maestra con su cariño me hace recordar a mi abuela frecuentemente.

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El día viernes la maestra no fué a trabajar, tenía un compromiso y pidió el día libre, en la tarde me puse ha preparar el café, pero ni el olor ni el sabor fue lo mismo, no digo que yo haga el café malo, pero esos recuerdos bonitos a los que me lleva el café de la maestra no los sentí. Así que nos hizo falta su café en la mañana y en la tarde.

Las personas mayores le dan un sabor característico a los alimentos, sientes que más nadie lo puede dar, no sé si es el amor con el que hacen las cosas, es como si con los sabores de los alimentos quisieran consentir a los que los rodean. Ese amor es el que uno recuerda por siempre aunque luego no estén. Los abuelos deberían ser eternos y así seguir disfrutando de su cariño y amor que demuestran hasta cuando nos dan una taza de café.

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La conclusión a la que yo llegué es que a veces no importa la marca del café, o la cantidad que le colocamos al agua, el cariño con el que lo hagamos es lo que va a determinar las diferentes sensaciones que sentimos cuando lo olemos o cuando tomamos el primer sorbo. Cuando vaya al trabajo le diré a la maestra la falta que hizo su café ese día, el día no fue lo mismo sin esos gratos recuerdos a los que me lleva ese dulce sabor.