La señora de la 24 | Relato

in La Hermandad Kyteler3 years ago (edited)

Algunas veces ocurren cosas inexplicables en nuestras vidas

Photo by Anthony DELANOIX on Unsplash

¡Que noche, la de anoche!

Como suele ocurrir algunos fines de semana, me reuní con unos vecinos de confianza de la urbanización donde vivo. Estuvimos tomando unas cervecitas mientras jugábamos al Dominó y contábamos anécdotas de nuestra vida cotidiana.

Pasada la media noche, aún estábamos en nuestro compartir, cuando se abrió el portón eléctrico de acceso al urbanismo sin que nadie entrara ni saliera. No le dimos importancia y seguimos en nuestra juerga. Sin embargo, empezó a llamarnos la atención que a intervalos de diez minutos aproximadamente ocurría lo mismo.

Sin querer tomar parte en el asunto lo dejamos pasar por espacio de una hora, y luego preocupados de que se fuese a dañar el portón o que irrumpiera algún desconocido con malas intenciones, comenzamos indagar si a esa hora de la madrugada un niño de alguna casa jugaba con el control remoto del portón. Recorrimos la urbe, pero todas las casas estaban cerradas con sus luces apagadas. El silencio reinaba en derredor, interrumpido únicamente por las risas provenientes de mi casa.

Ya cansados de lo que calificábamos como saboteo con el portón, nos dirigimos hasta el tablero de control, percatándonos de que la casa que realizaba la constante e inconsciente apertura era la número 24. No perdimos tiempo y nos dirigimos hasta allá para formalizar el reclamo, pero todo estaba apagado y nadie salió a atendernos. Molestos y desilusionados nos marchamos a dormir, pues el reloj ya marcaba las 2:30 de la madrugada.

Antes de acostarme, fui a la cocina para servirme un poco agua, cuando veo el portón abrirse nuevamente. Rápidamente y rabiando por la situación, salí dispuesto a tumbarle la puerta al vecino –de ser necesario– pero nadie respondió a mis llamados, así que me asomé por la ventana que da a la sala, y para mi asombro, una mujer anciana con bata de dormir se balanceaba en una silla mecedora.

-Señora, desde la media noche alguien de allí está abriendo el portón a cada rato sin necesidad. Por favor revise que es lo que está sucediendo, le dije con tono molesto pero firme.

Ella en tono susurrante me respondió: “Mi hijo ya viene en el camión y tengo que estar pendiente porque no carga el control.”

Fue inútil intentar persuadir a la señora de que dejara de abrir y cerrar el portón, así que la reporté a la junta de condominio y me fui a acostar, hirviendo de la rabia.

A la mañana siguiente, muy temprano, me levanté, y aún sin cepillarme los dientes, corrí a casa del vecino a reclamar la actitud su madre. El vecino me escucho con mucha atención y respeto, y al finalizar de lanzar yo mi molesta arenga, me dijo:

-Disculpe vecino, eso que usted dice es imposible, porque mi madre vive en Colombia y tengo más de un año que no la veo. Como todo el mundo sabe, acá vivo yo solo y anoche me quedé dormido profundamente por los medicamentos que estoy tomando.

Me quedé sin palabras y sin argumentos para seguir discutiendo, y seguro de lo que había visto en la madrugada me regresé a casa.

Entrada la tarde, y picado de curiosidad por lo que había sucedido se lo comenté a la vecina de la casa contigua a la 24, y lo que me contó me dejó más sorprendido aún.

Ave María purísima, vecino...
Hace años atrás –y ya han pasado varios inquilinos por esa casa– allí vivía un señor que tenía un camión. Su madre estaba padeciendo una grave enfermedad terminal, por lo que decidió traérsela a su casa para que pasase sus últimos días a su lado. Una noche de enero, por cierto, luego de espantosos gritos de dolor, la señora falleció, y su hijo se marchó de inmediato para nunca más volver. Desde entonces la casa ha estado habitada por inquilinos que, extrañamente, no duran mucho viviendo ahí.
Que Dios nos proteja y nos ampare.

--Texto de mi autoría E.Rivera--

veac150122

Hermandad Kyteler

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Cuantas vivencias se tienen de este tipo que nunca se les encuentra lógica alguna, el relato me mantuvo en suspenso en todo momento @eliezerfloyd

Las dimensiones se traslapan unas con otras, separadas sutilmente por los niveles de vibración, que a instantes se equiparan.

Gracias por tu visita y comentario. Me alegró que el relato te mantuviera en vilo.

Estas historias son muy populares en Latinoamérica, muchas ciertas, otras inventadas, pero forman parte de nuestro folclor literarios, de nuestras creencias; que bueno que recreaste esta para la plataforma. Saludos. Te invito a usar el #writing para que te valoren con el nuevo token de los escritores (WIT)

Gracias por la visita y valoración. Tomaré en cuenta tu sugerencia del tag #writing para los próximos relatos.

Olvidé decirte que la etiqueta es #creativecoin; observa que la estás usando mal.

¡Hi! Disfruté mucho de tu historia. Mantiene al lector con curiosidad y el final es simplemente muy bueno. Por más historias como está. Magnifico trabajo. Saludos.


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Que miedo....yo ma nunca paso por el frete de esa casa jajajajja.