He sido la mayor parte de mi vida una persona optimista, aun me reconozco así, en ocasiones me descubro siendo optimista incluso cuando creía que ya no lo sería ante alguna circunstancia. En fin, descubrí que al ser optimista me vi negando algo que me arrastraba, el optimismo lo he distinguido como ir caminando en una piscina mientras sube el agua más arriba del cuello y brincamos con la punta de los pies una y otra vez para no ahogarnos, es decir, el optimismo lo veo como un esfuerzo para negar lo que se juzga que viene.
Al no saber nadar en el contexto de la piscina o en otros espacios de nuestras vidas al no saber responder o creemos incapaces de hacerlo el optimismo ha sido esa actitud salvadora, no es malo, solo es una manera de ser y hacer. Es cierto que requiere un esfuerzo porque niega algo que parece inevitable y pudiéramos no saber vivir de otra manera. Así mismo, desde el pesimismo no hay otra opción más que vivir lo único que se puede vivir en ese momento, es decir, como bien describes el ser optimista es la otra cara de una misma moneda donde el pesimismo se muestra en la otra.
Todos hacemos lo mejor posible cada vez y negarnos que somos capaces de negar o que nos estamos negando también es lo mejor para ese momento.
Me gusta la propuesta de este post, acompaño la idea de que negar no es negativo, al negar estamos aceptando la existencia de algo que hemos decido aceptar desde la negación. No podríamos negar algo que no sabemos que existe para poder negarlo, así que no estamos negando sino aceptando.
Un abrazo, buen post